Capítulo 5

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Mierda.

«Edwards, ¿qué cosa estás haciendo con tu vida? Haces todo mal».

Corría lo más rápido que mi cuerpo me permitía y eso hacía que mi respiración se hiciera más pesada. Mis nervios eran tan notables que tropezaba con mis propios pies, las personas a mi alrededor me miraban con burla, pero en ese instante no me importa ni me hacía sentir menos. Por primera vez, llegué a mi dormitorio.

«Milagro».

Saqué mis llaves y cerré de un portazo la puerta. Me lancé a mi cama, mirando el techo intentado recuperar mi respiración normal. Casi, casi meto la pata, pero bien metida. ¿Por qué me está ocurriendo esto a mí? Yo sólo quería una vida tranquila, no esto. Mi cabeza era un lío en este momento y, me preguntaba a qué juego quiere invitarme a participar el profesor Jackson, seguro quiere burlarse de mí. Lo que me faltaba, que un imbécil me moleste más la vida. He pensado muchas veces que mejor hubiera sido yo quien haya muerto y no Luke, es decir, él tenía su vida más que perfecta. Era uno del grupo de los populares, prácticamente todas las chicas del Instituto lo deseaban, tenía buenas calificaciones y de más, en cambio yo... nada.

Admitía que sentía demasiado miedo y a la vez curiosidad de lo que estaba empezando a ocurrir conmigo, y eso es raro, solo llevo unos días aquí y ya me pasa de todo. Pero, ¿qué haré si vuelve a ocurrir? ¿Qué haré si la próxima vez no puedo evitarlo?

Dios, debería dejar de pensar en estas cosas que ponen mis neuronas alocadas.

Intenté dormir pero algo en mí me lo impedía. Los nervios aún recorrían mi cuerpo y cuando cerraba los ojos podía presenciar aquella escena otra vez, lo cual me frustraba porque quería olvidar aquello.

—¡Hola! —Alice entró al dormitorio, sonriente como siempre.
Hice un gesto con la mano como saludo.

—¿Qué te ocurre? Te noto algo perdida —habló mientras sacaba una botella de agua de nuestro pequeño congelador.

—Nada.

—Puede que hayas llegado recién hace unos días, pero ha sido suficiente para darme cuenta de tus emociones —tomó asiento en su cama dirigiendo toda su atención en mí. Yo seguía mirando el techo.

Ella era un ángel.

—Bien... Hace unos minutos ocurrió algo, que no se puede repetir.

—Uhm, se ve un tema delicado —asentí. Lo era—. ¿Con quién de los dos?

—Eso es lo delicado, bueno el cincuenta por ciento de delicado.

—¿Fue con el profesor sexy Jackson?

Acertó.

—Sí.

—¿Qué ocurrió entre ustedes? Mierda, siempre ocurren estás cosas cuando yo no estoy —soltó un bufido, a lo que yo reí.

—B-Bueno yo...

Callé.

—¿Tú...? Neriam, dime.

—Él y yo, casi nos besamos —susurré.

—No te escuché, más fuerte. Tranquila —me anima. Tomo aire.

—Casi nos besamos, Alice. Quiero morir —presiono mis labios.

—¡No jodas! ¡Prometo no separarme de ti otra vez! —Gritó eufórica de la emoción mientras yo frunzo el ceño.

«¿Cómo puede emocionarle algo así? ¡Está demente!»

—¿Te emociona? Alice, si algo pasará entre él y yo sería un delito. Podría ir a la cárcel, ¡piensa!

Lo Inalcanzable » m.j (#LI1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora