Termine de desayunar y me quedé observando a Capricornio, mientras ella comía sus hojuelas light.
— ¡¿Qué me miras?!. — Dijo con la boca llena.
— ¡¿Enserio puedes comer eso?!. — Señale su tazón de leche light.
— Si.
— No te da asco, digo, todo lo que comes es light, no tiene nada de azúcar. — Hice una mueca de asco.
— Para mi esta bien, además ¡¿Quién quiere engordar?! Yo no. — Dejo su tazón y me miró a los ojos.
— Oyeee..... — Dije despacio. — ¿Aún sigues enojada conmigo?.
— Depende.
— ¿De que?. — Me cruce de brazos.
— Si me prestas tú carcasa de Starbucks. — Asenti y se paró de su asiento para abrazarme. — Gracias.
— De nada. — Me soltó y se fue corriendo piso arriba.
— ¿Qué le pasa a esta mujer?. — Dijo Aries entrando a la cocina con un vaso de leche.
— Bipolar. — Me encogí de hombros.
— Si, eso creo.
— Bueno, voy a ver a Tauro. — Dije bajándome de la silla.
— Ok, ¿Me dejaste cereal?.
— En la alacena. — Dije subiendo las escaleras.
¡¡Tock, Tock!! Toque la puerta de la habitación de Tauro.
— Adelante. — Grito desde el otro lado de la puerta.
— Hola. — Dije entrando.
— Hola peque. — Dijo desde su cama.
— ¿Como estas?. — Me senté en la orilla de la cama.
— Bien. — Se río.
Aún tenía unos moretones en las mejillas, y tenía un brazo vendado.
— Geminis golpea fuerte. — Dijo aún riendo.
— Perdón. — Lo abrace.
— Peque, no es nada, no tengo nada que perdonarte. — Me separó de él. — Ahora vete ya, no es que te corra, pero falta media hora para entrar al instituto.
— No, me voy a quedar contigo. — Dije.
— No, no, no. — Negó con el dedo índice. — Tú, te vas al instituto, recuerda que hoy son las practicas, y Escorpio necesita tu apoyo.
— ¡¿Pero estas seguro de que vas a estar bien solo?!. — Asintió.
— Anda, ve, Virgo se va a quedar conmigo. — Me beso la mejilla. — Adiós peque. — Dijo cuando salía de su habitación.
Baje al living y me colgué la mochila en el hombre, y puse carita de cachorro abandonado.
— Descuida preciosa, yo te llevo. — Dijo Leo.
— ¡Oh hasta que alguien entiende mi cara!. — Dije.
Salimos de la casa y subimos a su coche, la mayor parte del viaje me mantuve callada, mientras que Leo oía su escandaloso Rap.
—… Y me puse a pensar, que mientras hacías movimiento sensual, me hipnotizabas con tus caderas y falderas... — Empezó a tararear.
— ¡Apaga eso! ¡No tiene sentido!. — Me tape los oídos con las palmas de las manos.
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¡No te enamores de Acuario!
HumorUna casa, doce signos... ¿Qué podrá ocurrir mal? ~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~ Portada de esta historia por: @Natsume-San001