Capítulo 22. En tus sueños.

1.3K 81 2
                                    

Jesús

Cuelgo a mi hermano y respiro hondo.
Como le pillen, nos matan a los dos.
Lenta y dolorosamente.

Me paso la mano por el pelo y miro a mi derecha medio sonriendo.
Aunque no me hace gracia sonreír de esta manera, para nada.
Se suponía que hoy me iba a levantar y me iba a arrepentir de haber estado consolando a una chica que ni siquiera conocía hace tres días.
Y que encima me ha dado calabazas.
Pero no es así.

Son las 9:00 y tengo una hora aproximadamente para desayunar e irme.
Una hora para estar con ella.
Poco, muy poco.

Rodeo su cintura con mi brazo derecho y se mueve un poco aunque sé que sigue dormida.

–Raquel...–Susurro en su oído y no mueve ni un músculo –Eh.

–¿Mmm...?–Me río bajito y abre un ojo para mirarme –¿Qué haces aquí todavía? –Cuestiona con una voz ronca de flipar mientras quita mi brazo de su cintura.

–Me quedé dormido–Miento, y bosteza.

–Tenéis entrevista–Vuelve a cerrar los ojos y se acurruca en la almohada.

–¿Qué te gusta desayunar?–Levanta una ceja sorprendida pero sin abrir los ojos y niega.

–No me gusta desayunar–Suelto una carcajada y abre los ojos mirándome.

–Me pongo el desayuno para mí solo entonces...–Me levanto de la cama y me doy asco a mi mismo por haber dormido con la ropa de ayer. Pero me viene un leve olor desde mi camiseta y no puedo evitar hundir la nariz ahí para descubrir que huele completamente a ella.
Sonrío sin poder evitarlo y veo como me mira frunciendo el ceño –Con lo ricos que hago yo los desayunos...–Le chincho, pero sé de sobra que es una cabezota de cojones y no va a ceder.

–No hagas ruido, y si te pilla mi madre hazla pensar que está soñando–Susurra con un hilo de voz dándome la espalda.

Me río y abro la puerta lo más despacio que puedo.
Me asomo al salón y veo a dos cuerpos totalmente quietos en el sofá.
Están dormidos.

La cocina no es nada del otro mundo.
Bueno, ni su casa ni la mía son nada del otro mundo.
No me cuesta mucho encontrar los vasos en un armario encima de la fregadera y descubrir que tiene la taza con nuestro nombre artístico y una foto de mi hermano y mía.
Se me había olvidado por completo que esta chica era mi fan.

Me río y me preparo una leche caliente con Nesquick. ¡Sí, había Nesquick! Y pillo unos cereales con una palmera de chocolate blanco.
Creo que ahora mismo devoraría toda la casa.
Incluida a Raquel.

***

–¿Seguro que no quieres?–Pregunto medio riendo desde el borde de la cama–Es una palmera de chocolate...

–No me gusta el chocolate –Dice, y asiento. Me lo dijo en el cine.

–Es blanco...–Es lo único que consigo decir en mi defensa. Creo recordar que odiaba el negro.

–El blanco sí... –Susurra y me río porque me está mirando con cara de perro abandonado–Dame un poco–Guau, Raquel perdiendo el orgullo por una palmera de chocolate blanco.

–Claro, ahora...–Levanto el dulce en alto y se pone de rodillas encima del colchón para intentar llegar.
Descubro que debajo de la chaqueta que llevaba ayer igual a la mía había un pijama azul marino de tirantes con unos pantalones cortos a puntos–No va a llegar, señorita...–Me levanto de la cama y me apoyo en la pared comiéndome la palmera mientras me mira con los brazos cruzados.

–Jesús... –Hace pucheros y me acerco sonriendo.

–Te doy si me acompañas a la entrevista–Le señalo con el dedo y hasta que no levanta las cejas no me doy cuenta de lo que acabo de decir.
¿Jesús?

–No... Yo... ¿Para qué?

–No sé –Intento que suene sin importancia, pero la tiene, y mucha. Ni yo me había dado cuenta de lo que había dicho–Toma–Le cedo el trozo de palmera que quedaba y niega.

–Dejalo, no pasa nada–Veo que está tan confusa como yo y decido reírme y empezar a meterme el trozo en la boca–¡Eh!–Se pone de pie en la cama y me agarra la mejilla para coger el trozo de dulce que tengo sujetado en la boca–Que no lo decía literal–Se ríe y la imito agarrándola de la cintura porque no tiene equilibrio como para aguantar encima de un colchón mucho tiempo–Muerde eso–Me indica mientras con una mano me agarra el trozo que tengo fuera de la boca y con la otra se apoya en mi hombro porque ella misma se ha dado cuenta de que se va a caer. Muevo la cabeza haciendo que suelte el trozo que tenía agarrado y lo agarro yo riendome

–¿Vienes a la entrevista entonces?–Pone los ojos en blanco y deja caer los brazos sobre mi pecho.

–Vaaaaale...–Abre la boca y le hago rabiar un poco antes de dejar que se coma el trozo entero. Me mira mal y coloca sus manos encima de las mías en su cintura.
Pensaba que me las iba a quitar de ahí, pero lo único que hace es mirarme a los ojos durante cinco segundos y sonreír levemente–Gracias por quedarte conmigo –Sonrio y le beso rápido la mejilla antes de que note que me he puesto nervioso.
No sé que cojones pasa.

–Nos tenemos que ir en diez minutos–Bufa cansada y me río –Vistete rápido –Miro un segundo a mi alrededor y levanto las cejas–No te importa que mire como te vistes, ¿no?–Suelta una carcajada–Piensa que soy un póster más –Me encojo de hombros y se baja de la cama sólo y exclusivamente para pegarme un puñetazo en el pecho y echarme de la habitación.

–En tus sueños, Oviedo–Rie y ruedo los ojos en señal de fastidio aunque estoy sonriendo.
No dudes que voy a soñar contigo, Azpiroz.

Cierra la puerta en mis narices y me apoyo en ella.

–No tarde usted mucho, señorita no me gusta desayunar...–Oigo su risa al otro lado de la puerta y respiro hondo.

" Jesús Oviedo: Voy para allá, me llevo a Raquel.

Daniel Oviedo: Uuuuuuuuuuh

Jesús Oviedo: Cállate gilipollas

Daniel Oviedo: No sé quien le va a contar a mamá que no has dormido en casa...

Jesús Oviedo: Te quiero mucho hermanito...

Daniel Oviedo: Que te jodan, pelota jajajajajajajaja "

Tu Sonrisa En Mis Pupilas. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora