Una flor que se marchitó

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-¿Qué fue lo que dijo? -Aurora me miraba con indignación. Yo no podía decir nada a mi favor por que sinceramente no tenía nada, Rosela decía la verdad.

-No te quedes callado, ¿es verdad lo que dice? -no respondí- no lo puedo creer.

-Pues creelo chica, él y yo no la llegamos a pasar muy bien juntos, pero bueno se volvió maricon -intervinó Rosela otra vez para después caerse mientras que seguía riendo.

-¿Y tú no vas a decir nada? -me recriminó Aurora.

-¿Que puedo decir? No estoy orgulloso de lo que fui, pero no puedo cambiarlo...

-¿Y Brad lo sabe?

-Se lo conté hace poco.

-¿Y te perdonó?

-No le importó -me encogí de hombros- dijo que le hice un favor al colaborar para que se la sacara de encima.

-¿Eso dijo? Si será cabron -murmuró Rosela entre un bostezo, parecía que la borrachera ya estaba en su etapa final, dormirla.

-Uau, bueno pues por una chica como ella yo tampoco me pondría muy mal estando en su lugar... -comentó Aurora encogiendose de hombros.

-Lo sé, menos mal que me dí cuenta de que no era buena a tiempo...

-Pero eso no quita la bajesa por tu parte.

-Lo sé, y creeme que me arrepiento.

-Vale, bueno ahora tenemos que dejar a esta en su casa...

-Bastará con que la dejemos en el antro.

-¿Pero que dices? Tampoco es para ser tan inhumanos.

-En el antro la conocen tanto que le tienen más cariño que su padre, aqui la cuidarán mejor, creeme.

Entonces la cargué en mis brazos para llevarla a aquel antro que ella consideraba su hogar.

De alguna manera Rosela me causaba una gran cantidad de lastima, hace no más de cinco años Rosela era la chica con el futuro más prometedor. Tenía las mejores calificaciones y era muy amable con todos, sus padres la apoyaban y se sentían orgullosos de ella.

Pero todo se fue perdiendo más rápido de lo que cualquiera pudo imaginar. Sus padres se divorciaron, se lo tomó muy mal y las chicas que le juraban ser sus mejores amigas la abandonaron, la dejaron sola y se volvió fria. Hubo un momento en el que creí que con el amor que Brad le tuvo podría superar las pruebas pero no le fue suficiente, y entonces le fue infiel... conmigo.

Comenzó a usar las drogas, irse de fiesta todo el tiempo, a actuar peor que una prostituta... y fue ahí cuando la flor se marchitó.

-Ella no tiene la culpa de ser asi... -murmuré sin pensar, era cierto que hasta yo la había llegado a insultar y a repudiar pero a fin de cuentas ella solo era una dulce niña atrapada en un cuerpo de una chica cambiada por la sociedad.

-¿A que te refieres? -preguntó Aurora a mi lado.

-Hola Pepe, les traigo a la bella durmiente -le sonreí al mismo guardia que nos había dejado pasar.

-Sí ya veo, ¿quieres llevarla a su habitación o me encargo yo?

-No será necesario, yo me encargo.

-Vale, gracias.

-No las merecen -le respondí con una sonrisa antes de que Aurora y yo pasaramos a la parte de habitaciones en la que la dueña había reservado una exclusiva para Rosela.

-A que su vida no ha sido fácil, es una perra pero la sociedad la convirtió asi ¿sabes? Ella antes no era asi.

-Hablas como si te importara.

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