Los años transcurrieron como un breve suspiro, forzados por la inminente guerra y por sus insistentes pesadillas, aún nítidas como el recuerdo mismo. Scarlet había pasado su mayoría de edad en los nuevos cuarteles de la resistencia. Y no sólo se había vuelto parte de ella, sino que ahora junto con Brud, la comandaba.
Los rebeldes se instituían a las afueras de las ciudades, cerca de las montañas, distribuidos por toda la espesura del bosque en diferentes cuarteles -que no serían más que simples, pero amplias cabañas delimitadas por formidables cercas-. Ahí encontrábanse los soldados, marines y militares que se habían rebelado ante el Führer y su altanero intento de anarquía.
Albergaban también civiles; aquellos que eran perseguidos injustamente, y brindaban protección a quienes especialmente debían ser aislados del caos bélico, como niños, ancianos y mujeres; los hombres jóvenes y los maduros recibían entrenamiento militar para ser capacitados en defensa y ataque. Esta nueva sociedad fue bien dirigida y próspera durante unos cuantos años, por aquellos que encabezaban la resistencia. Hasta que, los intentos de contrarrestar a un enemigo que implicaba todo un palacio real junto con su ejército, dejaron de ser suficientes para mantener aquella paz relativa.
-¡Comandante Drachen!.- Exclamó uno de los soldados subordinados con un saludo militar, un tanto exasperado por su carrera desde uno de los últimos cuarteles hasta el central; apenas recibida la noticia debía ser comunicada con "suma urgencia".
Había alcanzado a Brud justo saliendo del lugar un poco antes del atardecer, acompañado de su hermana; al volverse ambos, la rojiza luz del ocaso impregnó en sus pieles y los cegó durante fracciones de segundo, hasta que sus ojos se acostumbraron y entonces reconocieron aquella silueta ahora con facciones claras.
-Descanse soldado Hayley G.- Respondió con una discreta mitad de sonrisa a su lado izquierdo, "Perfecta en esos pómulos", a lo que ella bajó su brazo en firmes y relajó su postura. -¿En qué os puedo servir?.- Agregó finalmente con amabilidad.
-Han informado esta mañana que el Teniente viene de regreso, esta misma noche arriba de su misión, y supongo que tenéis mucho que discutir vosotros y los demás generales de cada escuadrón, pero espero vuestras órdenes después de haberos informado.
-Ah, que oportuno.- Agregó poco convencido; -Informa a todo general y organiza una junta con los puntos a discutir esta misma noche, aquí en el cuartel central Raso Hayley.
-Entendido.- Concluyó con el mismo saludo y se retiró del lugar un tanto excitada.
Era una chica bastante joven y bonita, tal vez demasiado para ser casi un soldado formal; pronto terminaría su periodo raso y ascendería la complejidad de sus labores. Había nacido para eso y de antemano lo sabía muy bien.
Brud se limitó a observarla cuanto más se alejaba; su cabello rubio y corto, junto con sus ojos de un azul tan profundo, contrastaban decididamente con el vulgar uniforme de raso.
-Brudy, si sigues ahí sólo quiero que sepas que me voy, hay mucho que hacer por aquí...- Dijo Scarlet dando una palmada en la espalda de su hermano.
-Vale Scar,- regresó en sí; -Sólo no demores, la junta es en un rato y no quiero que...
-Hey, tranquilo, justo de eso me iba a encargar.- Interrumpió a Brud con una traviesa sonrisa que le pasó desapercibida.
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-Manda al escuadrón de Ritter, contarán con siete días para finiquitar la orden; sino, ¿cuánto maldito tiempo más se necesita para exterminar a ese intento de resistencia?.- Exclamó Herr Graham dando un frenético golpe a puño cerrado a su escritorio.
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En Memoria de la Seductora Guerra.
AcciónRomance o sólo un lívido deseo. Repudio y amor, cimentados en la crudeza de una Guerra estratégica de la que es irreal salir con el espíritu ileso. "No escoges dónde nacer, ni tampoco tu destino, pero escoges por quién luchar; porque han sido las im...