Capítulo 6
Fue una noche extraña... Muy extraña.
Luego de haberla seguido tras su escape del palacio, las cosas no pudieron ser peor. Desde que puso pie en tierra no paró de correr. No, en serio. La perdí de vista unas cuantas veces, pero igualmente no dejé que me descubriese. Volé por entre los árboles y sus sombras, haciendo ruido con las ramas sin querer, pero ella no lo notaba en absoluto. Creo que no habría notado un lobo si lo tuviese enfrente.
Parecía aterrada, pero no tanto como para perder el control de sus poderes como es usual. Vi el estupor en su cara cuando tropezó y al levantarse miró a mi dirección, sin mirarme a mí. Tenía los ojos nublados, idos. Parecía que huía de un fantasma o algo así, y no le importaba nada más. Debía estar realmente desesperada por irse. No fijaba su vista en algo más que no fuese el camino, juzgaba saber muy bien a dónde iba pero no por dónde pisaba; se cayó más veces de lo que pude contar.
En conclusión, sus piernas finalmente se dieron por vencidas en cuanto alcanzó la cima nevada de una montaña no muy alta. Una montaña familiar. El misterio se resolvió solo cuando divisé a lo lejos el castillo de hielo. Sí, ya conocía la historia de ese lugar. Aun así, bastante predecible. ¿Será que planea unas vacaciones allí? ¿O un retiro espiritual? ¿Por qué aquí?
¿Será que el cambio está por culminar?
Permaneció tendida cual cadáver sobre la nieve hasta que se hizo la tarde y el Sol descendía de a poco. Me escondí tras un montón de nieve acumulada, esperando a que mostrara señal de vida. Finalmente, abrió los ojos y se incorporó lánguidamente, dubitativa. No entré en escena todavía, pero sabía que mi tiempo se acercaba.
No recordé haber despertado, pero tenía los ojos abiertos ante el cielo cambiante. Me dolía la cabeza, y mis oídos vibraban. Tampoco recordaba haber llegado allí, pero sí que debía estarlo. Me senté con cuidado sobre la suave y novedosa nieve; una acariciante nevada llovía de las pocas nubes. O de mí.
Juntando más energía me incorporé y me examiné. Me dolía el cuerpo, pero estaba demasiado adormecida aún como para sufrirlo. Cortaduras y sangre seca en todas partes, como si me hubiesen arañado gatos monteses. Algunos moretones en las rodillas y mi vestido roto, lleno de barro. Me quité la capa y la arrojé al suelo donde el viento se la llevaría tarde o temprano, y comencé a caminar hacia mi hogar.
A Elsa se le escapó su abrigo. Intenté recuperarlo mientras rodaba colina a bajo por la corriente gélida, pero en ese momento...
Oí un ruido, como nieve crujiendo. Miré sombre mi hombro...
Oh, no...
... Pero no había nada, solo la capa.
Mierda, casi. No de nuevo. No otra rara emboscada. Mi pecho se sacudía locamente mientras trataba de ocultarme tras las oscuras nubes. Sujeté más fuerte mi bastón y seguí vigilándola desde lo alto. Que no me vea, que no me vea, me repetí.
Me di la vuelta, y antes de dar el primer paso, mi mente trajo de regreso los recuerdos bloqueados de anoche; cuartos oscuros y cuerpos sangrantes. Alfred y esos dos soldados, no iba a pasar en alto quiénes eran. O qué les había hecho. Fue horrible, jamás habría hecho algo parecido. Llegar a asesinar a alguien. Sus rostros me perseguirían por siempre. Pero otra parte de mí me impedía sentir lástima por ellos, remordimiento. De repente, sentía nada en absoluto, lo cual encontré reconfortante.
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Redemption
Hayran KurguJack Frost conocía su destino, y era al lado de la Reina de Arendelle, Elsa. Y sabía más que nada que no había otra a quién amar. Jack lo tenía todo. Pero pronto descubre la pérdida de lo que creía haber tenido, tal vez irreparablemente. Elsa ya no...