Detención

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Me encontraba recostado en mi cama, con una almohada lo suficientemente cómoda para mi cabeza, era septiembre y teníamos un otoño bastante caluroso, solo en mi habitación, mirando hacia arriba y recordando parte de mi infancia. Por momentos reía, ha veces me molestaba y fruncía el seño y hacía un auto análisis, un inventario de lo bueno y de lo malo.

Nací un 29 de Octubre de 1991 en el seno de una familia medianamente acomodada, gracias a un padre que dedicó su vida a la milicia, un tipo duro pero de buen corazón y una mujer maravillosa que truncó su sueño porque se enamoró de ese militar.

De niño yo no entendía muchas cosas, renegaba por casi todo y exigía con tal de obtener algo, a lo que poco a poco mis padres fueron inculcándome fue que sí merecía cosas y lo que yo quisiera pero debía ganármelo. Hacer un esfuerzo para obtener un beneficio.

Mi niñez fue muy buena, pensándolo en éste momento, mientras la tuve pensé carecer de mucho, sin embargo, no era así, tuve lo que necesitaba y lo que no me querían dar eran caprichos.

Y cuando empezó a gustarme una niña y se lo comenté a mis papás, mi madre por un lado sonrió y mi padre por el otro dijo su clásico -Dedícate a estudiar-, el cual escucharía varios años después por la misma razón.

Era algo que me molestaba, yo deseaba que algo como eso en mi vida fuera compartido por ambos, pero solo mi madre era quien me hacía caso, quien preguntaba por mi día en la escuela, si comía o cómo me sentía, mi padre responsable en cuanto al hogar y las necesidades de cada uno pero exigente en cuanto a las notas y los resultados obtenidos, ya que fue él quien me enseñó a leer a los 3 años cuando yo solo quería jugar en el parque y era él quien se sentaba conmigo a hacer las tareas y que yo renegaba de ello pero después valoré.

Posteriormente me inicié en el deporte, soccer para desgracia de mi padre, pues él me había enseñado un poco de baloncesto ya que lo practicó en su etapa de militar activo, "jugué" durante tres años amenazado obviamente por mi padre que si no imcrementaba mi nivel, se vería obligado a cambiarne de deporte porque era requisito suyo que yo practicara alguno. Así que un día por invitación espontánea de un vecino, me aventuré en el mundo del baloncesto e inmediatamente un equipo de niños de mi edad me invitó a formar parte de ellos.

En ese deporte duré alrededor de diez años participando en diferentes competencias y ciudades, donde me divertí, conocí y por lo menos en algo vi que mi padre se sentía orgulloso de mí, aunque mi madre insistía que si lo enorgullecía en cada una de mis actividades, yoo lo dudaba, no era muy expresivo para eso. Pero sí presumía los logros de mis hermanos con medio mundo, sentimiento que tive la oportunidad de experimentar cuando con un desconocido presumió a su hijo menor por haber liderado un equipo de baloncesto por el que nadie apostaba y obtuvieron el 2o lugar gracias a su hijo. Siempre tuve celos, pero ese día por un momento los olvidé.

Las peleas y discusiones con mi padre eran constantes, casi a diario y una que otra sin motivo, se decían cosas sin sentido y mi madre siempre intervenía en defenaa de mi padre, porque a su parecer yo ofendía y faltaba al respeto a mi padre.

Cosa que en el instante de la discusión era mi intención hacer, y después me arrepentía pero había heredado el orgullo de ese hombre y nunca supe ofrecer diaculpas por un error cometido o algo dicho sin razón.

Uno de esos días de discusiones a menudo, mi padre me pidió de favor que lo llevara a una consulta médica y yo respondí que él solo me quería de chofer, en su expresión noté un brillo lastimado y herido, como diciendo que nunca esperó que un hijo suyo le dijera algo así. Pero ya lo había hecho y yo para mi desgracia ya estaba arrepentido y no podía remediarlo.

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⏰ Última actualización: Feb 10, 2016 ⏰

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