Son las dos y media de la madrugada y llevo en la sala de espera más de tres horas, esperando a que alguien me dijera que podía ver a Justin. Necesitaba ver cómo se encontraba.
En la sala de espera me encontraba sola.
Veo que las puertas blancas por las que desapareció Justin cuando llegó, se abren. Es el médico que habló antes con nosotros, al parecer se marcha a su casa.
-¿Qué haces aquí todavía?-Me pregunta al verme.
-Esperar.
-¿A quién?
-A alguien que me diga que puedo ver a mi hermano.
-¿Tu hermano? Ah sí, el chico que se cayó de la noria.-Ni se acordaba.-Deberías saber que hasta mañana no saldrá de la UCI, necesitamos saber que se mantendrá estable.
-Pues me quedaré aquí hasta mañana.
-No puedes pasar aquí la noche, vamos te llevo a tu casa.
-No gracias.-No pienso abandonar a Justin.
-Mira no podemos hacer nada más por hasta mañana, además si piensas estar aquí a menudo, te convendría que durmieras un poco.
-Puedo hacerlo aquí.
-No te lo recomiendo, son unos asientos de los más incómodos.-Seguía insistiendo para que me fuera.
-Me da igual.
-¿Eres dura de convencer eh? Mira te llevo a tu casa y mañana cuando entre, paso a por ti y así eres la primera en verlo ¿vale?-No me parecía mal plan, además, si que los asientos eran incómodos.
-Vale.
Salimos de urgencias y me dirige hasta su coche, un elegante Bmw biplaza de color azul eléctrico. Me abre la puerta del copiloto y entro en el vehículo. Cuando el también entra enciende la radio y empieza a sonar un grupo antiguo pero al que reconozco, son Dire Straits y su mítico Sultans Of Swing. Uno de mis padrastros era fan de ese grupo y me hacía escuchar su música, a la vez que me entrenaba para las peleas ilegales.
Eso hace que recuerde la última que hice, cuando acabé en coma durante dos meses. Ahora Justin se encuentra igual que yo me encontré aquel día, por eso quiero estar ahí.
-¿Dónde vives?-Dice el doctor sacándome de los pensamientos de mi asqueroso pasado.
-En Calabasas.
-Wow, debéis ser famosos o algo, es un barrio bastante lujoso.
-Mi padre tiene dinero.-La verdad es que no sé nada sobre eso.
-Pues vamos.-Arranca el coche y pone rumbo hacia mi casa.
Conduce a una velocidad moderada y en silencio, lo único que se escucha es la música de la radio, en la que comienza a sonar "Billie Jean" de Michael Jackson. La música hace que empiece a marcar el ritmo con mi mano sobre mi muslo, hace que me olvide un poco del accidente de Bieber.
-¿Te gusta Michael?-Pregunta el doctor.
-Si, es uno de mis ídolos.
-¿Y cómo te llamas?
-Madison, y ¿usted?
-Por favor no me llames de usted, haces que parezca viejo, me llamo Caleb.
-¿Caleb?-No había oido nunca ese nombre.
Se ríe.-Sé que es un poco extraño pero mis padres me lo pusieron en honor a su película favorita.
Tras veinte minutos, llegamos a mi casa.
-Gracias por traerme.
-De nada.
-¿A qué hora pasará mañana?-Sólo pido que se pasen rápido las horas.
-Yo entro mañana a las ocho, pasaré sobre las siete y media.
-Vale, muchas gracias.-Salgo rápidamente del coche y entro en casa.
Subo hasta mi cuarto para dormir, pero sólo ver allí la ropa de Justin sé que seré incapaz de pegar ojo.
Miro en su maleta y veo su sudadera preferida y también la mía, es de los Toronto Maple Leafs, se la regaló su abuelo por su cumpleaños, la cojo y me la pongo, huele a él, a su aroma. Sólo con recordar eso y pensar que no está aquí conmigo hace que llore. Me acurruco en la cama, abrazando mis piernas y oliendo su aroma impregnado hasta que por fin consigo dormirme.
Entran los primeros rayos de sol por la ventana. Miro el reloj. Marca las seis y media. Tengo una hora hasta que venga el doctor, me parece mejor llamarlo así que por su nombre.
Me doy una ducha rápida y me vuelvo a poner la sudadera de Justin junto con un vaquero mío. Me queda enorme su sudadera pero me da igual.
Bajo hasta la cocina y cojo una barrita de cereales. Mi estómago la agradece ya que lo último que ingerí fue aquel granizado en la feria.
Salgo a la calle y me siento en los escalones de la entrada a esperar.
Mi móvil marca las siete y diez. No dejo de mirar la pantalla, en ella hay una foto mía y de Justin.
Recuerdo el día que la hicimos, estábamos en mi habitación, era de noche y Justin estaba empeñado en hacerme una foto, yo no quería, así que me empezó a perseguir con su móvil para hacerme una. Disparaba cada vez que yo me giraba, pero no conseguía ninguna, hasta que me atrapó, caímos al suelo, él me sujetó con sus piernas y su mano libre para que no pudiera escaparme, juntó su cara con la mía y echó la foto. Fue uno de los mejores momentos de mi vida.
El doctor aparca el coche frente a mi casa y yo me encamino hasta él y subo.
-Buenos días.-Me saluda.
-Buenos días.-Le respondo y nos ponemos en marcha hacia el hospital.
Durante todo el trayecto ninguno de los dos dice nada. Él se concentra en la carretera y yo en el paisaje.
Llegamos, por fin, al parking del hospital.
-Vamos, te llevaré a ver a tu hermano, seguro que ya lo han sacado de la UCI.
-Eso espero.
Sigo los pasos de Caleb y entro en el hospital. Él cruza un mostrador y observa varios papeles.
-Vale.-Dice terminando de observar un ordenador.-Tu hermano se encuentra en la planta segunda habitación 126.
-Muchas gracias.-Digo mientras busco el ascensor.
-Vamos, te acompaño.-Dice al ver mi despiste.
Le sigo y entramos en uno de los grandes ascensores. Tras salir andamos hasta casi el final de un largo y ancho pasillo.
-Aquí es, si necesitaras algo llama a la enfermera.
-Gracias.-Se va y me quedo sola frente a la gran puerta blanca que lleva el número 126 grabado en una chapa colgada.
Cruzo la puerta y me encuentro a Justin con su pierna y su brazo escayolado. Tiene conectado varios cables, uno le suministra suero, otros miden su ritmo cardíaco. Sus ojos permanecen cerrados. Se cerraron junto con la última frase que pronunció «Lo siento» ¿A qué se refiriría con eso?
Me acerco lentamente hasta quedar junto a la cama. Acaricio su pelo igual que hice cuando se desmayó.
Intento no llorar pero me es inevitable. No puedo verlo así.
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Troublemaker
FanficCreía que mi vida ya no tenía ningún sentido, y lo más sensato que se me pasó por la cabeza en ese momento de incompetencia fue el suicidio. Pero tras mi encuentro con él aquella noche lluviosa de invierno hizo que cambiara todos los esquemas de mi...