Capítulo 3. Pruebas y Besos

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Termine de desayunar y me quedé observando a Capricornio, mientras ella comía sus hojuelas light.

— ¡¿Qué me miras?!. — Dijo con la boca llena.

— ¡¿Enserio puedes comer eso?!. — Señale su tazón de leche light.

— Si.

— No te da asco, digo, todo lo que comes es light, no tiene nada de azúcar. — Hice una mueca de asco.

— Para mi esta bien, además ¡¿Quién quiere engordar?! Yo no. — Dejo su tazón y me miró a los ojos.

— Oyeee..... — Dije despacio. — ¿Aún sigues enojada conmigo?.

— Depende.

— ¿De que?. — Me cruce de brazos.

— Si me prestas tú carcasa de Starbucks. — Asenti y se paró de su asiento para abrazarme. — Gracias.

— De nada. — Me soltó y se fue corriendo piso arriba.

— ¿Qué le pasa a esta mujer?. — Dijo Aries entrando a la cocina con un vaso de leche.

— Bipolar. — Me encogí de hombros.

— Si, eso creo.

— Bueno, voy a ver a Tauro. — Dije bajándome de la silla.

— Ok, ¿Me dejaste cereal?.

— En la alacena. — Dije subiendo las escaleras.

¡¡Tock, Tock!!  Toque la puerta de la habitación de Tauro.

Adelante. — Grito desde el otro lado de la puerta.

— Hola. — Dije entrando.

— Hola peque. — Dijo desde su cama.

— ¿Como estas?. — Me senté en la orilla de la cama.

— Bien. — Se río.

Aún tenía unos moretones en las mejillas, y tenía un brazo vendado.

— Geminis golpea fuerte. — Dijo aún riendo.

— Perdón. — Lo abrace.

— Peque, no es nada, no tengo nada que perdonarte. — Me separó de él. — Ahora vete ya, no es que te corra, pero falta media hora para entrar al instituto.

— No, me voy a quedar contigo. — Dije.

— No, no, no. — Negó con el dedo índice. — Tú, te vas al instituto, recuerda que hoy son las practicas, y Escorpio necesita tu apoyo.

— ¡¿Pero estas seguro de que vas a estar bien solo?!. — Asintió.

— Anda, ve, Virgo se va a quedar conmigo. — Me beso la mejilla. — Adiós peque. — Dijo cuando salía de su habitación.

Baje al living y me colgué la mochila en el hombre, y puse carita de cachorro abandonado.

— Descuida preciosa, yo te llevo. — Dijo Leo.

— ¡Oh hasta que alguien entiende mi cara!. — Dije.

Salimos de la casa y subimos a su coche, la mayor parte del viaje me mantuve callada, mientras que Leo oía su escandaloso Rap.

—… Y me puse a pensar, que mientras hacías movimiento sensual, me hipnotizabas con tus caderas y falderas... — Empezó a tararear.

— ¡Apaga eso! ¡No tiene sentido!. — Me tape los oídos con las palmas de las manos.

¡No te enamores de Acuario! Donde viven las historias. Descúbrelo ahora