-Que genial-me sentí estúpida. No sabía que decir.
-Algún día los conocerás. Yo te los presentaré-me acarició la mejilla.
“Espero que eso nunca pase”
-Me encantaría-mentí.
-Pero no te traje aquí para hablarte de mis primos-se acercó a mí-te traje para algo mucho mas importante.
Reí.
-¿Así? ¿Para qué?-dije nerviosa.
No respondió a mi pregunta, solo se acercó mas y mas a mí. Sus ojos no miraban los mios, no sabían que miraban porque los mios estaban perdidos en el contorno de sus labios. Me tomó por la cintura, sentí sus manos fuertes y duras en mí. Avanzo para colocarse encima mio. Lo hacía lento, como si el tiempo fuera eterno y nada ni nadie podía interrumpirnos.
Estaba nerviosa, muy nerviosa. Pero intenté que Alfonzo no lo notara.
Rodee mis brazos en su cuello, perdiendo mis dedos en su pelo. Estaba mas largo. Su cara buscó mi cuello y comenzó a besarlo. Una barba creciente hizo contacto con mi piel. Me encantaba y me dejé llevar.
Sus manos ya no estaban en mi cintura, más bien estaban en la parte de atrás de mis muslos. Hizo un movimiento extraño y él ya no estaba encima de mí más bien yo encima de él.
Gemí.
Comenzó a acariciarme la espalda de arriba abajo, haciendo que todo mi cuerpo vibrara.
Encontró mis labios.
Esta vez el beso no fue tierno al principio y necesitado al final, si no que, nació apasionado.
Alfonso se levantó del sillón y yo abracé su cintura con mis piernas.
Nos dirigíamos a su cuarto.
Torpemente abrió la puerta y me puso sobre su cama, en ningún momento me soltó los labios. Tampoco quería, los besos de Alfonso provocaban sobre mí algo que no sé cómo explicar.
Comenzó a acariciar mi plano abdomen mientras que yo tocaba su fuerte y ancha espalda.
Me sacó la polera verde de mangas cortas que llevaba encima.
“No, no puedo hacer esto. No puedo. No tengo la confianza para mostrarme desnuda frente a nadie, ni menos frente a un hombre. Quiero demasiado a Alfonso pero no puedo”
Era cierto, de verdad quería a Alfonso pero algo en mí se oponía, algo en mí me decía que no era tiempo, algo en mí me decía que él no era el indicado.
“Que él no era el indicado” esas palabras quedaron resonando como un eco dentro de mi cabeza, y fueron esas palabras la que me hicieron separarme del.
-Alfonso…-¿Cómo se lo decía?
-Shhh-dijo volviéndome a besar.
“Está claro que él si quiere hacerlo”
-Alfonso-dije tratando de escapar de él.
-¿Qué pasa?-dijo soltando mis labios y buscando mi pecho.
-No puedo, lo siento-dije triste.
Alfonso no se detuvo. Siguió besando mi pecho y mis hombros.
“¿No me había escuchado?”
-Alfonso…-me interrumpió.
-Ya te escuche-dijo sin despejar sus labios de mi cuerpo- si no quieres no lo haré-colocó su frente contra la mía-pero por favor no me limites el deseo que tengo de besarte.
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En un lugar muy lejano.
Подростковая литератураBelén Calvet es una chica de 15 años, próxima a cumplir 16. Se ve envuelta en muchos problemas son pobres, su hermana está muy enferma y su madre es asmática. Su mejor amigo, Raimundo la ayuda en casi todo pero el igual es pobre, no sabe como consol...