Capitulo 5: Destruccion

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Quedo con el gato hasta que este, inevitablemente, quedo dormido en su regazo. Después de 2 tazones, no pudo resistir más al sueño y tener su estómago lleno como nunca antes.

Tsukishima pensó que el ronroneo del animal era cómodo y relajante, hasta hacia que a el también le agarrara sueño.

Lo observo y suspiro, no tendría más remedio que llevarlo con él, de seguro Akiteru estaría en el quinto sueño.

Con cuidado para que no se despertara, lo tomo entre sus brazos y camino lentamente y con sigilo, así nadie en la casa se diera cuenta de que anduvo casi a las 4 de la mañana con un gato. Para estar viviendo en aquella casa, todavía no se sabía perfectamente la ubicación de cada pared... y pues, su codo tampoco.


Con un pequeño dolor en su codo, llego bien a su habitación. Sin hacer ruido, ni ninguna reprimenda por andar tan tarde. Si su padre se despertara ahora mismo se llevaría una grande.

Dejarse caer completamente en la mullida cama era como estar en una nube, una bien mullida y suave. Ese ligero aroma a vainilla de las almohadas le cansaba más. Se tapó con el gatito en su estómago y al instante se durmió.



-Hey, Tsukki.-

Las lunas, las estrellas y la tierra. Complementando en perfecta armonía.

Y aquel chico de pequeñas estrellas en su rostro y un sol en su sonrisa, esa era su armonía.

Lo era.


Una imponente figura negra se abalanzo hacia él, y con lágrimas en su rostro, sin borrar su sonrisa, fue completamente devorado sin vacilación. Y él se dejó, porque su amigo lo pagaría más caro.

Sacrificarse y guardar su dolor, era siempre típico de él.


Ahora estaba solo en la oscuridad.


Creyendo que se desvanecería por la culpa y la tristeza de no tenerlo... No, ya no más. Enfrentaría a sus miedos.


-Detente ahí, Yamaguchi.- Sin una gota de miedo, enfrento a la oscuridad. Hay muchas oscuridades distintas- Ven aquí, ahora.-

Aun con su sonrisa de sol, el niño apareció frente a él.

-¡Gracias por ser mi amigo, Tsukki!- Aunque aceptara y correspondiera esa fachada, algún día acabaría derrumbándose. Nada es para siempre. –Como nada es para siempre... ¿Por qué no pasamos lo que queda de nuestro tiempo juntos? Tengo algo muy especial que mostrarte.-

La pálida mano del pecoso se extendió hacia el ahora convertido mayor, su actualidad. Nunca olvidaría ese tacto, por más que pasara el tiempo.

Las únicas sonrisas sinceras siempre eran para él. Siempre...


Kei sonrió, tomando la mano del niño y dejándose llevar entre miles de sensaciones, sensaciones que volvía a rememorar nuevamente.

-¡Tsukki, cierra los ojos!- el tono divertido de Yamaguchi lo hizo reír. Una risa sin tapaderas y falsedad- Sigue riendo así, es lindo verte feliz.-

Como le ordenaron, cerro sus ojos.


Un intenso aroma a rosas invadió sus fosas nasales. Aire fresco, natural. Y hermoso.

Era el jardín de su madre. En donde les gustaba jugar a él y a Yamaguchi siempre que el visitaba a escondidas su casa.

Es por eso, que era su santuario secreto.

Y ahora sentado en la blanca hamaca de hierro, alguien se mecía suavemente, al igual que su cabello negro. Todo de el... era místico para Tsukishima.


Yamaguchi miraba al desconocido con aprecio bajo el arco de rosas. Kei lo miraba sin entender, ¿Acaso conocía a ese misterioso muchacho?

-Sabes Tsukki... pensé que seriamos amigos por siempre.- Bajo su mirada. La pequeña sonrisa comprensiva hacia entender que no estaba enojado- Pero, entiendo a tu padre... Soy mala influencia para ti, eso es cierto en todos los sentidos.-


Oh, sí, había visto esa escena antes. Varias veces.

Echándose siempre la culpa.

Kei se agacho y bajo la atenta mirada del pelinegro, abrazo al niño fuertemente entre sus brazos. No volvería a esfumarse mientras estuviera aferrado.

-Créeme, si esto fuera la vida real y el pasado, verdaderamente no te dejaría ir. Nunca fuiste una mala influencia, no... solo eras el único que dejaba mi verdadero ser al descubierto, y eso era lo que aterraba a mi padre. Dejarme libre y que lo supere.- Volvió a sonreír, una sonrisa rota.

Podía tener el control de sus acciones, y a la vez no.


No se dio cuenta cuando ese chico desconocido se acercó. Su mano era destrucción.

Se posó sobre la cabeza del niño, y este sin dejar de sonreír desapareció.

Kei enserio creería que si estaba en sus brazos, no volvería a desaparecer. Cuan equivocado estaba.


-Dime, ¿Ya has terminado con tu pasado?- Al levantar la mirada, sus ojos dorados parecían destruidos por esos negros infinitos. Su voz también, profunda y aterciopelada, parecía una perdición.

Su nuevo sufrimiento.

-Kuroo...-


Sus sueños en los que antes eran un mar de calma, ya habían cambiado. Su realidad deformada por ese chico fantastico.

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Espero que les haya gustado~

Muchas gracias por los comentarios y los favoritos, No saben lo feliz que me siento, ningun Fic mio alcanzo mas de las 100 leidas XD

¡Hagamos creecer este fic! Muchas gracias, en serio!


Ando medio ocupada, asi que cuando pueda actualizare UwU


Nos vemos~

Sueños Compartidos [Yaoi]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora