Capítulo XXXV: Léame, Mr. Fogg

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–¿El... diario... –Preguntaba Joseph, con un tono ahogado. –de Dio...? –Tanto Polnareff como Josuke se miraron con seriedad y miraron al hombre mayor a la vez. –¿Y tú... cómo supiste de...?

–Me lo dieron para repararlo y poder leerlo de nuevo. –Decía Josuke, mientras un tono de voz más centrado se apoderaba de su voz. –Sentí... sentí algo muy raro al tomarlo en mis manos. Una presencia muy oscura, maligna... casi demoniaca.

–No cabe duda. –Declaró el inglés. –Ese diario perteneció a Dio.

–Pero... no tenía simples palabras. –Musitó Polnareff muy dubitativo. –Era como... un código... algo que sólo alguien cercano a Dio podía comprender.

–Instrucciones. –Murmuraron Josuke y Joseph al mismo tiempo.

–Y viniendo de Dio –Continuó el albino. –no podría ser nada bueno. Podría ser cualquier cosa... podrían ser---

–Los pasos para llegar al Cielo. –Cortó el más joven, con un destello de decisión en su mirar. Un silencio gélido cayó entre ellos.

–Josuke...

–Se necesita su stand, un amigo confiable que pueda resistir sus propios deseos, las almas de 38 pecadores, 14 frases y... –Los ojos de su padre estaban sobre él. –me gustaría recordar más...

–No te esfuerces, –Advirtió Joseph. –eres muy pequeño aún.

–Dijiste que era un hombre. –Reclamó Josuke.

–Pero aún eres pequeño. –Explicó. –Eres un hombre, a mis ojos; no quiero que te enfermes por algo en lo que en primer lugar no debería involucrarte. –Lo tomó por sus hombros ante su mirada de reproche y le dijo: –Mucha gente murió por culpa de Dio, sin importar su edad. No quiero que seas uno más pero a pesar de eso, sé que hay varias cosas que puedes comprender al respecto.

Lejos de dar una rabieta, Josuke bajó la mirada algo afligido.

–Quiero ser más útil, papá. –Confesó. –Es... es lo único que recuerdo. Quisiera haberlo leído más pero el señor Jotaro me lo quitó. Dijo algo muy parecido a lo que dijiste... y... y ya no recuerdo más.

–Créeme, hijo. –Le sonrió Joseph. –Estás siendo muy útil, no te preocupes.

Polnareff se estiró en su asiento y bostezó mirando su reloj.

–Ya es muy tarde, caballeros. –Dijo. –No quiero seguir incomodando más esta bonita velada así que---

–Momento. –Lo detuvo Joseph, retomando su tono serio. –¿Qué es lo que debemos hacer? Ya me está hartando el "sólo podemos esperar".

El francés rio y poniéndose de pie, dijo:

–Señor Joestar, usted lo ha dicho tantas veces que es imposible olvidarlo: debemos derrotar a Dio. Quienquiera que sea, pues dudo que sea el audaz hombre de negocios que asiste al Colegio.

–Giorno dijo –Interrumpió de nuevo Josuke. –que su padre no estaba actuando de manera normal. Lo dijo desde que salió del hospital... ¿a eso se refieren?

Una vez más, Joseph lo miró con gravedad y le preguntó:

–Bien... ¿qué quieres decir con que no actuaba de manera "normal"?

–¡Lo he visto! –Exclamó. –¡No encaja con lo que Giorno nos dijo! Es un hombre amable que nos deja jugar y ahora es una persona que le grita y lo regaña y---

–¿Qué otras personas saben de eso?

–Jolyne, seguro Mista... los chicos de la pandilla de Buccellati, quizás Rohan-san... y el director Zepelli debe saberlo también.

Sweet dreams (are made of this) -Jojo's bizarre adventure-Donde viven las historias. Descúbrelo ahora