Era sorprendente que se sintiera tan calmado después de toda la sangre en su vestido blanco.
No era la sangre de un desconocido, era la propia. Siendo honesto, ya se estaba acostumbrando a que le dijeran comentarios despectivos por ser hombre y usar ropa femenina.
También se estaba acostumbrando a los golpes-...Cayó de rodillas a mitad de la sala.
No, esa era una completa mentira. Dolía, dolía mucho.
Se volvió a levantar sólo para dirigirse al baño de la primera planta, importándole poco si dejaba un camino de sangre en el piso. Ya se le ocurriría como arreglarlo.
Una vez frente al lavabo, frente al espejo que se encontraba sobre este, dejó salir un pequeño suspiro que no sabía desde hace cuantos minutos estaba guardando.
"Me miro como una mierda."
Tenía pequeñas cortadas en su mejilla y su nariz seguía sangrando.
Escupió más sangre. Y una muela.
Su mejilla izquierda estaba roja e hinchada, parecía como si quisiera sangrar también.En su frente había otra cortada, pero era cosa de nada, no se veía mucho. Lo que se veía mucho era su ojo negro, ni siquiera lo podía abrir sin poder sentir un gran ardor.
Bueno, hora de usar primeros auxilios y un poco de maquillaje. Y también era momento de usar su flequillo como Luxemburgo y tapar su ojo lastimado.
Volvió a suspirar, las compras que había hecho se fueron. Le robaron sus bolsas con la comida de la semana.
Este día no podía ser peor.
-Señor Lovinare, ¿se encuentra en casa?-Reconocía esa voz.
Y gruñó. Se le olvidó por completo que le prometio a Alegra cuidar de Francesco.
Bueno, el día si que podía ser peor.Pero una promesa es una promesa y no podía romperla.
-¡Ya voy!-
Aún cargando la botella con alcohol y un pedazo de algodón, se fue hacia la entrada, para que al abrir se encontrará con la mirada feliz, pero rápidamente deformada en preocupación del rubio.
-Dios. Lovinare, ¿qué te pasó?-
Y el castaño no contestó de inmediato, sólo se quedó unos muy largos segundos viendo los ojos esmeralda de Francesco.
-Me golpearon por usar vestido.-Dijo, con una completa cara de póker, con una voz apagada. No se daba cuenta, pero ya estaba rompiéndose.-Ayúdame con mis heridas.
-----
Estaban en un silencio tenso, parecía que se podría cortar con un cuchillo, pero realmente ninguno de los dos quería decir algo para arreglarlo.
Fran terminó por completo de desinfectar y vendar las heridas de Lovinare.
Le molestaba. Odiaba ver una cara tan hermosa como la de Nare estar tan lastimada. Sus ojos ni siquiera mostraban ese brillo infantil que lo caracterizaba...
Pero lo que más odiaba era otra cosa.
-Debiste llamarme, Nare.-
-Todo pasó demasiado rápido. No tuve tiempo ni de defenderme con patadas.
-Pude haberte recogido cuando menos.
-No quiero discutir, Fran. Sólo... Sólo déjalo, ¿vale?-La voz del mayor se rompió al final. Joder, no quería llorar frente a un adolescente, se vería todavía más patético.
El rubio se mordió ligeramente el labio. No quería provocar eso. Pero tampoco quería que Nare guardara todo su dolor. Y simplemente por eso, su cuerpo se movió por si solo.
Se levantó del suelo en el cual se había acomodado para limpiar las rodillas del sureño, se puso a lado de Lovinare y con delicadeza, lo puso sobre su regazo, sorprendiéndole el hecho que fuera tan ligero y... Lo abrazó.
El mayor se quedó en un shock por casi un minuto. ¿Por qué se preocupaba? No, no. Estaba mal. Dolía.
Qué es lo que duele.
Dolía hacer preocupar a los demás, pero...
-Está bien si quieres llorar.
Duele.
Cuando Lovinare se quiso dar cuenta, estaba aferrado al cuerpo de su amigo. Cuando se dio cuenta, estaba llorando. Cuando se dio cuenta, estaba gimiendo de dolor. Estaba llorando como un niño pequeño.
¿Cuánto tiempo guardó sus sentimientos?
¿Tanto necesitaba un abrazo?
-S-se supone que yo debería cuidarte el día de hoy... no tú a mi.
-Nare... Dejame cuidarme por siempre...
-No lo hagas, sería una pesadilla.
-No importa si es un terror nocturno, necesitas que alguien te proteja. Quiero ser tu caballero de armadura de plata.
Y se dejó de escuchar los sollozos.
Cuando Francesco vio el rostro de Lovinare, esperaba cualquier cosa menos una expresión tan... Llena de vergüenza.
Nare estaba rojo, con la boca semi-abierta y su ojo sano más abierto que de costumbre.
Su corazón latió de nuevo.
ESTÁS LEYENDO
Dejame Ser Libre
Short StoryLovinare. Su nombre era la ruina. Y él siempre la traía a los humanos. O: Pequeñas aventuras de mi prostituto que siempre terminan en un "Safe", "Good end" y "Bad end". Advertencia: Muchos OC's. Todo esto tiene que ver con una cuenta de rol de 2p!Ro...