Prólogo

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No fue un golpe, fueron miles. No fue un grito, fueron cientos. No fue una sola noche, fueron 10 años. 10 años en los cuales fui abusada y pisoteada por mi padre.

Un matrimonio inestable, una mujer sumisa y un hombre violento, esa era mi familia y no podía cambiarla o al menos eso creía.

- Necesito ayuda ahora, papá tiene un cuchillo, él quiere matarnos.

Tenía apenas 14 años cuando hice esa llamada, cuando decidí que las cosas ya no podían seguir así y habían pasado casi otros 10 años, de la última vez que lo había visto.

Esa noche papá fue detenido por apuñalar a mamá dos veces y aunque "desapareció" de nuestras vidas luego de ello, él era como un fantasma que aún rondaba y atormentaba mis sueños.

Cuando mamá se recuperó de sus heridas, consiguió un trabajo en una peluquería y yo continué con mis estudios. Una que otra vez acompañaba a mamá al trabajo y así poco a poco comencé a interesarme en el mundo del maquillaje y moda.

Apenas terminé el colegio, supe enseguida lo que quería estudiar y era diseño de vestuario.

En mi primer año de la universidad conocí a quién sería mi confidente hasta al día de hoy, mi mejor amiga, Alejandra Ferrer.

Alejandra y yo teníamos la misma edad y  gustos similares, pero a diferencia de mí, ella venía de una familia adinerada y de renombre. La primera vez que la vi, la juzgué pensando que sería una chica mimada, hijita de papá, pero estaba totalmente equivocada.

Conocerla fue una de las mejores cosas que me pudo pasar en mis años universitarios y hasta el día de hoy agradezcía que fuéramos amigas.

Físicamente Alejandra y yo éramos completamente diferentes. De piel clara como la nieve, pelo largo y radiante, Alejandra se hacía notar entre las personas. Sus ojos verdes, iguales a los de su madre, solo la hacían destacar aún más, junto a su altura y elegancia. Por mi parte, yo era pequeña, Alejandra me pasaba por varios centímetros y el color negro de mi cabello contrastaba con el de ella. Nuestras pieles y ojos claros eran lo único similares, aunque mi cuerpo estaba cubierto de tatuajes y perforaciones, además de que nunca revelaba mi verdadera mirada al resto.

Las lentillas eran mis mejores amigas, me ayudaban a diario a ocultar los ojos azules que había heredado de mi padre. Apenas soportaba verlos y menos aguantaba a la gente decir que lindos que eran. No me gustaba tener nada de él y el color de mis ojos sólo eran un tormento más.

Con el pasar de los años, nuestra amistad se fue haciendo cada vez más fuerte y empezamos a crear nuestros proyectos juntas.

- Alme quiero que seas mi socia, quiero que creemos nuestra propia marca de ropa – ¿A quién no le gustaría ser su propio jefe y tener su propia empresa? La propuesta de Alejandra era algo que me había tomado por sorpresa, en especial, porque aún no terminabamos la universidad cuando me lo había propuesto.

Como Alejandra tenía dinero y contactos,  nuestra marca no solo se hizo famosa por nuestro talento, sino también porque ella sabía a quién llamar y con quién salir. A&A ese fue el nombre que elegimos para darnos a conocer al mundo, tal vez no era muy original pero mientras más simple mejor. Comenzamos nuestra marca cuando aún estábamos estudiando, éramos las diseñadoras emergentes más jóvenes y conocidas de Chile. Apenas terminamos nuestras carreras, nos enfocamos por completo en la marca, ya llevábamos 4 años trabajando juntas y A&A solo iba en ascenso.

Sin embargo, no todo siempre puede ir así de bien. Alejandra quedó embarazada de su novio Joaquín, un chico realmente bueno y caballero y ambos ya estaban listos para empezar una familia, por lo que A&A tendría que tomarse un descanso y ¿Yo? Comenzar a buscar nuevas oportunidades.

Strong ~ but weak for you ~ TerminadaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora