–Es ridículo. –Sentenció Fugo Panacotta muy fastidiado, sentándose en otro lugar que no era la mesa al final del comedor de la cafetería. – ¿Para qué querría Doppio una mesa sólo para él?
–Olvida que sea una mesa. –Decía Narancia, a su lado. –NUESTRA MESA. Nos pertenece por derecho, siempre llegamos más temprano, nos sentamos SIEMPRE ahí...
–Es sólo una mesa. –Se sorprendió diciendo Abbacchio. –Déjenlo.
Sus amigos lo miraron asombrados.
– ¿Quién eres y qué hiciste con Abbacchio? –Preguntó Buccellati, sobrecogido.
–Es la verdad. –Decía el muchacho, pasando los dedos por sus largos cabellos claros.
–Bueno, viéndolo desde cierto punto de vista... –Pensó Mista en voz alta, dejando la comida de lado. –tal vez se harte de estar solo y vuelva a molestar. Eso o tratará de retarnos para que le quitemos la mesa, algo.
–Precisamente eso es lo que quise decir, Mista. –Afirmó Abbacchio. –Sólo es cuestión de ver, esperar, actuar.
Fugo le dio un golpe a la mesa, derramando la bebida de Abbacchio, quien lo miró enfadado.
–Yo no tengo tiempo para observar y actuar. –Dijo poniéndose de pie. –A ver qué trama ese mocoso. –Cruzó la cafetería a pasos acelerados, mientras que Narancia le gritaba "¡Oye! ¡Espera!" e intentaba alcanzarlo para hacerle recapacitar.
Fue imposible.
El chico llegó ante el muchacho pálido, quien pretendía hablar por teléfono utilizando una cuchara. Se afinó la garganta y dijo con voz firme:
–Doppio. Este es nuestro lugar. Lárgate. –El muchacho siguió parloteando alegremente. Fue cuando Fugo decidió sentarse y golpear la mesa, mirando a Doppio fijamente, quien volteó, disgustado. El chico de cabello violeta dejó la cuchara de lado y ordenó:
–Vete, Panacotta. Es mi lugar ahora. –En cuanto tomó la cuchara, Fugo alzó la voz.
–No. Vete de nuestro lugar, vuelvo a pedírtelo. –Tamborileó un par de veces sus dedos sobre la mesa, al mismo tiempo que Doppio le dio la espalda. De golpe, Fugo no sólo sintió un incendio en sus mejillas, sino en su pecho y en su cabeza. Se puso de pie y tiró la charola del joven intruso, furioso. Doppio lo miró, estupefacto. –HE TENIDO SUFICIENTE DE TI, VINEGAR. SUFICIENTE.
Fue como si sucediera en cámara lenta para todos los testigos: Fugo se lanzó encima de Doppio, le tomó por el cabello y comenzó a golpearlo con el puño izquierdo de manera repetida, mientras que la ahora víctima trataba de manotear para quitárselo de encima. Pudo sentarse sobre el suelo y comenzar también a golpearlo con los puños. Ambos rodaban en el suelo, furiosos, con la mirada encendida al igual que sus ánimos, su ira... escuchaban como la gente gritaba y sus deseos de pelea aumentaban de manera súbita, entre golpe y golpe, quejidos, crujidos, más golpes.
– ¡ERES ESCORIA, PANACOTTA! –Gritó Doppio, con una voz y una manera de mirar que no parecía la propia.
–MIRA QUIÉN LO DICE, IMBÉCIL. –Recalcó Fugo, escupiendo sangre ya. Tomó fuertemente la muñeca de su contrincante y la torció, pero alguien más fuerte que ellos lo obligó a separarse de Doppio, diciendo:
–YA DEJEN DE PELEAR. –Fugo reconoció la voz del profesor Polnareff. Lo hizo retroceder y lo miró a los ojos. –Panacotta. BASTA.
– ¡Figlio di Puttana! –Gritó el joven, ignorando a su mentor.
–DIJE BASTA. –Insistió, enfadado. –SUSPENSIÓN A AMBOS. –La cafetería quedó en absoluto silencio: era raro ver al profesor Polnareff de tal humor. –Y más les vale que se tranquilicen, no pueden entrar a clase así. A la enfermería.
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Sweet dreams (are made of this) -Jojo's bizarre adventure-
Fiksi Penggemar¿Serán los sueños manifestaciones de deseos reprimidos o ecos de vidas anteriores? Cada noche, Kakyoin Noriaki tiene pesadillas tan reales como para hacerle creer que alguna vez vivió lo soñado; al despertar, el tedio y la rutina le hacen pensar qu...