No se sabe en quien confiar

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TANIA

-Puedo ayudarte, Rosa. Puedo conseguir medicina para curarte.

-¿Qué es lo que has dicho, Tania?

-Es una larga historia, pero creedme que puedo curarla. Encargaros de Raquel y cuidar de Rosa que yo me voy a conseguir la medicina.

Sí, podía conseguir la medicina que curara a Rosa y también podía intentar conseguir algo de medicina para la herida de Raquel. Lo único que esperaba era no encontrarme con ninguno de los mercenarios. Y menos con Carlos, si los veía, a alguno tendría que matarlo. Creo.

-¿Cómo lo vas a hacer? ¿Qué vas a hacer?

-Mi tío vive a un par de días de aquí en el pueblo de al lado, voy allí me cuelo en el ayuntamiento donde trabaja y le pido la medicina. En seis días como mucho estoy aquí.

-¿Seis días? No creo que Raquel aguante tanto.-todas la miramos. Estaba sudando y le costaba tragar saliva, apenas podía respirar.

-Pues tenemos que hacer algo. Teneis que hacer que aguante por lo menos una semana más hasta que vuelva. Cogeré un poco de comida, una botella, dos cuchillos y me voy ahora mismo.

Empecé a recoger todas mis cosas y me preparé para irme. Enseguida em despedí de todas y me puse en camino al pueblo de mi tío. La noche estaba cerca así que tras caminar unas cuatro o cinco horas me acomodé en medio del desierto. A la mañana siguiente, me desperté por todos los rayos de sol que daban en mi cara.

Me tapé los ojos con la mano y me incorporé un poco apoyándome en el otro codo. Me rasqué un poco los ojos para quitarme las legañas y abrí los ojos para acostumbrarme a la luz. Me levanté y me dí la vuelta para empezar a recoger las cosas. <<Mierda>>

Metí mis manos en los bolsillos de mis pantalones para empezar a buscar alguno de los cuchillos. Miré en la bota donde siempre guardábamos un cuchillo de repuesto por si acaso. Tampoco había nada, ni en la bota ni en ninguna otra parte.

-¿Buscas esto?-me enseñó los dos cuchillos y el tercero de repuesto.

-Dámelos.-ordené como si de verdad creyera que me los iba a devolver.

Para mi sorpresa así fue. Blas me tiró los cuchillos a mis pies y los cogí sin dejar de mirarlos. Me guardé dos de ellos en las botas y el tercero lo coloqué en posición de ataque, al igual que el resto de mi cuerpo. Ninguno de ellos sacó alguna de sus armas ni intentó quitarme las mías o atacarme.

-¿Qué haces aquí sola? ¿Dónde están las demás?

-Es una larga historia, que ni quiero ni pienso contarosla.

Sin esperar a que ellos hicieran algo, empezé a recoger mis cosas y me coloqué la pequeña botella de agua colgando del cinturón, puesto que era lo único que me quedaba. Empecé a caminar hacia el pueblo de mi tío sin importarme lo que me dijeran.

-¿A dónde vas? Chicos iros a por las demás, yo me quedo con ella.-oí decir a Carlos.

-Que os importa. Y ni se te ocurra seguirme, Carlos.

-Yo te sigo si quiero, que no quiero que te pase nada.-me dí la vuelta y le miré. Se quejaba de la pierna.

Aunque me dolía, seguí caminando a mi marcha. Hizo esfuerzos para venir corriendo y ponerse a mi altura. Busqué a los demás para intentar encontrarles y que se llevaran a Carlos, pero se habían ido en el coche.

Aceleré mi paso para intentar dejarle atrás y pasados los segundos cuando ya dejé de escucharle me dí la vuelta y le ví tirado en el suelo. Una pequeña parte de mí más poderosa que el resto de mi cuerpo, me obligó a ir a por él y ayudarle.

Me arrodillé a su lado y le miré la herida. Cogí su rostro entre mis manos y me acerqué un poco mientras le daba palmaditas en las mejillas para intentar reanimarle. Levanté la vista para buscar de nuevo a los mercenarios y seguían alejándose.

Alguien me cogió del cuello y supe que era Carlos porque era la persona más cercana, y tiró de mí hasta unir nuestros labios. <<sus labios otra vez>>

Cuando nos separamos le dí un golpe en el pecho, me levanté y me fui sin esperar a que me dijera algo.

-¡Vamos, Tania! ¡Si te ha gustado, admítelo!

-¡Nunca!-grité.

-¡Lo acabas de admitir!

Me dí la vuelta y me paré en seco, cerré los puños y me dí cuenta de que mis nudillos estaban totalmente blancos a los pocos segundos, además de que ya se había puesto a mi altura. Suspiré y seugí con mi camino aún sabiendo que me estaba siguiendo a menos de un metro de distancia.

Por supuesto que me había gustado volver a sentir sus labios, pero el mero hecho de que nos quisieran matar lo destrozaba todo. Todo lo fulminaba y todo lo hacía desaparecer. Todo lo que teníamos o lo que creia que teníamos se había esfumado con aquella nota. Todo esto era demasiado para mí y no sabía cuanto podría aguantar y menos con Carlos cerca. Neesitaba abrazarle, volver a sentir sus labios y sus caricias. Pero supongo que era demasiado para un mercenario.

Ningún mercenario se había enamorado alguna vez, todas las mujeres que se les habían acercdado a slgún mercenario habían terminado cerca. Carlos iba a mi lado en un silencio incómodo. Empezó a silvar alguna melodía que era bastante bonita que me contagió y empecé a silvar yo también cuando me aprendí la canción.

***

-Carlos, ¿Por qué nos engañasteis?

-No os engañamos. La nota nos la dieron cuando empezamos la misión, pero todo lo que dijimo y vivimos era totalmente cierto.

-¿Por qué Álvaro le dijo aquello a Raquel? Parecía muy convencido.

-Cuando os fuisteis no tardamos en saber que fue por la nota. Supimos que había muchos contratiempos y que los habrá, así que decidimos mentiros.

-Blas le clavó un cuchillo a Raquel.

-Ella a nosotros flechas.-se ofendió.

-Después de lo que pasó hubiera sido caoaz de mataros a los 5. Deberiaís dar las gracias de que estais vivos.

-No disparó a Álvaro. ¿Y tú?¿Hubieras sido capaz de matarme a mí o a uno de ellos?

-No lo sé.

Un Desierto Inolvidable (Auryn, Make My Day)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora