Capítulo XXIV: What do you want from me?

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Apenas ese sábado comenzó a hacerse presente el clima otoñal, aire frío que cortaba y resecaba las mejillas y sol mucho menos cálido, mismos matices que acompañaban la paleta de colores amarillo, ocre y marrón de los árboles de los alrededores.

Giorno ansiaba salir del hospital, no sólo para ver el espectáculo natural del cambio de estación, sino para alejarse un poco de su padre: recientemente estaba bastante taciturno y distraído, a diferencia de cuando recién ingresó en la clínica, que se empeñaba en poner un tema de conversación... ahora, sólo silencio; podría atreverse a decir que veía cierto temor e inquietud en sus ojos, cosa rara en él, en su padre.

Ni siquiera tomaba libros, ni llamadas. Nada.

Una noche, Giorno creyó escucharlo gemir en sueños mientras lo velaba, incluso se pudo percatar de que su padre rechinaba los dientes, angustiado... sin contar que el muchacho rubio seguía angustiado por su propia pesadilla. De cualquier manera, le parecía extraño que se hubiesen alejado así como así, de forma tan llana y repentina. El joven seguía leyendo libros sobre sueños, tratando de buscar respuesta alguna, cuando los libros decían que los sueños eran precisamente la respuesta.

Suspiró y cerró otro libro más justo cuando llamaron a la puerta.

–Adelante. –Indicó. Un tropel de cinco muchachos entró a la habitación, en silencio y mirando hacia todos lados. Giorno sintió un nudo leve en la garganta y dijo: –Ohh... ¡hola! –No pudo evitar sonreír. –No los esperaba pero me alegra tanto verlos...

Buccelatti gruñó y bajó un bolso grande de sus hombros. Un olor a queso derretido llenó la habitación cuando abrió su equipaje.

–Trajimos una ofrenda para usted, Padrino Giorno Giovanna. –Dijo Narancia, con tono juguetón. –Esperemos que te guste la Margarita.

–Ya, sin hacer tantos aspavientos... –Susurró Buccelatti, visiblemente molesto. –¿puedes comer esto?

–Me están estudiando la cabeza, no el estómago. –Concluyó Giorno, cuando Mista le alcanzó un trozo de pizza. –Muero de hambre, comamos.

El grupo de amigos comenzó a comer en silencio, evitando la típica pregunta de "¿Cómo estás?", no sabrían cómo reaccionaría Giorno ante esta. Fugo, Mista y Narancia se acomodaron en un sillón, mientras que Bruno y Abbacchio se adueñaron de unas sillas.

– ¿Y cómo estás? –El resto de los amigos acribillaron a Narancia con sus miradas. Giorno carraspeó.

–Mejor. –Respondió. –Los médicos decían que probablemente saldría hoy del hospital, pero parece que habrá que esperar hasta el lunes. No sé si es burocracia o si de verdad me quieren dejar aquí...

–Tu padre se preocupa. –Dijo Abbacchio, pensativo. El chico rubio le dedicó una sonrisa irónica.

–No parece. –Concluyó.

–Si no pareciera, ni siquiera estarías aquí, Ricitos de oro.

– ¡No comiencen a pelear, que me duele la cabeza! –Exclamó Buccellati con enojo. –Estas noches sin sueño me van a volver loco...

– ¿No duermes? –Preguntó Giorno muy extrañado. Buccellati sólo negó con la cabeza, lentamente. – ¿Por qué?

–No, no importa. –Susurró, desviando la mirada.

–Claro que importa. –Dijo Abbacchio, apretándole el hombro con cariño. Buccellati se limitó a poner los ojos en blanco mientras bufaba y decía:

–Tengo sueños tan raros... soñé que mis dedos o mi piel se caían, como si tuviera lepra... –Sus amigos lo miraban muy sorprendidos y en silencio. –Sueño a Trish, sola; sueño... nos sueño en una persecución muy intensa...

Sweet dreams (are made of this) -Jojo's bizarre adventure-Donde viven las historias. Descúbrelo ahora