10 enojos por 1 mirada

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Estaba casual, paseando como de costumbre a Demonio cuando todo comenzó. Bueno, debería decir, cuando todo se desató. 

Había sido un largo día en el instituto, no para mi porque me la pasé durmiendo, pero alcancé a ver a Lynn corriendo de un lado para otro como siempre, y ya es sabido que cuando esa niña anda dando vueltas, es porque algo pasa. 

Estaba cansado, el día viernes siempre estaba más cansado de lo normal. Lysandro como de costumbre perdía sus cosas, o se perdía él mismo. Crucé saludos corteses con Priya e Iris. Ámber andaba de mojigata intentando llamar mi atención, lo usual. 

Aunque algo me faltaba, ya llevaba tiempo sintiendo como un pequeño vacío; Nathaniel no me regañaba. Desde lo ocurrido con su padre estaba un poco más liberal, vivía solo, había cambiado su estilo, no hacía sus deberes y hasta había adoptado un gato. Si me preguntan está haciendo todo lo que hice yo cuando me emancipé, pero ya qué.

O sea, no estoy siendo un drama queen porque el tipo no me moleste, de hecho es genial poder pasar desapercibido cuando falto a clase o me duermo. Sin embargo creo que ya estaba acostumbrado a que nos odiáramos mutuamente. 

Y es que hay que decirlo, nuestra historia ha sido complicada. Éramos amigos, pero luego creí que él seducía a mi ex, lo llamé traidor, fuimos enemigos, descubrí que esa situación fue un malentendido, ahora hay mucha tensión cuando estamos cerca... La cosa es que nos llevamos mal, pero nunca le desearía algo malo o qué sé yo.

Como sea. Salí un poco más tarde de lo normal del instituto debido a que me entretuve buscando a Lysandro. En la salida vi a Nathaniel hablar con la arrastrada de Melody, y a los gemelos molestando como de costumbre al chiquillo ese de Kentin. Lysandro venía atrás pensativo, perdido en su propio mundo. 

Después de separarme de mi amigo, me dirigí a mi hogar. Hacía calor, pero corría una brisa bastante fresca. Entonces, pensé que sería buena idea pasear a Demonio. Craso error, aunque en ese momento no lo sabía.
Aunque exagero, error como tal no. 

Bien, entonces fui a buscar a mi perro, le puse su correa y salimos al parque. Todo bien, normal, no había tanta gente, y el viento fresco apaciguaba el calor. Demonio estaba feliz. 

Creía que no había rostros familiares hasta que de la nada veo a Nathaniel con varias bolsas de supermercado, acostado en el pasto. En realidad no tenía ganas de acercarmele, es decir, no tenía razones para ello, y ¿Qué iba a hacer? ¿Qué iba a decirle? No podemos pasar ni dos minutos sin hablar sarcásticamente ni tirarnos mierda mutuamente, pero ¡oh!, sorpresa, sorpresa, vaya perro curioso que tengo. 

Demonio ya se había acercado a olfatear las bolsas de ese tipo, quien estaba plácidamente descansando, tapando con su antebrazo la luz solar. Demonio paseo su nariz por encima buscando algo comestible y luego por sobre la mano del rubio, sobresaltándolo. 

- ¿Castiel...? -dijo él mirando hacía arriba, cegado un poco por el sol. 

- En persona. -Demonio seguía olfateando a Nathaniel, impaciente. El rubio parecía inquieto.

- ¿Podrías quitarme a tu chucho de encima? 

- No es ningún chucho, rubia. ¿Acaso te da miedo? -Intenté mover a Demonio, pero parecía querer seguir tomándole olores al tipo.- así que sales de tu cueva, ¿eh? -dije tratando de ser amigable, aunque su actitud arribista siempre me pone de los nervios. 

- Necesito alimentarme, Castiel. Y no, tu perrito no da miedo. 

Demonio gruñó ante la palabra "perrito", lo que inquietó aún más a Nathaniel, oh si, le tenía miedo. Yo sólo atiné a reírme.

Ahora y siempre || cdm || Cast x NathDonde viven las historias. Descúbrelo ahora