Keep you ; kellin quinn [iych #1.5]

XXI

PARTE DOS:

"No siento nada porque estoy tan muerto por dentro. Me levanté del suelo, así que no me dejes aquí, te necesito cerca."

: : C A P Í T U L O   V E I N T I U N O | Toma, se te cayó tu cerebro

Vuelo 345 con destino Brooklyn, Nueva York.

(Kellin)

Despegué mi boca de la suya para poder tomar un sorbo de respiro, mis sentidos protestando por apartar mis labios de los de ella. A veces mi adicción por ella tomaba niveles tan catastróficos que no me sorprendería si termino muriendo uno de estos días. Y no me verías quejarme, eh.

No mentiré sobre mis intenciones impuras cuando comencé este beso, pero totalmente cambiaron luego de ello.

Acaricié su mejilla cuando ella acurrucó su cabeza en mi mano sin abrir los ojos, sus labios magullados por el beso abrasador.

¿Cuán ilegal era hacerlo en el baño de un avión?

Eché un vistazo por el pasillo justo en el instante que una sonriente azafata morena iba ofreciendo maní y bocadillos a los pasajeros. Nuestros ojos se encontraron y parece que leyó mis intenciones lujuriosas, porque entornó su mirada hasta volver sus ojos un par de perfectas rendijas amargadas y apretó la mandíbula un segundo antes de tomar del brazo a otra solícita azafata y susurrarle algo en el oído.

Y me gané otra mirada entrecerrada y reprobadora de una segunda asistente de vuelo.

Bueno, tal parece que es muy ilegal hacerlo en un avión.

Con un suspiró volví a mi posición original para encontrarme con una muy sonrojada Megan quien trataba de mirar por la ventana pero sus manos retorciéndose en la ropa delataban su nerviosismo.

Así que no soy el único que tenía ideas censurables en la cabeza.

Megan relamió sus labios en una descuidada forma de calmar el rápido pulso que podía notar en su cuello. Demonios. Basta con la tortura.

- ¿Por qué no quieres hablar de ello? - preguntó cuando ya había transcurrido unos minutos. 

Apreté los labios sin responder.

No es que no me afectara si el donador de esperma tuviera más hijos, una esposa y una vida perfecta que no me incluía ni jamás pensó en incluirme. Dolía como una patada limpia en mis bolas desnudas. Pero no podía ir por el mundo derrochando lástima para que todos me sobaran la cabeza y me dijesen "ah, pobrecito el niño."

Odiaba cuando sentían pena por mí, porque yo no lo merezco.

No desperdiciaba mi tiempo pensando en cosas que no se harían realidad, sino en las cosas que podrían ser algo verdadero.

Como la sed de venganza que goteaba como lava caliente por mi pecho.

La sed de calmar este resentimiento y tener claro que todo lo que una vez predije siempre fue cierto.

Porque ese cabrón me las pagaría.

Años de obtener sus sonrisas falsas y su inventada bondad para conmigo ya habían desgastado mis ganas de aparentar que todo estaba bien, porque no todo estaba bien, para nada.

Ella podía enceguecer su mirada y fingir que lo que me sucedió fue por cosas del destino, y nadie pudo hacer nada para evitarlo. Pero no lo fue.

Claro, ella estaba muy ocupada tratando de proteger lo que tan arduamente había recolectado que no le importó nada más. Ni siquiera si mi vida se iba de viaje directo al infierno gracias a eso.