Secreto

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Sonaba el pasar del tren, con tal monotonía para el inglés que hizo soltar un bostezo somnoliento.

Era el cruce típico europeo para una misión por Italia, siéndole antes llamativo, pero después de ver tantos campos repetitivos hizo que se quedara profundamente dormido.

Soltó otro bostezo el exorcista más joven y más nuevo de la vieja Orden Oscura. Viendo nuevamente el paisaje aburrido y monótono. Siendo el mismo de horas antes de que se quedara dormido.

-¿falta mucho?- pregunto a lo bajo, realmente casi para sí mismo, y como era de esperarse no recibió respuesta. Ocasionando que volteara a ver a su acompañante.

Observo con atención al otro exorcista que, para su sorpresa, estaba completamente dormido.

Recargado incómodamente contra la ventana, con una posición que parecía que en cualquier momento en un buen freno se rompería el cuello.

-ahm...- soltó para sí mismo no sabiendo muy bien que hacer. Si hubiera sido Lavi o Lenalee, no dudaría en despertarlos, pero en este caso no eran ellos, si no alguien mucho más complicado en el tema, alguien que aun así le sorprendía muchísimo que se hubiera quedado inconsciente.

No era ni nada más ni nada menos que Kanda Yuu. Ese exorcista vaya que le complicaba la existencia. Desde su primer encuentro con la enorme confusión en la entrada, más una misión con sentimientos encontrados.

Sentimientos encontrados, era la situación exacta para su pequeño problema con esta persona un tanto especial.

Y dejando a un lado esa horrible actitud, ya eran varias las ocasiones que la belleza delicada del japonés le frustraba mucho.

Entre el hecho un poco insignificante de que era un hombre, esa belleza delicada, físicamente hablando, más esa actitud le hacía tener un sentimiento de atracción bastante peculiar.

En lo físico entre dudar de su sexo, más por la voz que tenía y curvas, y la actitud aparentemente cruel pero dulce al final. Y es que no era la primera vez que veía que soltaba veneno por esos delicados labios, pero sus acciones luego le contradecía completamente, con acciones de último momento que a pesar de ser duras, podían ayudar a las personas levantarse.

Soltó un suspiro pesado, ver a su compañero tanto tiempo, mas inconsciente con un rostro tan tranquilo podía ser algo peligroso. Y es que no dejaba de ser un adolecente con las hormonas algo alborotadas. Al grado que hasta la misma china antes se había dado cuenta.

-deberías decirle- recordó cuando en una ocasión en la cafetería lo cacho viendo con mucha atención al espadachín.

-¿eh?... ¡no!- negó continuamente con la cabeza, ya dando por hecho a lo que se refería la chica de cabello verdoso.

Misma que solo se sentó a un lado riendo con una sonrisa algo discreta y tierna –sé que es una persona un poco complicada pero no creo que lo tome tan mal... viniendo de tu parte-

Sintió como la sangre y pulso aumento causando que se sonrojara – no... no lo creo – repitió nuevamente más para el mismo –a... además dudo que le guste la gente de su mismo...sexo-

Y para su sorpresa Lenalee no dijo nada, si no, se había ganado una mirada un poco sospechosa por parte de la oriental, después de un silencio incomodo ella saco una risa igual de sospechosa –las cosas no son lo que parecen, Allen-kun –

Otro suspiro sonó, cruzando los brazos en su asiento, esa conversación con la china llevaba días haciéndole dudar de todo y extrañamente animándole poco a poco quererse confesar al estoico japonés.

Torakku-kan no himitsuDonde viven las historias. Descúbrelo ahora