Cada día me despierto a la misma hora, a las 07:00. De esta manera me da tiempo para ver la TV antes de irme a clases. Llevo repitiendo este pequeño ritual desde hace años. Casi nunca veo nada interesante en la máquina tonta, pero hoy había algo perturbador. La chica del noticiero empezó a hablar sobre esos horribles asesinatos.
No le solía prestar atención a esto pues las muertes pasaban en la otra punta de la ciudad. Pero esta vez fue diferente. El cadáver fue encontrado en unos apartamentos vecinos a los míos, allí vive una buena amiga mía. Por lo cual al escuchar esto rápidamente me vestí y salí corriendo hacía el lugar.
Al llegar sólo vi coches de policía y gente curiosa rodeando el lugar. Empecé a buscarla desesperadamente por aquel sitio. Era invierno por lo cual sentía un frío que me helaba hasta los huesos, pero por si esto no era suficiente también había una espesa niebla que hacía más difícil el localizar a la chica.
Busqué durante más de 10 minutos sin resultado alguno. Hasta que de pronto empecé a sentir un dolor horrible en mi ojo derecho. Instintivamente me llevé la mano a la cara para taparlo, no sabía por qué lo hacía. Pero al hacer esto comencé a ver unas imágenes horribles de gente descuartizada. Pasaban a gran velocidad delante de mi ojo, y sumado al dolor, hicieron que me mareara. Caí de espaldas, pero antes de tocar la fría acera escuché en mi cabeza una voz que decía la palabra "Beelzebu".
Cuando volví a abrir los ojos vi una silueta difusa. Al aclarase me di cuenta que era mi amiga que me miraba con una gran sonrisa.
—Bonita siesta te estás echando, Zin.
—No estoy durmiendo, joder —Dije mientras me levantaba rápidamente del suelo.
Al levantarme vi aún mejor a la chica. Siempre me pareció muy guapa porque tenía un largo cabello rojo y unos ojos azules preciosos. También era bastante bajita y delgada, con una piel blanca como la leche. Se llamaba Hikari, pero yo siempre le decía La Loca porque estaba todo el día gritando y bailando.
—¿Entonces has tropezado? —soltó una risita mientras lo preguntaba—, tan patoso como siempre, nunca cambiarás.
—Que no es eso, me he mareado y me he caído, seguramente porque estuve buscándote como un loco sin haber desayunado siquiera
—Qué mono, te has preocupado por mi y has venido a ver si estaba bien, me haces sentir importante.
La miré con una cara de desprecio porque siempre decía estás cosas para burlarse de mi con un tono infantil que me hacía hervir la sangre.
—Sí sí, lo que tú digas, pero ahora que veo que estás entera tengo que preguntarte, ¿qué cojones ha pasado aquí?
—Bueno pues verás, a mi vecino de arriba lo han abierto en canal y le han sacado las tripas como si fuera un cerdito —sonrió
Siempre se toma las cosas de forma humorística, por muy crueles que sean, no sé si admirar esta cualidad suya o aborrecerla.
—Joder, que puto asco, ¿quién fue el afortunado en encontrar el cadáver?
—Fui yo, obviamente, iba a pedirle la sal pero al llegar me di cuenta que la puerta estaba cerrada y bueno, vi tirado en el piso al pobre hombre junto a un charco de sangre, bueno más que charco un lago sangre —Volvió a reír.
—Una persona normal ante tal escena se traumatizaría de por vida, no sé podría a sonreír como una psicópata de los cojones.
—Mejor sonreír que llorar, ¿no crees?
Creo que esa era su frase favorita porque la repetía tantas veces que me daba dolores de cabeza, aunque fuera mi amiga a veces era insufrible con esa actitud de niñata loca que parecía que vivía en Saturno y no en la Tierra.
—¿Y qué pasó después?
—Bueno, pues llamé a los señores policías que vinieron a la velocidad de la luz a la escena.
—¿Tienes alguna idea de quién podría ser el carnicero?
—No lo sé pero ojalá lo supiera así podría decirle que me diera la sal porque parece que se la ha llevado.
Cuando dijo esto me quedé muy extrañado, no entendía por qué leches se iba a llevar un asesino la sal aunque menos entendía aún porque Hikari se puso a buscar la sal después de ver el cadáver. Le iba a preguntar esto último pero pensé que mejor no, ya que recordé que no tiene sentido buscarle la lógica a esta muchacha.
—¿Por qué se iba a llevar la sal?
—No sé, quizás quería preparar una deliciosa comida después de un duro día de masacre —Bromeó de nuevo.
—Pero espera, ¿cómo sabes que se la llevó, no crees que lo más posible fuera que el hombre no tuviera sal ese día?
—Lo dudo mucho, ya que el viejo siempre tenía la sal en el mismo sitio, nunca he visto que faltará por eso imaginé que se la tuvo que llevar el asesino.
—Seguramente ese día no la tendría en casa por alguna razón o yo que sé.
Justo después de decir esto se nos acercó un poli que se llevó a Hikari a la comisaría para hacerle unas preguntas. Me dijo adiós con una sonrisa en la cara y se fue dando saltitos con el agente. Miré por última vez los apartamentos y volví caminando a casa.
Al llegar me di cuenta que había pasado casi una hora y media por lo cual decidí no ir a clases ese día ya que llegaría muy tarde. Me puse el pijama de nuevo para ir a dormir porque tenía un sueño mortal por alguna razón. Pasé delante del espejo del pasillo y me miré. Estaba feo como siempre con mi pelo corto y negro como el carbón. Además de unas ojeras gigantes que nunca se me quitan. Lo único que me gustaba de mi eran mis ojos azules.
Mientras me observaba en el espejo me di cuenta que mi ojo derecho empezó a sangrar y me toqué el ojo con la mano. Al retirarla me vi de nuevo en el espejo y no había ni rastro de la sangre. En ese momento volví a recordar lo que me pasó en la calle, por alguna razón mientras hablaba con Hikari parecía que lo había olvidado. Atribuí todo esto al cansancio y me fui a dormir.
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Beelzebu Boys
ParanormalLas calles de Tokio se encuentran sumergidas en una espiral de horribles asesinatos, que dieron comienzo hace un año. Los reportes oficiales de la policía dicen que son debidos a peleas entre las pandillas, que cada vez se han hecho más numerosas y...