《Mi Agonía.》

Axel no está.

A las tres de la mañana recibí esa llamada a la que tanto temía. Contestó mi mamá y de inmediato fue a mi cuarto. Con lágrimas en los ojos asintió mientras yo la miraba seria sin levantarme de mi cama.
Axel. El amor de mi vida había muerto.

Mi cuerpo no reaccionaba, estaba completamente quieto. Sentía que mi alma ya no estaba en mi cuerpo. Sentía que sólo mi mente era parte de mi, y gritaba que todo estaba mal. Gritaba que mi vida había acabado.
Mis lágrimas no salían, ni mi voz.
Mi mamá entendió que era momento de irse, así que, tras mirarme por última vez, se dio media vuelta y se fue de mi cuarto cerrando la puerta atrás de ella.

Yo seguía inmersa en ese sentimiento. Me costaba respirar y creía que podía sentir como mi alma se evaporaba. Me senté en mi cama. Miré mi cuarto en medio de la oscuridad.

''Axel no está'', me repetía una y otra vez a mi misma, con los ojos bien abiertos, vagando por la oscuridad de mi cuarto.
''No va a volver''.

No reaccionaba. Me repetía mil veces a mi misma que reaccionara, que había pasado, que sólo quedaba su cadáver en este mundo, nada más.

Y lo sentí. Sentí ese dolor penetrante que no te deja ver por las lágrimas, ni respirar, ni pensar. Sentí ese dolor que no me iba a dejar por el resto de mi vida.

Respire profundo y recordé mi última tarde con Axel.

Flashback

Axel estaba ansioso, con esa mirada especial que tenía cada vez que me iba a dar una sorpresa. Pero había algo diferente en él. Quizás era su figura extremadamente delgada, o esas enormes ojeras y piel pálida que lucía desde hace ya un tiempo largo.

Estacionó el auto y me hizo bajar. Le sonreí, y agarré su mano extendida hacia mi.

- Quería taparte los ojos para ir a mi lugar especial, pero, como verás, hay un importante desnivel y no me gustaría para nada que te caigas.- dijo mientras se daba la vuelta para mirarme, y cubría sus ojos por el sol.

Miré hacia el frente y vi una especie de colina con árboles distribuidos por la cima.
Subimos y nos sentamos abajo de uno de los árboles.

Era un atardecer demasiado lindo, frente a donde estábamos, cruzando la calle había una playa, ''Ramírez''. Se escuchaban los gritos provenientes de un parque con juegos mecánicos ubicado al lado de la colina, y los pájaros revoloteando al rededor.
Todo era perfecto.

Me tomé mi tiempo para mirarlo. Era hermoso, y antes ya me había dado cuenta, pero era muchísimo más hermoso por dentro. Su alma era completamente pura, y pronto sería libre.

- Quiero que vengas acá -dijo, mirándome mientras agarraba mi mano y la besaba. Yo ya sabía a que se refería -. Quiero que vengas acá y que este lugar te transmita paz, como a mi. Yo venía cuando mis viejos se peleaban y sentía que no daba más. Espero que a vos te sirva también.

No pude evitar abrazarlo y besarlo. Lo hacía cada vez que tenía oportunidad, porque sabía que podría ser la última vez.

-Te amo, Fátima.

Fin del flashback