Adicta

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2 semanas habían pasado y no me sentía mejor.

Debería existir un centro de rehabilitación para las víctimas de William

El muy desgraciado era igual de adictivo y peligroso que la heroína.

Mi teoría de sacarlo de mi sistema había fracasado de forma espectacular, sólo por unos cuantos días mi cuerpo pareció saciado de él y cante victoria pero luego el deseo y el anhelo volvió, incluso mas fuerte que antes si eso era posible

Me pasaba las noches recordando sus palabras y mi corazón aleteaba en mi pecho pero luego mi mente, la muy traidora o muy sensata -aún no lo decidía- me traía los recuerdos de esa noche y las demás, en las que él se había vuelto distante.

O era mi imaginación?

Constantemente me preguntaba si en realidad huir habia sido lo mas maduro por hacer. 

Probablemente no. Pero ya no podía cambiarlo 

Al final, huir no me habia servido de NADA. 

Mire por la ventana al paisaje frente ami, el verde extendiéndose infinitamente y encontrándose con el azul profundo que anunciaba la noche en el horizonte.  

William...

Rode los ojos y me aparte de la ventana. Era ridícula. 

Mi cuerpo empezó a hormiguear con la familiar sensación de necesidad y gemí. De frustración y deseo.

En serio era posible volverse adicto a una persona? 

Trate de ignorar a mi lujurioso y estúpido cuerpo y me deje caer en la cama. Mire el techo distraidamente y entonces sin mi permiso, mi mente me llevo a una de las tantas noches que habia pasado con él 


Antes 

-Párate a los pies de la cama- La voz de William, su orden, mi cuerpo las acato al instante.

Con pasos lentos pero seguros me pare a los pies cama, mirándola. Las sabanas estaban impecables, la seda negra brillando bajo la tenue luz de el millón de velas que William habia encendido, mientras yo esperaba "pacientemente" cerca de él sobre mis rodillas

Se suponía que no debería observarlo, pero simplemente no podía NO mirarlo, mientras se movía por la habitación encendiendo una a una las velas. Mirando de vez en cuando hacia a mi y dándome una mirada reprobatoria pero sin decir nada. Solo con la leve insinuación de una sonrisa. 

-Quítate el camisón-

Lentamente, como él me habia instruido que le gustaba, lo hice, dejándolo caer a mis pies

-Sube a la cama y gatea hasta que estés cerca de la cabecera- 

Mis piernas temblaron involuntariamente cuando me subí a la cama, de hecho, todo mi maldito cuerpo vibraba con anticipación. Gateando hasta que mi rostro quedo enfrentando las almohadas me detuve. Y me quede quieta, en cuatro, totalmente desnuda y ligeramente expuesta 

-Abre las piernas- Su voz me hizo juntar los muslos, cuando me estremecí y un placentero cosquilleo me invadió y se concentro entre mis piernas.

El chasquido contra mi piel, me hizo estremecer y luego vino la comezón.

-Te dije que abrieras las piernas- dijo William con voz se vera antes de darme otro azote en la nalga opuesta 

Esta vez, usaba un látigo de cuero. Era una vara semiflexible y la punta de cuero. Cuando lo habia visto me recordó a las cosas que usaban los jinetes para azotar a sus caballos. William amablemente me habia dicho que era uno de esos, pero que aunque planeaba usarlo en algo que iba a montar, definitivamente no era un caballo. 

My sole regretDonde viven las historias. Descúbrelo ahora