Capítulo XII. Rally

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–¿¡Acabas de bajar de esa cosa?! –Le preguntó a Giorno un chico de cabello oscuro, alborotado, con tono muy sorprendido.

–Eerr... sí. –Giorno lo miró con atención: era parte de la pandilla que molestaba a Doppio en días pasados. Un muchacho de cabello rubio se le acercó al primero y le atestó un sonoro coscorrón.

– ¡Eh! ¡Fugo! –Reclamó el chico de cabello oscuro, con lágrimas en los ojos.

–No seas tan obvio. –Fugo le golpeó de nueva cuenta y lo hizo huir, mientras que Giorno los veía fijamente. Parecía que así era el trato entre ellos, así que no preguntó nada. –Shiobana, ¿verdad?

–Prefiero Giovanna.

–Bueno, Giovanna. Buccellati te busca.

– ¿Quién? –Preguntó Giorno, subiéndose de hombros. –Fugo lo tomó de los hombros y lo condujo hacia la parte trasera de las gradas del campo de futbol. En un rincón apartado estaban el chico de cabello oscuro, golpeado, el muchacho de cabello plateado con cara de sumo aburrimiento y Mista platicando con un chico mayor, de cabello negro, quien carraspeó cuando vio a Fugo trayendo a Giorno. Sí, eran los del grupo que molestaba a Doppio, junto con Mista.

–Listo. –Fugo sonrió y se sentó en una banca destartalada, mientras que Bucciarati, el chico de cabello negro y mirada penetrante se levantaba.

–Hola. –Dijo serio, aunque amable. –Queremos hablar contigo.

– ¿Eres Buccellati, entonces? –Preguntó Giorno por toda respuesta. El joven asintió y lo sentó en otra banca vieja, mientras que el joven tomó asiento frente a él.

–Quizás te extrañe esto pero Mista nos habló de ti; nos contó de su trabajo y de tu trato con él. –Explicó. –Queremos hacer un trato contigo también.

–Adelante... –Murmuró el chico rubio, confundido.

–Sabemos que eres solitario y discreto, así que te ofrecemos nuestra amistad y lealtad incondicional si nos prestas a Mista y su Smith & Wesson. –Giorno abrió mucho los ojos. –Nada delictivo, para serte honesto, sólo queremos cerciorarnos de que nadie se acerque aquí pasada la media noche.

–Suena... raro... ¿qué van a hacer? –Fugo soltó una carcajada y Buccellati se sonrojó, perdiendo todo su porte serio.

–Esto es una ridiculez... –Murmuró el joven de cabello plateado.

–Abbacchio... –Llamó Buccellati, recuperando su seriedad. –Oh... bueno... sólo quiero estar a solas con alguien. Es todo.

– ¿Es todo? –Repitió Giorno. –De ser así, no hay problema.

–Te podemos dar cualquier cosa a cambio también. –Dijo el joven. –Tenemos una copia de las llaves del Colegio a nuestra disposición.

– ¿De dónde sacaron eso? –Preguntó el rubio, ocultando su tono de sorpresa.

–Contactos.

– ¿Puedes prestarme las llaves cuando lo necesite, Buccellati?

–Por supuesto. –Dijo el joven, sonriendo levemente.

–Genial. –Se puso de pie y extendió su mano. –Es un trato.

–Gracias, Giovanna. –Estrechó su mano con calidez. –Por cierto, ellos son Abbacchio –Señaló al joven de cabello plateado. –, Fugo –Señaló luego al rubio, quien apenas hizo una seña con la cabeza. –y aquel es Narancia. –Al final, el muchacho al que Fugo había golpeado lo saludó. Se veía más joven que la edad que en realidad tenía. –Cualquier cosa, estaremos con el grupo de tercero. Tú sabes, con el viejo Polnareff.

Sweet dreams (are made of this) -Jojo's bizarre adventure-Donde viven las historias. Descúbrelo ahora