Addicted to U [EN EDICIÓN]

Capítulo 107: Soledad

¡Buenas madrugadas! Yo siempre llegando a las horas menos adecuadas para actualizar. Pero así pasa cuando sucede babys XD Y bueno, no tengo mucho que agregar, más que pronto sus fríos corazones comenzarán a derretirse por cierto alemán que les sorprenderá con su pasado trágico y su caballerosidad (?). La cuestión es que se diviertan y disfruten del drama cómico tan característico de Addicted to U. Matta ne mis criaturitas~ 

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Decir que había dormido más de cinco horas era pasarse de presunción. Lo único que tenía claro es que por más de varias horas sus ojos no se habían apartado del lejano techo. No sólo estaba sola en esa habitación que le parecía más grande que nunca, sino también parecía que ese día estaba mucho más frío que los anteriores.

Sin contar que Kise había optado por irse a dormir al sillón de la sala aún cuando ella ni siquiera se lo demandó de esa manera.

Suspiró largamente antes de ponerse de pie. No tenía caso que estuviera dando de vueltas en la cama. Se alistó y bajó a la planta baja, solamente para percibir que todo el sitio olía a café recién salido y pan de mantequilla. No era la única que había madrugado.

Aunque la sorpresa se la llevó en cuanto pasó hacia la cocina y notó que no era el italiano el servicial que andaba haciendo el desayuno, sino el hombre que estaba llevando por el mal camino a Motoharu.

—Vaya, pensé que había sido el único que se fue de farra anoche, pero veo que tú también, Kimura —soltó risueño con un croissant en manos y una taza de café en la otra—. Yo me divertí mucho, pero por lo visto tú no.

—Hmp... —tomó asiento, metiéndose de inmediato una pieza de pan. Lo que le faltaba, el cabrón cocinaba bien.

—He estado viendo que entre Kise y tú ya no hay tanta...física como antes -—mencionaba con una inocencia desesperante—. ¿Acaso se volvieron a pelear?

—Aunque así fuera, no te incumbe —su gélida mirada podía intimidar a muchos, pero a Hadrien solamente le provocaba sonreír vivarachamente. Le había dado la razón sin desearlo.

—Estoy sorprendido. Nunca esperé que él pudiera ser tan firme cuando se propone algo —alegó con una pizca de seriedad—. ¿Cómo está el café? —preguntó casual al ver que la chica se sirvió una buena taza, sin azúcar y cargado.

—Mejor de lo que pensé si consideramos que lo hiciste tú —¿para qué fingir la hostilidad cuando no afectaba al sujeto en cuestión?

—Tomaré eso como un halago viniendo de alguien como tú —sonrió cándido y ella se limitó a bufar.

—Como sea... —lo mejor era concentrarse en lo suyo y olvidarse del alemán o terminaría matándolo.

—¿Quieres un poco más de pan? —frente a sus ojos se hallaba esa charola repleta de magdalenas y otros panes que nunca antes había visto; y aunque intentó resistirse al final cayó en la tentación—. Si fueras así todo el tiempo no tendrías esa cara de viuda.

—¡¿Quieres que te dé una buena paliza?! —alzó el tono de voz y él simplemente tomó asiento.

—Creo que hay que deletreártelo —se mofó—. Espero entiendas la lección antes de que te pongas más fea —él se limitó a evadir la cuchara que la castaña le lanzó.

—Idiota —al diablo la buena etiqueta y que fuera quien era. No estaba de humor para aguantar sus sermones ni palabrería.

—Un insulto carente de ingenio. Parece que ni siquiera para eso te queda energía —siseó. Lo peor es que estaba en lo cierto.