Se dio la vuelta y se marchó. El lleno su copa y agradeció a Aarón que les hubiera obsequiado con el champán. Un brut del 2002, lo mejor de lo mejor para los recién casados.
Le dio diez minutos: después apago la luz del salón y entro en el dormitorio a oscuras y se desvistió en el baño. Se quitó el esmoquin, los zaparos y los calcetines. Normalmente dormía desnudo, pero por Alejandra se dejó los calzoncillos. Se lavó los dientes.
Apago la luz del cuarto de baño y llego en sombras a la cama. Cuando sus ojos de acostumbraron a la falta de luz pudo ver su delgada forma acurrucada en el otro extremo de la cama, casi en el borde del colchón, de espaldas a él.
Con cuidado y un nerviosismo que lo sorprendió, alzo las mantas y se deslizó entre las sabanas. Cruzo las manos detrás de la cabeza y miro al techo y la araña que colgaba sobre sus cabezas. Uno de los primas de cristal devolvía en colores la luz que le llagaba de la calle.
Se dio cuenta de que trataba tan desesperadamente de no hacer ruido que apenas respiraba.
-Alejandra, ¿duermes? -susurro.
-No -dijo con muy poca voz desde el otro extremo de la cama.
-Es una locura, ¿no? -se echó a reír.
Ella también río.
-Es una locura completa, no tengo ninguna duda.
Deseo preguntarle por su temor a que la tocaran pero no sabía cómo sacar el tema. Así que probo con un asunto menos sensible.
-Daniel me contó que tu madre y tú fuiste a vivir con el antes de que tu nacieras...
-Es verdad. Mi madre me da a luz cuando vivimos con la familia de Daniel -suspiro y cambio de postura. Miro también al techo-. Mi padre es hermano de mi tío Enrique.
-Enrique era el padre de Daniel, ¿verdad?
-Sí. El tío Enrique y la tía Rosario se llevan a mi mama a vivir con ellos cuando mi padre muere -sus dedos agarraban algo.
¿Un colgante? Recordó que llevaba un collar. En ese momento podría ver un aparte de la cadena de oro que le rodeaba el cuello. Ocasionalmente se notaba la forma de algo debajo de su ropa.
-Entonces nazco yo. Y entonces, cuando tengo cinco años, mi madre muere de una infección pulmonar. Daniel y yo vivimos como hermano y hermana, ¿sabes?
-Así es como lo cuenta él. Que cuando consiguió la beca de rugby Utah y salió de Texas, te prometió que encontraría el modo de traerte aquí.
-Es verdad. Pero es mucho más tarde antes de que pueda mandarme a buscar. Muchas... cosas terribles pasan primero.
-¿Cómo qué?
-Bueno, la lucha. En mi país siempre hay lucha. Entre comunistas y los monárquicos. Entre la gente y los soldados. Entre los cristianos ortodoxos y los musulmanes. Cuando tengo diez años, los soldados vienen a casa. Matan a mi tío Enrique y a mi tía Rosario por mentiras que dicen los vecinos.
-¿Qué mentiras?
-Los vecinos dicen que mis tíos son leales a la corona, que el tío Enrique trabaja mucho tiempo antes para el rey. Eso es mentira. En tío ni siquiera nace cuando llegan los comunistas derrocando al rey y la familia real está escondida y luego la encuentran y la ejecutan. Pero da lo mismo a los asesinos. Mis tíos están muertos. Daniel y yo escapamos juntos.
-Pero a ti ye encuentran viviendo en un edificio abandonado... -sabia la historia.
-Es verdad. Nos mandan a una casa para niños huérfanos. Unos años estamos juntos allí -soltó el colgante y metió las manos sobre las sabanas-. Siempre. Daniel cuida de mí. Y es bueno en el deporte. Es un milagro que consiga la beca para los Estados Unidos. Y después de la Universidad cuando lo contratan los Cowboys y consigue la residencia permanente, está listo para mandar a buscarme al fin. Le lleva cinco años de intentos, pero sucede. Consigo el asilo y aquí estoy, trabajo para ti.
Deseo tomarle la mano por debajo de las sabanas.
¿Se apartaría ella si lo intentaba? Se sentía lo bastante inseguro como para no hacerlo.
Y entonces casi se echó a reír. Tenía que ser uno de los momentos más extraños de su vida. En la cama con su esposa preguntándose si podría tocarla o no.
-Argovia -pronuncio suavemente el nombre del país. Sabia dónde estaba en el mapa. Entre Albania y Montenegro, en el Adriático. Era del tamaño de Massachusetts -. Daniel dice que es un hermoso país, que se parece un poco a Grecia.
Ella hizo un sonido que casi le pareció un gruñido.
-Una vez. Quizá. Antes de la segunda guerra mundial. Antes de los comunistas. En los viejos días, me dicen, Argovia es un lugar tranquilo donde las cosas no cambian mucho. Pero vienen los comunistas y ocupan el poder. Somos parte de Yugoslavia, bajo Tito, hasta que la URSS se convierte en Rusia otra vez. Después de eso, después de Tito, es una guerra y después otra. Y nuestro pacífico y tranquilo país se convierte en una tierra peligrosa y brutal.
-... a la que no volverás nunca.
-Es verdad.
Hubo un silencio. Volvió a mirarla y vio que seguía mirando al techo. Se preguntó si vería los destellos de luz que desprendía la araña en medio de la oscuridad. Y entonces sintió que su mano rozaba la suya. Una tierna y cuidadosa caricia. Una sonrisa se dibujó en el rostro de Rafael, puso la mano palma arriba y espero.
Con mucho cuidado ella puso si mano encima y entrelazo los dedos con los de él.
-¿Rafael?
-Sí.
-Gracias, me salvas. Muchas gracias.
Oyó las lágrimas que empapaban cada palabra y se sintió orgulloso de haberla ayudado.
-Cada vez que necesites que te salven Alejandra, recurre a mí, ahí estaré para ti.
-Lo haré -gimió-. Lo hago. Gracias.
Otro silencio, más largo. Su mano fría en la de él se sentíamientras se quedaba dormido.
-¿Rafael?
-¿Hum?
-Si quieres que tengamos relaciones sexuales esta noche, está bien. Podemos tenerlas.
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Amor Inesperado
RomanceQuien lo diría, que de esta unión inesperada nacería el amor más grande