Demonios

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El día más odiado de cualquier estudiante de cualquier instituto, lunes, los días más largos y aburridos ocurren en aquel día de la semana, Matilda ya estaba en la entrada con su mochila y abrigo esperando a Matías, el cual esperaba que apareciera y la sorprendiera con un gran abrazo. Pero... Matías no llegó.
Matilda pasó todo el día juntando hipotesis de porque Matías no había concurrido a la secundaria, pero ninguna tenía sentido y no quería hacerse la cabeza con cosas que no serían ciertas al final del día.
El día era horrible, estaba nublado, acompañado con lluvia que mojaba cada rincón de la secundaria o cada rincón de tu abrigo, cabello, botas o guantes.

Era el 2do recreo y Matilda se había pasado toda la clase de Fisica y Biología aburrida.
Estaba sentada en un rincón del gimnasio escuchando "Perfect" de One Direction mientras veía pasar el recreo con sus propios ojos.

- ¿Y donde está tu novio Matías?.- Dijo Scarlett colocandose en frente a ella con sus amigas, llevaba puesto una calza negra muy ajustada que marcaba cada curva de su cintrura dejando en vista todo su trasero, unas botas de cuero negras y un suéter rojo que dejaba a la vista todo su ombligo.

- Que te importa.- Dijo Matilda cortante.

- Es muy guapo, no te merece.- Dijo Scarlett desafiando.

- Cierra la boca.- Dijo Matilda.

- ¿O si no qué?, ¿Me golperás como a Marcie?.- Dijo soltando una breve risa.

Matilda no estaba para estupideces, no estaba de humor para nadie, sólo quería a Matías.

Se puso de pie, sacudiendo sus piernas con sus manos haciendo que la tierra que se había pegado a su jean volviera a su lugar. En ciertas palabras y exagerando la ocasiòn casi se le traga, paso por encima de ella haciendo que sus hombros chocaran bruscamente y Scarlett se moviera un costado de ella.

- No sabes quien soy.- Dijo Scarlett fulminandola con la mirada.

- No.- Dijo Matilda sonriendo.- Tú no sabes quien soy.- Dijo abriendo el paso entre todas las amigas de Scarlett.


"¡Toc!¡Toc!¡Toc!"  Matilda golpeó la puerta de la casa de Matías esperando que alguien atendiera, espero unos segundos y apareció Agustín.

- ¡Hola! ¿Estará Mati?.- Dijo Matilda alegre.

- No, adiós.- Dijo Agustín cortante.

- ¡Claro que sí!.- Dijo Matías bajando las escaleras a una gran velocidad.- Ven vamos arriba.- Dijo antes de que Matilda pudiera decir algo, la tomo de la mano y fueron juntos arriba.

Matilda entró a la habitación, y vio a una esquina la cama de Matías de una plaza y media con sabanas naranjas y estás tenian siluetas negras que apenas tomaban forma de aviones. En el medio de la pared estaba la ventana circular haciendo que entre la luz a la habitación quemando cada bacteria, en las paredes posters de equipos de fútbol, en frente de la cama un cajón donde seguro guardaba su ropa y arriba de este un espejo.
Matilda se sacó su campera universitaria toda mojada y la colgó en una silla que estaba cerca de ella.

- ¡Grandísimo idiota quieres decirme porque carajos no fuiste a la mald...!- Dijo Matilda antes de que Matías la interrumpiera con un beso acompañado de un abrazo pero no de uno de esos '"Comúnes" esos que te hacen sentir protegida, bien, esos que te hacen falta.

- Imaginarme contigo ya es parte de todos mis días.- Dijo Matías mirando al suelo.

- ¿Por qué no me miras? ¿Sucede algo?.- Dijo Matilda.

El cuarto era silencio, sólo se escuchaban la respiraciones, era tenso, Matilda no entendía que sucedía.

- Mírame...- Dijo Matilda suponiendo que pasaría cuando este levante la frente.

Matías no respondía, estaba quieto, inmóvil cómo si alguien lo obligará o algo.

- No he podido concurrir ya que debía quedarme cuidando a Agustín mi madre y mis hermanas se han ido al hospital, mi madre ha enfermado, nada serio, enserio.- Dijo Matías con la cabeza aún gacha.

- Entonces mírame, Mati, te he esperado todo el maldito día.- Dijo Matilda tomando su mano.

Matías levanto su cabeza y los ojos mas bellos del mundo según Matilda, se encontraban apagados y cristalizados, rotos, hundidos, y heridos seriamente.

- Mati... ¿Qué pasa? ¿Es serio?.- Dijo Matilda sentandose en la cama que se encontraba a una esquina de la habitación.

- No lo sé, ¿Sabés? No lo sé, si ella, si ella... se va...-Matías respiró unos segundos y agregó.- Si ella nos deja, nos separarán a todos y me enviarán lejos de aquí. Mamá dice que no es nada grave pero, ¿Si lo es? ella no nos puede dejar, ella no me puede hacer esto.- Dijo Matías quebrandose.

Matilda sintió como su corazón se exprimia, nunca había visto a Matías de tal forma, nunca lo había visto tan mal herido y ella sabía que si él estaba así era su límite.

Matilda lo abrazó tan fuerte que le costaba respirar, Matías colocó su fente en su cuello y explotó en llanto.

- No puedo creer que...- Matías se ahogaba en sus lágrimas.- Lo que no pasó en años, está pasando en segundos.

- Todo va a mejorar, no pienses, sólo tu mente sabe como destruirte por completo.- Dijo Matilda moviendo su mano en círculos contra la espalda de Matías.

- Las personas en mi vida tienen la costumbre de desaparecer, es como si a la vida le gustara verme mal, y es cómo... Yo intentaba salvar a todos y nadie intentaba salvarme a mi.- Dijo Matías en un mar de lágrimas.

- "Merrily we fall out of line, Out of line, I'd fall anywhere with you I'm by your side
Swinging in the rain, Humming melodies were not going anywhere until we freeze
I'm not afraid anymore i'm not afraid... Forever is a long time but I wouldn't mind spending it by your side."
- Matilda le cantó suavemente al oído de Matías para calmar sus demonios que aún no conseguia domarlos.- No me irè de tu lado, ni ahora, ni nunca.

- Prometemelo.- Dijo Matías ya calmado.

- Lo prometo.- Dijo Matilda dedicancole una sonrisa tierna y pícara.

- Tú prometemelo.- Dijo Matilda seria.

- Lo prometo.- Dijo Matías sonriendo.- ¡No se me ocurrió esto antes!..- "Idiota" Dijo entredientes, Matilda lo observaba con atención cada movimiento que hacía Matías, Matías se tomaba de la cabeza intentado penser haciendo que le causara risa a Matilda, buscó en su mueble y por fin encontró lo que buscaba, un celular Moto G 2da generación con la pantalla rota y algunos rayones debido al mal cuidado que este le daba.

- Pensé que no tenías.-Dijo Matilda sorprendida.

- No lo uso que es diferente.- Dijo soplando el polvo que se encontraba en la pantalla.

Intercambiaron números y Matilda se marchó a casa feliz, ahora estarían en contacto cuando quisieran.

Amor JuvenilDonde viven las historias. Descúbrelo ahora