Veintiuno

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Querida Nadia:

Era imposible no querer saber dónde estabas a cada momento, no buscarte con la mirada. Estoy seguro de que si supieras esto te enojarías como la vez del pasillo, me mirarías ofendida por creerte frágil, como una muñeca de porcelana fácilmente rompible.

Pero Nad, tú estas lejos de ser todo ello, por eso lucho día a día para volverme más fuerte por ambos, para que puedas permitirte ser débil, que puedas bajar la guardia, que permitas ser cuidada, mimada, consentida. Para que otra persona dé la cara por ti.

˜*˜˜*˜˜*˜

Levanto el rostro justo cuando Nadia entra a la habitación, despacio cierro el cuaderno ocultando una vez más aquello que escribía. Ella mira el cuaderno y luego a mí, puedo notar como la curiosidad va asomándose por su mirada, sus labios se separan dispuestos a formular la pregunta que ronda su cabeza, pero se detiene, sopesando si preguntar o no, luego solo me dedica una tímida sonrisa, la más sincera que hasta ahora ha logrado dejar salir luego del infierno que vivió. Se acerca hasta a mí y toma asiento a mi lado en el espacio libre que queda de la cama, recuesta su cabeza en mi hombro y deja salir un suspiro.

–¿No preguntarás que hacía?

Me mira y ladea los labios un poco, un vago amago de lo que posiblemente era una mueca o una sonrisa.

–Eso tenía pensado... Pero recuerdo muy bien que dijiste que pronto me lo contarías, estoy dispuesta a esperar. Claro... Si aun tienes pensado contármelo.

Sonrío por su respuesta.

–Aún tengo esa intensión, Nad. Pronto lo sabrás –le aseguro.

El silencio toma el mando, pero no un silencio incómodo, ni de esos en los que uno se ve en necesidad de decir alguna tontería para rellenarlo. Este es más para sentirnos. Sí, ese era su propósito, "sentir".

Mi cerebro tenía una idea diferente, aquella pregunta que venía desde ayer taladrándome la cabeza hizo acto de presencia, atosigándome momentáneamente. Decido un poco reticente que es hora de que se lo pregunte, por ello respiro hondo y me lanzo a por ello.

–Nadia...

–¿Sí?

–Esto... He estado pensando un poco –vuelvo a respirar– Me gustaría que te quedaras aquí conmigo... ¿Te gustaría compartir el departamento conmigo? –« ¡demonios!, estoy nervios»– No lo sé, supuse que no querrías volver a tu casa por un tiempo, por lo de tu padre. Que no querrías estar sola con tantos recuerdos.

Ella se aleja de mí y me mira sorprendida, supongo que no esperaba que le propusiera tal cosa.

–No...

Esa simple palabra dolió como la mierda. Desvío la mirada para que no vea que provoco su respuesta, pero toma mi rostro entre sus manos y lo fija frente al suyo, sin darme la oportunidad de esconderme.

–Deja que termine, ¿Sí?

Asiento compungido pero trato de no demostrarlo, por su expresión parece que lo he logrado.

–Bien... Como iba diciendo, no tienes que hacerlo, Blake. Tenía pensado irme a vivir un tiempo con la tía Kate. No quiero que te veas obligado a compartir tu espacio. No quiero invadir tu lugar.

Quiero replicar y lo hago.

–Estoy muy lejos de sentirme obligado, créeme. Tenerte aquí no es molestia, Nad. Realmente me gustaría que te quedaras aquí, me sentiría más tranquilo si te quedaras aquí conmigo. Pero entiendo si no quieres y prefieres ir con tu tía.

Lo que escribí para ti en mi Cuaderno [AEL#1]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora