Capítulo 3: El grosero

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Al darme la vuelta para visualizar con quien me tope me encuentro con unas botas negras, al subir la mirada hay un chico parado enfrente de mí, no podía descifrar su cara por las luces led. Emanaba poder y con los tatuajes que pude descifrar de sus brazos le daban un toque de rebeldia.

¨Mira por donde caminas¨ me dice el chico con arrogancia.

¨Porque tu no miras por donde caminas, idiota¨ le conteste con ira.

Pude visualizar en su antebrazo una escritura en cursiva Soy el arquitecto de mi propia destrucción. ¨Si tanto me miras se te secaran los ojos¨ dice con un chasquido de lengua y yo ruedo los ojos.

Él se dio la vuelta sin siquiera pedir una disculpas o ayudarme. Grosero. Seguí mi camino hacia la pista donde me encontré con Brittany bailando con un chico algo inapropiadamente, si su madre la viese bailando así le vendría un infarto.

La tire del brazo y la empuje a un espacio donde no hubiese tantas personas.

¨Nos tenemos que ir Brittany¨ ella frunce el ceño y hace un puchero.

¨Me estoy divirtiendo Kate, aparte es muy temprano¨ protesta ella.

Al sentir algo mojado y frio en mi espalda me doy la vuelta enfurecida encontrándome con una chica con un vaso vacío entre sus dedos, claramente ella no era consciente de sus acciones y en su mirada me suplicaba su perdón. Me giro para aferrarme de la muñeca de Brittany y tirar de ella hasta la entrada de la casa. Al salir me encuentro a Jack fumando un cigarrillo en el porche. Al pasar por el de un manotazo lo traigo hacia mí de su remera blanca. Al llegar al coche de Jack el abre las puertas así ambas la rubia y yo nos adentramos. Y con una mirada de mi parte el entendió que me quería ir a casa.

Me desperté con el ruido molesto de mi despertador, hasta el momento no me había dado cuenta de la resaca que tenía. Frunciendo el ceño abrí el cajón de mi mesada y saque una pastilla para aliviar el dolor.

Baje los escalones hacia la cocina y me prepare mi desayuno, no recuerdo la última vez me sentí así tan tan hecha mierda.

No se escuchaba ni una mosca volar por la casa hasta que fue interrumpida por pisadas de mi hermano bajando los escalones. Al pasar por el umbral de la cocina lo observo de reojo y puedo ver las ojeras negras que adornan sus ojos indicando la mala noche que tuvo.

Con paso decidido abrió el refrigerador y saco una botella Corona, y se retiró de la habitación sin siquiera dignarse a saludarme, como si no existiese.

La relación entre mi hermano y yo realmente no fue así siempre, antes de que nuestro padre nos dejara éramos inseparables, hacíamos todos juntos. Pero acontecimientos en la vida lastiman y cambia la gente.



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