Un precioso día nublado entristecía las cuatro paredes de mi ahora oscuro cuarto.
No esperes lo mejor de mi
soy un desastre
un caos
y amo serlo.
Deslicé mis piernas lentamente sobre el áspero colchón y mis dedos pulgares de los pies rozaron el frío suelo.
-¿Cuál es tu flor favorita?
+Diente de león.
-¿Por qué?
+Porque son libres, salvajes,
y no puedes comprarlas.
Sin aguantar más las lágrimas, cogí uno de los pañuelos arrugados y desgastados que reposaban en la colcha y me apreté los lagrimales con él.
Sabes, suelo dedicarte canciones, sin decírtelo.
La débil luz de la luna se hizo presente entre las bolas de algodón flotantes, y pensé en tu sonrisa.
Me enamoré de las letras de tu nombre.
Me levanté lentamente y abrí la puerta de la habitación. Hacía días que no la aireaba. No quería que se fuera tu olor de mis sábanas, no quería que se fuera aquel olor a felicidad que yacía en el aire.
Me enamoré de tus defectos.
Bajé las escaleras con tanto desinterés que me tropecé varias veces, pero aquello ya no tenía la menor importancia, me senté delante de la ventana, había comenzado a llover. Ya sabes que amo el olor a lluvia.
Me enamoré de tu ternura disfrazada de frialdad.
No me moví en varias horas, pero parecieron minutos, creo que fue porque no estabas a mi lado.
Me enamoré, eso me atrapó, me enloqueció, esa fue mi perdición.
¿Recuerdas cuando nos pasábamos las noches enteras hablando de nuestro futuro juntos?
No todos los ojos cerrados duermen, ni todos los ojos abiertos ven.
Con aquel cabello desordenado, tan típico tuyo, y tus labios hinchados por haber cenado comida picante.
Te veías.. increíble.
No sé como estarás ahora, dudo si me gustaría saberlo.
Las personas.. son temporales. Pero creía que tú podías ser aquella excepción que rompía todas las reglas.
Aunque después, recuerdo esas comisuras que tanto me gustaban besar.
Estoy perdiendo la cabeza.. pero lo único que puedo hacer es quedarme en silencio y sonreír.
Subí a la azotea. Era nuestro lugar favorito, ¿lo recuerdas? Nos dejaba contemplar toda la ciudad a cualquier hora. Y divisé tu espalda. Aquellos anchos hombros que devoraría cuanto pudiese. Aquel castaño cabello, desordenado, como siempre, y aquella columna vertebral que se dejaba ver a través de la delicada tela que vestías. No deberías de haber estado allí, ¿sabes por qué?
No quería que lo vieses.
Te diste la vuelta. Nuestros ojos conectaron al segundo, y me quisiste sonreír. Sé que me quisiste sonreír, yo también quería, pero ninguno podía. No podíamos.
La azotea desnuda y sin seguridad, era más que tentadora. Bueno, no más que tus labios.
-Siento que sin ti, nada es igual.
Grité.
-Y que contigo, ya no sería lo mismo.
Lloré.
-Hicimos mal en juntarnos, y más mal en rompernos.
Lloraste y me miraste. Yo me planté al borde de la azotea.
-¿Qué estás haciendo?
Dijiste, parecías preocupado por tu tono de voz, y noté como rozabas tus delicados dedos con la punta de mis yemas.
-Simplemente voy a desaparecer, ¿de acuerdo?
Dejé mi cuerpo caer hacia adelante, y sentí una sensación de alivio recorrer mi dañado cuerpo, tanto por fuera como por dentro. Ya no sufriría más. No habrá más dolor, no pasaré más noches llorando por ti. No habrá más nada. Ya no habrá más sueños juntos.
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No more dream. » Kim NamJoon ; Kim SeokJin.
RomanceEl problema es que mientras unos gritan su falso amor, otros sienten en silencio uno verdadero. ;one shot. ;todos los derechos reservados. ;no se aceptan ni copias ni adaptaciones de esta historia.