33. ¡Basta!

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Una sensación desconocida penetró en mi sangre haciendo que esta corriera rápidamente por mis venas hasta dejarme paralizada unos segundos. Lo más sorprendente era que no entendía el motivo de la reacción de mi cuerpo. Sin duda, si Hales no hubiese aparecido en esos momentos, no me sentiría tan culpable de haber abrazado a Aarón. Pero no era así. Cuando aquella mirada decepcionada y sorprendida entró en mi espació visual, fue como si alguien me hubiese sacado el corazón del sitio y lo hubiese escurrido antes de devolvérmelo. Inconscientemente tiré de Aarón haciendo que este me mirase todavía más sorprendido que mi novio. En un principio no supo porque yo había actuado de tal manera, hasta que me escuchó susurrar el nombre de Hales.

El apartó la mirada de mí y se acercó más a nuestra dirección. Sus ojos miraban furiosos a los de Aarón.

— No has perdido ni un segundo, ¿verdad? – Después de unos minutos de tensión, Hales habló. Sus palabras secas y su voz áspera iban dirigidos a Aarón.

— ¿¡Que dices!? – trató de defenderse el otro.

— No te hagas el gilipollas. Sabes perfectamente de lo que te estoy hablando.

La expresión de Aarón cambió a una de sorpresa, pero no tardó en recomponerse y curvar sus labios para formar una pequeña y falsa sonrisa.

¿Y qué pasaba con migo? Las palabras golpeaban mi interior con el objetivo de salir al exterior, pero una fuerza más inmensa hacia que eso no sucediera. Por mi cabeza aparecían una gran cantidad de motivos por los cuales estos dos actuaban de esta manera tan extraña. Quería frenarles y explicarle a Hales que no había ningún motivo por lo cual debía actuar tan fríamente con el amigo de mi hermano. Pero todo se me hacía imposible.

— ¿Tan desconfiado eres? Pareces un niñato celoso. Das pena. – las palabras de Aarón no tardaron en atacar y lo peor de todo es que esto no terminó así. En menos de un parpadeo, un puño se plasmó en el rostro de mi amigo y así fue como empezó la pelea.

Traté de gritar, separar e incluso me metí en medio de ellos dos para intentar que finalizasen. Pero todo fue en vano y como consecuencia recibí un golpe en el hombro. Todo en mi alrededor parecía un caos y lo único que aparecía en mi cabeza era el dialogo que habían tenido estos dos anteriormente.

Mis piernas retrocedieron solos y cayeron sobre el frío suelo. Aquella niebla no tardó en aparecer en mis ojos haciendo que me aislara de lo que estaba sucediendo a mí alrededor. No sé por qué, pero me sentía culpable y dolida por lo que estaba sucediendo. No podía frenarles y eso hacía que parecía una estúpida en medio de una pelea sin motivos.

— ¡Sois unos egoístas de mierda! – la situación en la que me encontraba no me permitía gritar, pero aun así pude captar su atención. Un nudo se instaló en mi garganta haciendo que mil lágrimas amenazasen por salir de mis ojos. – No sé qué es lo que yo aún no sé, pero creo que no son motivos suficientes para arruinar el día de mi cumpleaños. Pensé que esto iba a ser especial, pero lo único que he podido sentir es pena por vuestra actitud infantil. No sé qué es lo que te pasa, Hales. No sé si ha sido el abrazo pero a estas alturas debes tener claro que al único que quiero en esta vida eres tú, y nadie más. ¿Pero que estoy diciendo?

Mis dos manos fueron directamente a mi rostro y así permanecieron por unos segundos. No quería llorar, no quería ser otra idiota más que se iba a sumar a este juego, pero cada vez se me hacía más difícil contenerme.

— Melanie... - le escuché susurrar cerca de mí. Entonces alcé la vista, pero sin duda no era para mirarle, si no para retener las lágrimas. – Tienes que creerme, no es por el abrazo, este tío es un gilipollas.

Una carta para Melanie (sin editar)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora