- ¡Kaidan! - Me quejo dejándome caer en la cama. - ¿Qué diablos no entiendes?
- Todo - Responde encogiéndose de hombros.
- 4 veces y todavía no lo entiendes - Susurro bufando.
- No puedo concentrarme si huelo galletas constantemente.
Ruedo los ojos y cojo el libro estampándoselo en el hombro.
- ¡Concéntrate!
- ¡No grites! - Exclama gruñendo.
- ¡Entonces no grites tu!
- No lo hago - Grita de nuevo bufando.
- ¡Te odio!
- ¡Yo te odio más créeme!
Al segundo siento como estampa sus labios con los míos empujándome con rabia hacia atrás, dejándonos caer en la cama.
Sin saber por que sigo el beso con la misma intensidad poniendo mis manos en su nuca profundizando el beso.
Que diantres estoy haciendo.
Él baja sus labios a mi cuello y muerde. Oh dios, eso me dejará marca.
Rodeo su cadera con mis piernas y suspiro al sentir como vuelve a mis labios.
Luego me voy a arrepentir, se que lo haré. ¡Por qué diablos le estoy dejando!
Aprieto el agarre de mis piernas y sonrío cuando lo escucho gruñir.
Su camiseta desaparece y la tira a alguna parte de la habitación.
Paso mis manos por sus hombros para después recorrer su espalda.
Pero retrocedo mis manos en sus hombros al ver las suyas en el borde de mi camiseta. Le aparto suavemente y respiro frenéticamente. Miro sus ojos buscando una respuesta, pero solo encuentro ¿pánico?
Se levanta sin decir nada, coge su mochila y camiseta y sin ni siquiera despedirse cierra la puerta marchándose de casa.
¿Qué acaba de pasar?