No quiero ser una carga

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Aunque tarde, el calvo había derrotado a un Kaijin de nivel Demonio

De nuevo otra batalla que sin más se terminaba así de simple. ¡Pum! Un solo golpe y su enemigo estaba hecho pedazos, los restos de dicho ser destrozado se esparcían por todos lados mientras que él se encontraba ahí parado

Estaba bastante decepcionado por dicha "pelea" ~si es que se le podía llamar a eso pelea~ realmente esperaba que fuera emocionante pero, con lo poderoso que era sería difícil encontrar a un adversario digno

Su joven discípulo lo observaba detenidamente desde su lugar con mucha atención, el sin duda lo admiraba bastante y no solamente por el simple hecho de que tuviera un poder tan abrumador, sino por la forma de ser de este.

Si tuviera que resumir todas las cosas que era su Maestro

Increíble

Era la palabra que consideraba perfecta para describirlo

Rápidamente el joven de cabellos rubios se dirigió a donde se encontraba el calvo, al verlo pudo notar con facilidad la decepción de este

-Sensei- pronuncio sin quitarle la mirada de encima

-Oh, Genos

-¿Se encuentra bien?

-Sí, no es nada- contesto comenzando a caminar -Vámonos a casa- dijo dedicándole una amplia sonrisa

Pronto las mejillas del rubio tomaron un leve color rosa. La sonrisa de su Sensei le causaba una especie de alegría y calma.

Saitama carecía de emociones por lo tanto era bastante inexpresivo sin embargo... con Genos... todo era diferente... solamente a él le había mostrado aquella cálida sonrisa

Comenzó a seguirle el paso al mayor. Había algunos rasguños en su ropa así que lo inspecciono de arriba abajo, y como era de esperarse a pesar de haber recibido uno que otro golpe este estaba intacto

Sorprendente ¿no?

Pero llegar a la posición en la que estaba no fue algo fácil. No, no, no, no, no. Le había costado sus años de entrenamiento y... su cabello

100 sentadillas

100 abdominales

100 lagartijas

Y correr 10 kilómetros

¡Absolutamente todos los días!

Y a pesar de habérselo dicho innumerables veces, Genos aún no se tragaba el cuento de que su fuerza provenía de un entrenamiento bastante promedio, tenía que haber algo más, algo que su mentor le estaba ocultando ¿pero qué?

-Entonces ¿qué dices Genos? ¿vamos?- la voz del mayor hizo que este saliera de sus pensamientos

-Eh... ¡Ah!... si claro... todos los días Sensei- dijo lo primero que se le vino a la mente

-Oye ¿tan si quiera me estas escuchando?

-Lo siento Saitama Sensei pero... no... no puse atención...

-Te decía que como no tengo suficiente dinero volvamos a comer fideos ¿qué dices?- dijo observando al menor que solo se limitó a asentir -Bien, entonces vamos- continuo dándole una palmadita en la frente tomando la delantera

[...]

Después de haber comido como si no hubiese un mañana el mayor sentía que se moría del dolor de estómago. Quería ganarle a Genos en una competencia que constaba en quien comía más fideos en un minuto

El Chico Invisible - Saitama y GenosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora