25▼"Pulsaciones"

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   Michael se había quedado pensando acerca de la niñez. Yacía en la cama, con el costado izquierdo contra la sábana indiferente que se mantenía helada a pesar de estar sobre ella. Comprendió que nunca estuvo tan entristecido en su vida, a lo largo de veintiocho largos años que se extendieron y pasaron como una corriente instantánea. Se miraba aún, caminando por la acera del edificio donde solía vivir, con la mejilla herida y el alma rota por completo. Las manos en los bolsillos del pantalón, inquieto, preocupado y desanimado. Camino a la muerte irreal. Definitivamente creyó por un momento que caía de un acantilado, fue sólo por un momento, entonces se estremeció y volvió a cerrar los ojos, intentando consolar el sueño sin dejar de pensar tanto.

   Quiso agradecerle a Bennett por todo lo que había hecho por él, por intentar arreglar aunque sea un poco el corazón que le quedaba. Pero no pudo hacerlo, porque estaba inhibido, aún en un bloqueo que no parecía terminar, tenía el momento perfecto cuando sintió cómo le abrazaba por detrás, en la misma cama y sin guardar distancia. Nerea no se arrepintió de aquello aparentemente, claro que Michael estaba tan agradecido, porque pudo encontrar calor cuando se dedicó a apoyar su nariz sobre sus cabellos. Inhalando y exhalando, dando tumbos en su pecho por lo menos unos minutos después. Porque ella le dijo que todo estaría bien, y se sintió seguro. Como si no supiera nada de lo que estaba pasando, cuando Bennett durmió, él dejó de darle la espalda, y le dio una caricia con los labios.

[...]

   Por la mañana tuvo una extraña sensación cosquilleándole la mejilla, entonces abrió los ojos de golpe y se encontró entre sus cabellos. Bennett estaba cómodamente dormida, casi sobre él y Michael mantenía la cara dentro del hueco que había en el cuello de Nerea, ni siquiera se dio cuenta de cuántas veces se movió por la noche. Seguramente bailaron sin parar entre la sábana, que estaba perfectamente arrugada, llena de suspiros que daban los grumos que se formaban. Jackson se sentó en la cama, aclarando la vista mientras provocaba un silencio en toda la casa. Sin embargo, tuvo la certeza de que algo le cambió dentro, pero no supo qué.

   Escuchó la manera en que Bennett suspiró contra una de las almohadas, con los brazos extendidos y la camiseta pegada a su espalda como una estampa. Hacía unos minutos que llevaba las piernas sobre Michael, dormía a sus comodidades, al parecer. Jackson contempló la forma de dormir que poseía. No parecía un ángel, más bien un demonio con el cuerpo lleno de brillo, sí un poco. Pero era algo más que eso. Resistió las ganas de estamparle un beso por el rostro porque no quiso parecer un canino con desesperación. Se acostó a su lado unos minutos más, queriendo que jamás se terminara ese encuentro. Le acarició la cintura y dio un abrazo delicado para que no se despertara con sus movimientos.

   Tanto estaba deseando que ella se despertara.


Ella es mi Libertad × [Michael Jackson]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora