Martes 13 de Septiembre

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Pasé delante de él con cuidado. Aquella casa era de lo más acogedora. Llamó mi atención una gran estanteria llena de libros. ¿Cuántas tardes se habría pasado sentado en aquél sofá leyendo?

-Estás en tu casa- me dijo.
-¿Te gusta leer?-quise saber.
-Sí, me encanta. Sobre todo cuando llueve- respondía a la vez en la que buscaba una especie de botiquín. -¿Y a ti?
-Sí, a mi también.

Mientras esperaba en el salón, miraba a mi al rededor minuciosamente. No habían fotos por ninguna parte y todo estaba realmente limpio.
De pronto, apareció delante de mi una preciosidad. Un blanco labrador de poca edad.

-Ey pequeño...
Miré su pequeña chapa que le identificaba como Whisky.
Solté una carcajada que hizo aparecer a James delante de mi abotonandose su camisa.

-Vaya, veo que ya le conoces.
-Su nombre es genial. ¿A quién se le ocurriría?
-A mí, parece ser. Hace poco fui a un centro de animales a acompañar a Eric a dejar un perro abandonado que se encontró y vi a este pequeño.
-Vaya, que coincidencia...
-¿El qué?- preguntó con curiosidad.
-Esta misma mañana me he encontrado a un perro abandonado en mitad de la calle y he decidido qurdarmelo. A diferencia que Whisky, está en otras condiciones.
-Al menos ha encontrado a alguien que lo quiere. A veces los animales tienen más suerte que las personas.

Aquella reflexión me dejo descolocada. ¿Se refería a él? ¿O simplemente fue lo único que se le ocurrió decir en ese momento? Fuese cual fuese el caso, no pretendía quedarme con la intriga.

-¿Por qué lo dices?-quise saber.
-Desde que murieron mis padres me he sentido alejado del mundo. Aunque estuviese con Elisabeth y saliera con mis amigos por ahí, no he vuelto a sentir ese afecto de antes. Pero resulta que extrañamente, cuando estoy contigo me siento agusto, en familia.

Aquellas palabras me dejaron sin aliento. Yo sabía que era no tener padre, aunque lo mio viniese desde mi infancia, pero realmente no se que sería de mi sin Marina. Aunque por otro lado, soy lo bastante autosuficiente y autónoma como para no depender de alguien.
Espera, ¿conmigo se sentía agusto? ¿Es posible que a una persona que acabas de conocer puedas tenerla un mínimo de aprecio?

James era una caja de sorpresas y a decir verdad yo también me sentia en familia a su lado. Más bien me sentía protegida y a salvo con él.
Sin saber como, un impulso hizo que acabase abrazada a él. Su aroma parecía ser mi nueva debilidad. El me sostuvo con delicadeza mientras que yo buscaba abrazarle como si fuera la última vez que le veria.
Tan solo unos centímetros nos separaban mientras con una mano me rodeaba la cintura y me miraba con una media sonrisa y una mirada que guardaba melancolía. Me dedique a sonreirle y él me acompañó con su característico gesto hacia mí de colocarme un mechón de pelo detrás de mi oreja.

-¿Qué te parece si vamos por fin a desayunar?
-Realmente es el desayuno más largo que haya tenido en mi vida.
Ambos rompimos a reir.

Andando por las misteriosas calles de Londres, divisamos un Starbucks. Tenía el presentimiento de que aquella seria nuestra cafetería favorita de aquí en adelante.
Una vez estabamos sentados en unos sofás, tenía la obligación y la curiosidad de pedirle explicaciones.

-James- pronuncié con delicadeza.- su rostro mostraba serenidad a diferencia de la rabia que reflejaba en mitad de su pelea con Brandon. -¿por qué... tu y Brandon...?-no me dejó acabar para cuando contestó:
-No creo que tenga que darte explicaciones- dijo con tranquilidad.
-Pues yo opino lo contrario. Creo que debo saber por qué mis nuevos amigos casi se matan a puñetazos.
-Qué exagerada eres- esbozó una sonrisa de acompañamiento.
-Dímelo- insistí.
-Brandon está cambiando mucho últimamente. Habíamos estado hablando está mañana sobre por qué deje a Elisabeth y al parecer no le pareció buena idea. Sea el motivo que sea, no me gusta que me digan que hacer o no, y Brandon ya llevaba tocandome las narices desde hace semanas. Así que entre unas cosas y otras ambos explotamos. Aunque ya va siendo costumbre.

-Pues menuda costumbre más absurda- comenté.
-Supongo que sí. -dijo.- Mia, Brandon ya no es el que era antes. Hace una semana, incluso menos, ha estado con otro grupo cerca de la zona y precisamente no es que hablen bien de ellos.

-¿Tú crees que este metido en...?
-No lo sé, parece ser de piedra últimamente. No se que le pasa la verdad y parece que no confía o no quiere confiar en ninguno de nosotros. A decir verdad, contigo parece ser diferente.
-Yo... no lo sé. Me he sentido mal dejandole ir así, la verdad.
-Pues si tanta lástima te daba, haberte ido con él.

Aquélla contestación no me la esperaba, ¿no se daba cuenta de qué en ese momento, con la persona con la que estaba, era con él?
-No seas así, ambos sois mis amigos y mírame, estoy aquí, contigo.

Su expresión seguía siendo relajada, este chico era diferente.
Me quedé observandole, sabía que debía de hablar con Brandon, la verdad, sería más fácil localizarlo si tuviera su número de teléfono. Segundos más tarde nos poníamos en pie para irnos, aunque parece ser que tendría que llegar más tarde a clase de lo previsto.

-¡Alto las manos, que nadie se mueva o disparo!



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