Corría el año 1838
Bajo el cielo gris de Londres, la gente bullía de un lado a otro, protegiéndose con sus mantos negros del frío. Aglomerados en la calle principal, intentaban avanzar a empujones para resguardarse de una lluvia inminente. Sin dignarse a levantar la mirada del suelo, embistiéndose sin pensar en nada más, eran igual que un rebaño de ovejas asustadas.
Fuera de la multitud, en un rincón de la calle, yacía el cuerpo inerte de lo que en su día debió ser una persona. Cualquiera que la viese, pensaría que estaba muerta, pero claro, nadie lo hizo, nunca lo hacían. Su rostro marcado miraba al vacío con unos ojos grandes ,oscuros, y sin vida. Tenía los brazos abiertos hacia el cielo, como si estuviese a la espera del abrazo de un ángel de la muerte, que la llevase para siempre. Por fuera, era un objeto, pero bajo esta coraza sin alma ni sentimiento, ardía un odio intenso e imperecedero que llevaba corroyéndola desde hace tiempo. Esa mirada que parecía perdida, en realidad estaba reviviendo las imágenes grabadas en sus retinas, de una auténtica noche en el averno.
De pronto, una gota de agua cayó sobre su naricita sacándola de sus tribulaciones y devolviéndola al mundo real. Movió su cuello perezosa y recorrió la calle con la mirada. Nadie. Toda aquella gente había desaparecido. La lluvia era para ellos lo que el sol era para los vampiros.
Se levantó lentamente, y caminó hacia su casa. Cabizbaja, moviendo sus pies lenta y rítmicamente, observando sus empeines desnudos, por los cuales trepaban como la hiedra unas monstruosas cicatrices que se perdían bajo el vuelo de su vestido. A medida que avanzaba, los edificios se volvían cada vez más sucios y decrépitos; Por fin había llegado a su hogar, el East End.
Levantó la cabeza para observar a las prostitutas, los lisiados, los mendigos y delincuentes tirados por la calle. Se detuvo para aspirar el hedor y la podredumbre. Ése era su hogar, su familia. Nunca había hablado con ninguno de ellos, pero les guardaba un inmenso afecto "Aquí, todos somos héroes."Pensaba " Marginados, rechazados, todos luchando por vivir, por no ahogarnos en esta vida. Usando cualquier recurso, sin pensar en valores o leyes, sólo en nuestra supervivencia. Esto nos hace fuertes, si, somos nuestros propios salvadores."
Esta afinidad que sentía hacia cualquier ser sin escrúpulos, era uno de los pocos sentimientos que quedaban en su corazón. Pero ruego no creáis, que este sentimiento es amor. Podría matar a uno de sus iguales a sangre fría si eso le convenía.
Su filosofía era muy simple; Haz lo que quieras. ¿Que alguien no te deja ? Mátalo.
Esta mentalidad tan inmoral es uno de los hechos que la alejan de la condición humana, y la convierten en la criatura que conoces ahora .