-Mamá...- su voz tembló mirando la silueta de aquella mujer notando que tenía lágrimas en los ojos- Por favor... No... No- su voz parecía más un gemido ahogado que un sollozo.
-Haz sido un niño malo Gían... - Dijo con la voz floja pero a la vez tan firme que hizo que los vellos de sus brazos se erizaran.
-Por favor no... Madre... Seré un niño bueno, lo juro. Lo juro- su rostro se ahogaba en lágrimas y la mucosa de su nariz no le permitía respirar correctamente.
-Si tu padre se enterara de esto...
-¡Pero no se va a enterar, madre! - Gimio aferrándose con más fuerza a su almohada.
-Gían, dame la mano.- dijo extendiendo su mano hacia el mientras con la otra sostenía con fuerza el soporte de la vara.-
-No... No.. No- negó encogiendose en su eje escondiendo su rostro entre su almohada.
-¡Gían, te exijo aquí en este momento!- tomó el brazo del pequeño que rápidamente se sacudió con brutalidad totalmente asustado y temblando. El grito que pegó solo pareció enfadar más a su madre.- Haz sido un niño muy malo, y tienes que pagar por ello. ¿Me escuchaste Gían?
El pequeño ya sólo podía asentir sintiendo su cuerpo temblar por completo. Bajaron las largas escaleras hasta la cocina, donde su mamá abrió la puerta que daba directamente al jardín.
-Madre, por favor...- Gimio desesperado esperando ablandar un poco el corazón de su madre- Por favor, no me dejes... Esta oscuro mamá - cerro sus ojos con fuerza al sentir el frío del invierno azotar contra su cuerpo. Sus pantuflas se hundían en la nieve. Podía ver como su mamá abría la puerta del invernadero, dejándolo dentro de él.
Una pequeña habitación de madera, llena de plantas, herramientas engrasadas de jardineria y ni una sola vela en todo el lugar.
Gían sintió náuseas pero se contuvo lo más que pudo, escucho a su madre cerrar desde afuera, escucho el aterrador sonido de aquel candado cerrándose y las cadenas golpeado ligeramente la puerta de cristal.Sollozo con fuerza abrazando sus piernas y las mantas que ya tenía ahí.
¿Qué había hecho mal? ¿Por qué su madre lo había traído ahí?
Sollozando con más fuerza pero agradeció que sus papá no estuviera. Sentía sus manos heladas y se abrazo más a la manta cubriéndose por completo y cerró sus ojos con fuerza. Le aterraba la oscuridad. Le hacía sentir un miedo indescriptible.Lloraba por tres razones.
1.- Por sentirse débil.
2.- Porque le aterraba estar en completa oscuridad.
3.- Porque ni siquiera sabía que había hecho mal. Si sólo le dio un pequeño beso en la mejilla a Dax, el hijo de una empleada.
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1876.
Teen FictionGalicia. Es el nombre de la perfección para unos y el nombre de la imprudencia para otros. Un sistema de gobierno que dejó estancada la vida cotidiana de las personas en el año 1800, a pleno 2030. Aquí es donde vive Gían, un joven de familia de muy...