Infancia, divino tesoro.

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Era 17 de abril de 1969, Franco jugaba a las escondidas con sus amigos, Daniel, Emiliano, y Martín. Se había escondido detrás de un viejo muro de lo que antes solía ser una garita de policía, pero ahora estaba abandonada. Desde allí podía apreciar los últimos rayos de sol que se ponía, en aquella fría tarde de otoño. Se acomodó la bufanda que tenía enroscada alrededor de su cuello y rostro, mientras se esforzaba por que Daniel, que iba corriendo hacia él, no lo viera.

-¡Pica!- dijo Daniel-. Ambos corrieron hacia el Eucalipto que habían estipulado como "base" y llegaron allí casi al mismo tiempo, entre tropezones, risas, y jadeos. Martín y Emiliano habían sido encontrados antes, por lo que ya estaban allí.

-¡Fran, ya es hora de entrar!- dijo Claudia, la mamá de Franco.

-¡Ya voy!

Franco se despidió de sus amigos, y se fue corriendo hacia su casa. Sus amigos también retornaron a sus hogares. Al día siguiente tendrían que levantarse temprano para ir al colegio, les gustaba ir, porque podían verse todos los días allí.

Sonó la alarma al lado del tímpano de Julio -el papá de Franco- y éste despertó de un sobresalto, luego, procedió a estirar la mano para apagar la irritante chicharra. El reloj marcaba las 07:00 de la mañana, Julio y Claudia se levantaron, y fueron en pijamas a la cocina para preparar el desayuno. Leche achocolatada, café con leche, mate, y tostadas con manteca y dulce era el desayuno predilecto de la familia Phills. 

Mientras Claudia ponía agua a calentar para el mate, Julio se dirigió a la habitación de Franco para despertarlo. Abrió la puerta despacio, y se acostó a su lado por unos instantes. Franco lo sintió entrar, pero se hacía el dormido para remolonear un poco más en la cama antes de levantarse. 

-Buen día... ya es hora de levantarse...

En vista de que Fran no se decidía a ponerse en pié, Julio recurrió al plan "B".

-Bueno, ya que mi pequeño no se quiere levantar, veamos si tiene cosquillas...

-Risas- ¡Detente papá, detente! ¡Me levantaré!

-Siempre funcionan ¿Eh?, Iré con mamá para ayudarla a preparar el desayuno, mientras, vístete ¿Si?

-Está bien. 

Franco tomó su uniforme del colegio Coleman de arriba de la silla que estaba junto a la ventana de cortinas azules, y se vistió lentamente entre bostezos y refregadas de ojos. Se colocó las medias, y luego los zapatos; estaba orgulloso de sí mismo porque había aprendido a atarse los cordones solo, pues su abuelo Horacio le había enseñado la última vez que fue a su casa. 

Pasó por el baño, se lavó el rostro, hizo sus necesidades, y se dirigió a la cocina donde se encontraban sus padres, sentados en la mesa de la cocina, hablando de trabajo mientras Julio cebaba mate y Claudia untaba manteca en una tostada.

-Buen día amor. -Dijo Claudia, dirigiendo su mirada a su hijo de diez años-.

-Hola mami.

-¿Quieres que te prepare la leche achocolatada y las tostadas con dulce?

-Sí, por favor.

Tan pronto como su mamá puso el desayuno en frente suyo, Franco le dió un mordisco a su tostada, le encantaba el dulce de rosas que preparaba su abuela Clara.

Una vez terminado el desayuno, Julio y Claudia se fueron a vestir, y la familia se subió al auto, para dirigirse al colegio. Allí Franco se encontró con sus amigos en la puerta de entrada, dónde otro día de aprendizajes y alegrías comenzaría.



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⏰ Última actualización: Feb 12, 2016 ⏰

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