Prólogo.

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Taeyeon abrió la puerta de su habitación, se tiró sobre la cama después de llegar de sus agotadoras horas de estudio, estiró su mano en busca de su IPhone 6, que habitualmente dejaba sobre la mesilla, ¿donde estaba? ¿Por qué no palpaba el objeto? De un salto seco y decidido quedó de pie, odiaba no tener lo que quería cuando ella quería, y juraba que no había movido de allí su teléfono móvil, hechó una mirada rápida a su espaciosa habitación, deteniéndose un poco más en el escritorio.

Bufó y comenzó a caminar hacia la sala, su madre no estaba para ayudarla por lo que pidió de forma quisquillosa ayuda a una de las limpiadoras que trabajaban en su casa, más parecida a una mansión—¿De nuevo has tocado mis cosas? Me lo cogiste tú, ¿verdad?Eso es porque eres pobre,sabía que eras una envidiosa.— Eso solía hacer nuestra Kim Taeyeon,culpar a las empleadas o empleados, explotando más y más por momentos sin buscar antes una explicación lógica.
—Señorita, yo...le iba a decir, al limpiar pasó algo terrible, juro que no era mi intención. —mostró el teléfono con la pantalla agrietada entre sus manos, de las mejillas de la trabajadora caían lágrimas y su cuerpo temblaba nerviosamente;sabía lo que le esperaba, había observado muchas veces antes la cólera de la pequeña de la casa pero nunca antes la había sufrido.
—¡DESPEDIDA! —gritó con toda la fuerza que pudo, dejando sus pulmones completamente sin aire.

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Movió su cuerpo al ritmo de la música, lo que más le costaba era la danza sin lugar a dudas, por ello ensayaba continuamente;le prometió a su padre que sería una exitosa idol y que sin lugar a dudas le vería en el debut stage cuanto antes. Desde que había dejado los estudios,cuando su madre falleció, llevó una vida alocada y sin horarios ;exactamente hacía 365 días desde que había decidido asentar la cabeza y aprovechar su habilidad para el canto.—¿Crees que vas a llegar a algo con una musicalidad tan patética? —gritó el entrenador de los trainees de la SM Entertainment. Ese hombre presionaba tanto a Tiffany que le enfurecía a un punto antinatural, ya sabía que era arrítmica¿pero a caso el coreógrafo cuarentón tenía que repetírselo?

La clase finalizó y Tiffany recogió sus cosas, era hora de su trabajo de medio tiempo en un pequeño supermercado de Hongde, llevó su mochila a sus hombros y comenzó a correr en dirección del transcurrido barrio, si mal no recordaba hoy era su día de pago, y al fin podría comprar las deportivas que había visto hace unos días en el escaparate que estaba al lado de su casa.
Su semáforo estaba en rojo por lo que frenó, escuchó unos sollozos que llamaron su atención, un niño se encontraba tirado en el suelo, sin pensarlo corrió hacia él y le ayudó a levantarse con cuidado.

—Que chica tan encantadora—dijo una de las señoras que pasaba  mostrando luego una gran sonrisa amistosa.

—¡Muchas gracias! —respondió Tiffany alegremente, realizando una marcada reverencia.

Dime si estamos en lo correcto-TaeNy.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora