Capítulo 26. Entrada triunfal

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N/A: Dejen el video en multimedia para el final del cap. ¿si? Las amo <3

26.

Apoyar mi frente en la ventana del auto nunca se sintió tan cómodo y refrescante, pero no puedo absorber del todo la sensación. No cuando me encuentro pensándolo. Una semana. Tengo una maldita semana para olvidarme de todo y empezar de nuevo. Una semana alejada completamente de todos. Una semana en la casa de campo de mis abuelos.

—Pararé en la siguiente estación, aprovecha para ir al baño y comprar comida porque todavía nos quedan como cuatro horas de viaje —musita mi mamá mientras veo a mi hermana, dormida plácidamente en la silla para bebés a mi lado.

—Mamá —me arriesgo a preguntar recién, que mi progenitora no tiene el ceño fruncido como en las últimas veinticuatro horas, en las que me ha hablado solo lo necesario—, ¿mi papá sabe que estamos yendo a visitar a los abuelos?

Niega y sé que el alivio que siento es inapropiado, pero simplemente no quiero preocupar a papá. O eso me hago creer para no sentirme más culpable.

Inspiro profundo y decido observar el escenario frente a mí. Recién se está poniendo el sol, pero este atardecer es diferente. Este atardecer no es como el de ayer, cuando salí a despedir a Mery y a Mike. Este atardecer es triste.

¿Me llamará?, ¿me habrá llamado ayer en la noche? ¿Cómo pude ser tan estúpida para olvidarme el móvil en la escuela? ¿Cómo es que no lo cogí antes de que mi mamá se diera cuenta, cuando lo encontré en mi mochila? Y yo pensando que no le importo, maldiciéndome por sentir esto, insultándolo por todo. ¿Pero por qué demonios vuelvo a aquí? ¿Por qué vuelvo a él? ¿Por qué necesito aferrarme a su imagen, parado en la puerta de mi casa, diciéndome lo que ahora necesito escuchar; si ayer lo odiaba y le echaba la culpa de todo... si aún sigo pensando lo mismo?

—No estamos yendo de visita, Gia —murmuran a mi lado y me encuentro con una mirada fugaz de mi mamá—. Tus abuelos están de viaje e iremos a cuidar la casa. Tu papá dio la idea de que pongas tus pensamientos en orden mientras limpias la azotea —termina y estaciona el auto.

Lo sabe, lo sabe, lo sabe. Mi papá lo sabe.

Trago el nudo en mi garganta y cojo el dinero que me da para salir y meterme en el pequeño supermercado.

Maldigo en voz baja cuando la chica de la caja registradora y los clientes que atiende me miran como un bicho raro. Yo también me miraría así por entrar como desquiciada y chocar contra un estante, pero me encuentro muy ocupada tratando de poner en su sitio a las latas que están regadas en el suelo por mi culpa.

—Maldita sea —repito, esta vez más alto, causando que la señora que pasa por mi lado con sus compras le tape las orejas a su hijo y me fulmine con la mirada.

En ese instante, quiero gritarle todas las groserías que existen e inventar las que no, pero algo en la cara del niño que lleva consigo me quita las palabras de la boca.

Muerdo mi lengua e intento poner la última lata de sopa de tomate del suelo en su lugar. Y fallo, una y otra vez, viendo borroso e insultándome mentalmente por ser tan idiota, tan débil. ¡Son solo unos putos ojos azules! No tienen nada de especial, ¡nada!

—¿Necesitas ayuda con eso? —inquieren frente a mí y niego, desviando mi mirada de la chica que antes estaba detrás de la caja registradora. Le debo parecer patética. ¡Estoy siendo patética, joder!— ¿Estás bien? —cuestiona y vuelvo a negar, entregándole la lata.

—¿Me puedes decir dónde quedan los baños? —pido y me aclaro la garganta, tocándome la frente y maldiciéndome después porque ella se da cuenta del gran hematoma que tengo allí.

Until you're mine © |Logan LermanDonde viven las historias. Descúbrelo ahora