Me sentía impotente. Era lo que más odiaba: la sensación de impotencia, era la única que me podía hacer llorar, la única que hacía que me invadiera la desesperación.
Miraba a todos lados, sin saber qué hacer; los oficiales aún no se daban cuenta de que estaba despierta y la verdad, no quería que lo hicieran, pues eso me daba tiempo de idear algo.
Pero, ¿qué podría hacer yo, una muchacha débil y flacucha? ¿Una niña que se la pasó viviendo sin ningún contacto con la sociedad, que tuvo una infancia feliz? ¿Sería capaz de hacer algo por mi familia?
Entonces recordé a mi padre, un hombre dulce y cariñoso, que parecía la persona más noble de todo el mundo... O eso era hasta que su instinto protector lo llevaba a hacer cosas que en cualquier otra situación jamás haría. Recordé lo que había pasado 10 años atrás, y lo que acababa de pasar hace un tiempo (el mismo día o ayer, no lo sé, porque había perdido la noción del tiempo) y pensé en lo que había comprendido entonces: Somos capaces de hacer lo que sea por las personas que amamos, y no somos conscientes de hasta dónde podemos llegar hasta que nos encontramos en una situación así, como la mía. ¿Hasta dónde podía llegar yo? No pude evitar pensarlo... ¿Era capaz de... matar a alguien? La idea me sobresaltó y de inmediato la borré de mi cabeza. No quería pensar más en el asunto.
Me quedé acostada en el asiento, mirando el techo del auto. Aún no asimilaba bien todo lo que estaba pasando, estaba sucediendo tan rápido que no podía creerlo; apenas un día atrás estaba cenando con mi familia cómodamente en la sala, conversando formidablemente. Seguro que todo acabaría pronto, tal vez solo era un sueño y pronto volvería a casa, con mis hermanos y mis padres...
Imposible. Todo había pasado, era real, era verdad que mi padre había muerto. Quise llorar pero recordé que no debía hacer ruido, así que sólo pude sentir como me escurrían las lágrimas, no podía evitarlo.
Pero era fuerte, y así lo sería, por mis hermanos, por mi madre, por mí. Haría lo que mi padre siempre estuvo dispuesto a hacer: dar lo vida por nosotros. Recuperaría a mis hermanos y no sé cómo, pero volveríamos a casa, todo volvería a ser como antes, o al menos, eso me decía para sentirme mejor. Si mi padre no hubiera muerto seguro habría ido a rescatarnos, hubiera buscado la manera de hacerlo y mi madre lo habría seguido, indudablemente. Pero ahora mi padre no estaba, la fortaleza de mi madre se había ido y lo más seguro es que a ella la metieran a la cárcel a no ser que la castigaran de la peor manera posible.
Ahora estaba por mi cuenta.
Establecí prioridades: buscar a mis hermanos, salir de ahí, buscar a mi madre y volver a casa. ¿Suena muy fácil, no? Como si en verdad lo fuera... El lío que me costaría para conseguirlo, y aún, no tenía ni idea de cómo hacerlo.
Pensé en salir del auto, pero ¿cómo? Estaba muy bien asegurado e incluso estaba blindado; y además ¿qué tan lejos llegaría? ¡Ni siquiera sabía dónde estaba! Tal vez podría correr un poco y luego buscar refugio, hasta era capaz de buscar comida y agua, eso no era problema. Pero sin la ayuda de alguien no encontraría el regreso a casa, es decir, podría buscar alguna aldea o ir a la ciudad y preguntar, pero no serviría de nada, fuera quien fuera el que me encontrara me llevaría ante los oficiales para ser custodiada y llevada a un centro de entrenamiento militar. El mismo destino sin importar lo que hiciera.
¡Maldita sea! ¡¿Por qué diablos nadie pensaba en los demás antes de comenzar una guerra?! ¿Por qué todos tenían que ser tan egoístas? Hubiera dado lo mismo que Armenia hiciera la guerra contra Azerbaiyán, incluso habría sido más humano, sin tener que enviar a los niños a la guerra. No entendía nada, mi cabeza no alcanzaba a comprender por qué alguien sería responsable de algo así. ¿Por qué el gobierno de Azerbaiyán no podía solo perdonar la deuda y seguir su vida como si nada? Como si les afectará demasiado unos cuantos dólares menos en su presupuesto. Pero no, las cosas no eran así. La ambición de poder, la avaricia y el egotismo impedían que las cosas fueran así, eliminaban cualquier rastro de bondad en el ser humano. Me era imposible aceptarlo, creo que lo entendía pero no lo comprendía, y tal vez nunca lo haga, mi espíritu me moverá a luchar todo lo que pueda, hasta dar la vida para proteger a mi familia y acabar con todo esto. ¿Se habían metido con mi familia? Me metería con ellos. Ya me habían involucrado en esto y ahora no estaría conforme hasta terminarlo.
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El precio de una deuda
Narrativa StoricaEn Armenia, las cosas no podrían estar peor. Ese bello país, que alguna vez disfrutó de paz y seguridad, se ha convertido en un lugar lleno de desesperación y tristeza, pues las medidas "necesarias" que se habían tomado para saldar una deuda, comien...