Capítulo 14

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-¿Segura que a tus amigos no les molesta que coma con ustedes?- Caminaba junto a Diego y estábamos a metros de llegar a nuestra mesa.
-Tranquilo, no te dirán nada- le esbocé una pequeña sonrisa para tranquilizarlo, al parecer funcionó.- Hola-
-Ya te estabas tardando- Joanna se levanta y me saluda de beso.
-Como si tú llegaras temprano- le recriminó y esta rueda los ojos.
-Calla- se ríe. Mira a mi lado y creo que por primera vez se da cuenta de la presencia de Diego. - Y quién es tu nuevo amigo ¿Eh...?-
-Joanna, él es...-
-Diego, mucho gusto- Diego le extiende la mano a Joanna a la vez que le ofrece una amigable sonrisa y está la toma en seguida- Encantado
-El placer es mío- Mi amiga le guiña un ojo y puedo ver como este se sonroja. Nadie dice nada por un rato hasta que decido romper el silencio.

-Bueno, ¿que les parece si comemos?- la verdad es que las cosas se estaban poniendo algo incomodas para mí y tengo mucha hambre. Camino hacia nuestra mesa y me siento a lado de Aidan.
-Hey- lo saludo
-Pero miren quién se animó a venir- me molesta
-¿En serio?¿Tú también?- pongo los ojos en blanco y luego le doy un pequeño golpe en el hombro. Ethan se rió.

Diego se sentó a mi lado y desde que empezó a hablar le cayó muy bien a mis amigos, sobre todo a Joanna quién no dejaba de sonreírle coqueta. Comimos y nos la pasamos muy bien al final.

Ya estábamos por irnos cada quien a nuestra habitación cuando Aidan se acercó a mí.
-¡Hey! ¿Te veo a las siete para nuestra noche de películas?- sonríe.
-Claro, recuerda traer comida. Sino traes comida no te dejo entrar- le sentencié.
-Me reiría pero conociéndote lo dices en serio- sin decir más me despedí de él.

No tenía ganas de regresar a mi habitación, no todavía. Me puse a caminar sin dirección y sin querer llegue a los salones de música. Alguien estaba tocando el piano. La canción era algo triste pero hermosa, la combinación perfecta. Caminé discretamente y me asomé por el marco de la puerta.

Sean estaba sentado al pie del piano.

Me acerqué lentamente para poder escuchar más de cerca. En su rostro podía ver cuán concentrado estaba, la verdad es que tocaba muy bien y no se veía que hiciera esfuerzo alguno.

-Se que estás ahí- dijo sin dejar de tocar ni voltear a verme. -Lía, sal de ahí- Salí de mi escondite y lo mire confusa.
-¿Cómo supiste que era yo?-
-No lo sé-
-¿No lo sabes?-
-No lo sé- dejó de tocar y me miró. Sus ojos eran el tono más claro de azul y expresaban tanto; pero su cara era todo lo contrario: calculada, siempre inexpresiva.-Simplemente supe que eras tú, no puedo explicarlo.- Tenía su cabello alborotado y le caían algunos mechones negros por la cara. También pude notar que se veía algo pálido.
-¿Te encuentras bien?-
-Eso depende- comenzó a tocar otra vez.
-¿De qué?-
-De tú significado de "estar bien"- la pieza se volvió algo melancólica y Sean cerró los ojos. Sus pálidos y largos dedos se movían elegantemente en el marfil del piano. Me acerqué poco a poco y me senté a su lado en el banco de madera.

Su piel era muy blanca y tenía el contraste perfecto con el negro de su cabello y el azul de sus ojos. Suavemente coloqué mi mano sobre la suya. Estaba helada. Sean abrió los ojos como platos y se puso tenso, al instante dejo de tocar. Cuidadosamente retiró su mano de la mía, tenía la mirada perdida. Debo aceptar que eso me dolió un poco.
-¿Te gusta Diego?- su voz hizo eco por toda la habitación.
-No- le dije sin pensarlo dos veces. Sean asintió con la cabeza un par de veces y no dijo nada, seguía sin verme. En ese instante le hice la pregunta que tanto me había estado rondando por la cabeza- ¿Te gusta Milani?- la expresión que hizo, no la puedo describir bien. Era como si no pudiera creer lo que estuviera escuchando.
-¿Es en serio?- me preguntó.
-Sí, lo digo muy en serio- Se pasó una mano por la cara y se dio un masaje en las sienes.
-Así que por eso has estado tan rara- eso lo dijo más para sí mismo, como si acabara de entender todo.
-No me has contestado- le recordé.
-No Dahlia, no me gusta Milani- dijo después de un rato.- Milani es mi prima- abro los ojos como platos. No lo puedo creer.

<No. Esto no puede ser. Ya eche a perder todo.>

-Ella es...¿Tu prima?- sigo sin creérmelo. Eso explicaría mucho.
-Sí, es mi prima. El día que nos viste te estaba hablando para presentártela.- miro el piso avergonzada. Creo que estoy igual que un tomate justo ahora. Qué vergüenza, tanto drama para esto.-He pasado mucho tiempo con ella por qué es algo tímida y casi no conoce a nadie-
-Eso explica mucho- es todo lo que puedo decir. Nadie dice nada por un rato y el silencio se instala entre nosotros. -Así que... Tocas el piano-
-Si- si alguien nos viera creo que se reiría de nosotros.
-Genial- me levanto del banco de madera. - es mejor que me vaya.
-¡No! Digo... Quédate. Claro, si tú quieres- se apresura a decir.
-Me encantaría- le sonrió.

Dejo mi mochila a un lado del piano y me vuelvo a sentar junto a él. Sean comienza a deslizar los dedos por las teclas . Cierro los ojos y me dejo llevar por la música. Siento que me podría quedar en este preciso momento por siempre.

Después de un rato, tomo mi mochila y me pongo de acuerdo con Sean de que lo veré más tarde. Soy la primera en salir del salón de música. Es curioso, llegué aquí totalmente diferente, algo triste y confundida. Ahora salgo con una sonrisa que sé, nadie me va a poder quitar por un rato.

~Los elegidos~Donde viven las historias. Descúbrelo ahora