Veintiuno: La beca

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Había pasado poco más de un mes desde que estábamos ‘oficialmente juntos’. Hacía unos cinco días habíamos ido a cenar a un elegante restaurante por nuestro primer mes. Era muchísimo más que maravilloso, tanto, que parecía mentira.

Diciembre había pasado, y con él, todos esos hermosos adornos rojos, blancos, verdes y dorados que tanto me fascinaban. En navidad, cada quien se había ido por su parte, a compartir con su familia, mientras que año nuevo, lo habíamos celebrado en mi casa, él, sus padres, mamá, y yo.

Jamás me imaginé que pudiera estar tan perdidamente enamorada de alguien, era toda una locura.

Incluso había resultado ser celosa.

¿Increíble, cierto?

Al presente, me encontraba sentada en una mesa de la feria de comidas del centro comercial comiendo un helado, mientras esperaba a Ignazio, quien había ido a comprar no sé qué. Eran cerca de las 6 de la  tarde, habíamos venido luego de salir del conservatorio.

Tenía mi teléfono en la mano y revisaba Instagram mientras comía. La tercera foto que vi me sacó una pequeña sonrisa. Era Ava, la chica que se había ido a Nueva York con la beca del festival antepasado, en la foto salía posando frente a la estatua de la libertad.

En ese momento recordé todo lo que había deseado ganar esa beca, lo mucho que había querido estudiar en Londres desde que era pequeña.

¿Dónde había quedado todo eso?

¿En qué momento lo había olvidado?

Para el momento, ya ni siquiera lo recordaba, había estado tan centrada en Ignazio, que no le había dado importancia a nada más.

Pero ahora que entraba en cuenta, entendía que nunca obtendría la beca que tanto quise.

¿Qué haría en un futuro? ¿Me quedaría aquí? ¿Qué estudiaría?

Era realmente frustrante, ya que ni siquiera había considerado más opciones, todo lo que quería era eso.

Sin embargo, estaba Ignazio, y lo quería muchísimo. El parecía llenar todos los espacios vacíos en mi vida, y tenía la certeza de que mientras estuviera él, estaría feliz.

Dejé el teléfono de lado y me concentré nuevamente en mi helado de vainilla, era mejor para mí no atormentarme de esa manera.

Ignazio se sentó frente a mí con una bandeja que contenía un enorme burrito.

Lo miré -¿Puedes con todo eso?

Me miró con una sonrisa ladeada –Acabas de hacerme la pregunta más obvia del universo.

Reí y me encogí de hombros. –Buen provecho.

-Igual para ti.

Y sin que lo viera venir, se inclinó sobre la mesa y le dio una enorme lamida a mi helado, quitándole casi toda la parte superior.

-¡Hey! –Me quejé- ¡No toques mi helado! No sé si lo sabías, pero yo no comparto nada que sea dulce –expresé seria. Era cierto, era muy celosa con mi comida, sobre todo cuando no me pedían permiso.

Él soltó una carcajada.

-Hablo en serio.

-Lo sé –habló restándole importancia.

Y comenzó a comer.

Yo miré con un puchero mi helado mutilado. Definitivamente se la cobraría, aunque fuese una ridiculez.

Una vez terminamos de comer, nos levantamos y caminamos tomados de la mano por el centro comercial.

-¡Mira ese vestido! ¡Lo necesito! ¡Es hermoso!

Paura D'Amare [Ignazio Boschetto]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora