Capítulo XVII: Él y su amigo

878 80 11
                                    

Haruno sabía perfectamente que su padre dormía con luces apagadas y cortinas cerradas porque sus horas de descanso eran casi inexistentes. Además que su padre odiaba el sol, no por luminoso y estridente, sino por la urticaria que le ocasionaba estar expuesto sus rayos.

Aún si la habitación no tenía luz natural, esto no le impedía conocerla a la perfección. Se acercó a la cama con pasos silenciosos pero con cuidado para no resbalar sobre la duela. Después subió al lecho y rodó hasta encontrarse con su padre, quien no se había percatado de su presencia; se encontraba rígido en su lugar, respirando de manera agitada, con la mandíbula encajada, unas marcadas ojeras adornaban sus párpados inferiores. El niño extendió la mano hasta alcanzar a su padre y lo movió mientras lo llamaba.

–Padre... Padre, despierta...

El hombre abrió la boca y cabeceó, de manera posterior abrió lentamente los ojos y una débil sonrisa se dibujó en su rostro, mientras se tallaba un párpado.

–Haruno... –Le castañearon los dientes de manera ligera. –buenos días...

–Tus ojeras... –Dijo su hijo, sin quitarle la mirada de encima. – ¿te sientes bien?

–Estoy bien, hijo...–Suspiró. –es tarde y debería levantarme para trabajar...

Dio intentó incorporarse, mas su cuerpo se sentía pesado e inmóvil. Su hijo se le acercó aún más y le pasó la mano por la frente.

–Estás hirviendo. –Declaró con seriedad. –No deberías trabajar, Padre.

–Tengo... una junta muy importante... –Se descubrió y volvió a ponerse el cobertor encima. – ¡Caramba! ¡Hace frío!

–Será mejor que te quedes descansando... lo necesitas...

–No... la junta... las acciones... la empresa... –A duras penas, Dio pudo sentarse sobre la cama. De manera paulatina, sintió como si su cuerpo quisiese elevarse y la vista se le nublaba en momentos. La voz de Haruno le dijo muy lejos:

–Llamé a Mariah y a Vanilla... te ves muy mal... ¿dormiste?

–Las pesadillas... –Murmuró, estremeciéndose y volviéndose a cubrir. Parpadeó por lo que pareció una eternidad y recordó estar sentado cómodamente en el asiento trasero de un auto, con una orden que escapó de sus labios justo en ese instante: –Conduce...

– ¿Padre? –Dio abrió los ojos. Notó que sus labios estaban muy resecos y que las manos le sudaban. –Debes ir al médico. N-no te había visto así...

–Tienes razón, Haruno... –La garganta terminó por secársele y tosió de forma estridente, para sentir la cabeza embotada justo después. –No... no me siento bien... el auto...

– ¿Auto?

–Un hombre conducía para mi... –Intentó explicar su padre, con voz temblorosa. –y era de noche... y había otra pesadilla donde un barco se incendiaba en altamar... y otro donde reunía personas poderosas y una de ellas... era como... –La puerta se abrió de par en par y apareció una mujer de piel morena, enfundada en un traje sastre negro con falda y tacones. Su expresión cambió a una ligera curiosidad cuando Dio concluyó con: –era como tú...

– ¿Señor? –Preguntó ella con su voz profunda. – ¿Se encuentra usted bien?

–Temo... temo que estoy indispuesto... –Dijo con voz débil, cuando su subordinada se acercó a su cama, aún con asombro. Para que Dio Brando -un work-a-hollic extremo quien raramente tomaba vacaciones y que incluso podía llevar a su hijo a sus asuntos laborales en el extranjero- admitiera que no estaba disponible para un asunto de su propia empresa, debía sentirse muy mal, de manera definitiva. –Mariah, por favor, ¿puedes ocuparte de la junta? –Preguntó. – ¿Puedes depositar el primer pago de las oficinas?

Sweet dreams (are made of this) -Jojo's bizarre adventure-Donde viven las historias. Descúbrelo ahora