Capítulo 56 - Costumbre.

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•Ross•

Toda la tarde mi atención estuvo puesta en conseguir información.
Intenté comunicarme con Riker, con Rocky, con Ryland. Pero como lo imaginaba: Era inútil.

La cena había terminado y estaba oscureciendo cuando me decidí por buscar a Pia. La chica era fría, calculadora, pero yo necesitaba saber que estaban bien.

Di tres golpes en la puerta del vagón continuó, el aire, cada vez más frío, revolviendome el cabello rubio hacia atrás.

- ¿Quién es? - Una voz cansada masculló desde adentro.

- Ross Lynch. - Me aclaré la garganta, intentando que me oyera sobre el ruido de la maquinaria.

- ¡Adelante!

Entré, sorprendido al ver que estaba sola. Sin guardias, o ejecutivos.
Sola, con una taza de té y varios papeles frente a su nariz.

Me sentía como si acabara de sorprenderla, metiendome demasiado en su vida.
Estaba vestida con un simple polerón blanco, con la nariz metida en su taza de té, las mejillas rojas.

- ¿Qué necesitas? - Tosió, sentándose recta, su expresión y sus ojeras desapareciendo. La Pia de antes volviendo. - Digo, ¿Qué quieres?

- Necesito saber si mis hermanos... - Comencé, ella rechistó.

- Están bien. - Rodó los ojos. - ¿Ya te puedes ir? - Gruño.

- Ems, yo.. ¿Ok? - Levanté una ceja, volviendo sobre mis pasos.

- ¡Hey, Lynch! - Volteé, viendola. - Sigue jugando ese papel con Fres, las redes sociales están explotando. Lo estás haciendo bien. - Guiñó un ojo, volviendo a sus bolígrafos y papeles.

Trague saliva. ¿"Ese papel con Fres"? ¿Qué "papel"?
La estúpida foto estuvo volando frente a mi mirada, al igual que los comentarios, todo el día.

Simplemente quise protegerla... Simplemente, no la podía dejar así.
¿Acaso lo tomarían como publicidad?

Paré junto a la habitación, golpeando reiteradas veces mi cabeza contra la pared.
Azul no me había dirigido palabra en todo el día, quizás estuviera enojada, o herida. ¿Llegué demasiado lejos? ¿Toqué un lugar dentro de ella al que no quería que llegue?

La sentí tan cerca, tan fría.

Entre en la pequeña habitación, viéndola aún despierta.
Su mirada estaba en la pequeña ventana junto a la litera alta, donde el paisaje cambiaba constantemente. Pequeñas montañas se hacían presentes, y la temperatura comenzaba a bajar.

Varios grupos de vacas, ovejas o cerditos se vislumbraban de a ratos en la llanura.

Sus ojos azules, preciosos sin lágrimas ni marcas rojas, se chocaron con los míos y mostró una sonrisa tímida.

- Hola. - Sonreí.

- Hola. - Respondió, volviendo a voltearse hacia la ventana.

¿Qué digo?
La luz de la luna que entraba por la ventana se reflejaba en su cabello negro azabache, que le llegaba por debajo de los hombros, donde nacían las puntas azules en su cabello.

Respiré, profundo. Realmente es bonita, realmente está rota.

Quería saber, quería conocer la causa de cada una de sus heridas, pero ¿Cómo llegar a ese lugar tan escondido en su pecho?.

Me senté en mi litera, quitándome las zapatillas. Una vez en calcetines, me metí dentro de las frasadas, aún con mis jean's.

- ¡Fuera luces! - Musitó un guardia, y la luz se apago, dejando la pequeña habitación en oscuridad a no ser por la luz que entraba en la ventana.

Los juegos de la fama {R5}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora