Bienvenidos a la UCI

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El autobús de la Linea 8 se paró ante el gran hospital de la Sagrada Luz a las dos de la tarde, a tan solo diez minutos de que empezara el primer día de prácticas en el nuevo rotatorio.

Ian bajó con la mochila de color gris colgada a su espalda por tan solo un asa. La otra estaba rota y por mucho que su madre le comprara mochilas nuevas, cada vez que empezaba un rotatorio nuevo, siempre acababa llevando la misma mochila; le tenia cariño y se había prometido a sí mismo que la llevaría hasta que se desintegrase.

No era habitual en él, pero llevaba sus largos cabellos negros recogidos en una coleta. Era principios de enero y hacía bastante frío por lo que agradecía llevar puesta la chaqueta de plumas oscura mientras subía los interminables escalones hacia la entrada principal del gran edificio blanco.

Bostezó antes de que las puertas automáticas de cristal, con un gran símbolo de una cruz, se abrieran. Un paso, otro, el moreno entró en el hospital no con muchas ganas; de todos los rotatorios que tenía aquel curso el primero le parecía el menos interesante.

Aún podía recordar perfectamente la estridente voz de la coordinadora de prácticas justo antes de las vacaciones navideñas: "Tenéis que pasar obligatoriamente por UCI o Urgencias; no son opcionales, o una o la otra". Ninguna de esas opciones estaba en su mente cuando Ian empezó a hacer las prácticas.

Justo al entrar, a la derecha, se encontraba la mesa de información, donde una veintena de chicos y chicas como él esperaban para empezar las practicas. Al ser el hospital más grande de la ciudad eran muchos los estudiantes de enfermería y medicina que acababan haciendo prácticas por más de una unidad.

Cuando parecía haber pasado una eternidad, aunque solo fueron diez minutos, una mujer menuda, de cabellos canosos, unas enormes gafas que le cubrían medio rostro y una mascarilla se hizo escuchar en medio de todos los estudiantes con más o menos ganas de empezar sus nuevos destinos.

—Bienvenidos al nuevo rotatorio de prácticas que empieza hoy; sois varios, si no me equivoco tiene que haber alumnos de segundo, de tercero y de cuarto. —Empezó a mirar a los estudiantes antes de volver a fijar la vista en una carpeta con unos cuantos folios donde seguramente tendría apuntado dónde iba a ir cada estudiante—. Lo primero y antes de que empecéis a preguntar, la mascarilla es porque tengo una alergia a los productos químicos, es leve y por eso puedo seguir coordinándoos a vosotros. Ahora que ya he satisfecho vuestra curiosidad por favor,seguidme y no os quedéis atrás.

Aunque era muy menuda, aquella mujer sabía moverse bien por el centro, pero aunque Ian estaba algo desorientado, sobre todo porque tenía sueño,no iba a perderse ya que tenía como punto de referencia a una veintena de estudiantes más o menos ansiosos por empezar.

—Como recordarán, o al menos eso espero, este hospital se ha reformado y ampliado. Ahora disponemos de más salas, quirófanos nuevos y más servicios,pero la parte antigua no se ha cerrado, se sigue utilizando, aunque los servicios mas prioritarios se han trasladado al edificio nuevo. Por favor suban a los correspondientes ascensores y espérenme en la tercera planta.

La enfermera dejó a todos los alumnos en un estrecho pasillo con cuatro ascensores y se dirigió hacia un pequeño despacho situado muy cerca. En el mismo momento en el que las puertas de aquellos ascensores se abrieron con el característico sonido de un "tinc"los alumnos empezaron a entrar en ellos como si sus vidas dependieran de ello; Ian les observaba.

«Escomo si fuera el fin del mundo, si no subes mueres, mejor me espero a que se maten y luego entraré yo»,pensó Ian. Con las manos en los bolsillos esperó pacientemente a que se fueran llenando los ascensores y empezaran a moverse, él no tenia prisa.

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