Capítulo 2

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-Hola.— El muy descarado se atreve a saludarme— Me llamo Sebastián pero todos me dicen Sebas.

Me tiende la mano y me ve como diciendo "no te resistas, se que te gusto, suelo causar ese efecto en todas". Simplemente le estrecho su mano, que es grande y tan suave y delicada, me encantan sus manos. Pero no, es un pendejo así que no.

-Hola, Soy Amanda— ¡ja! ¿Qué esperabas? ¿Que me arrodillara ante ti y te dijera lo bello que eres? Pues no.— ¿Qué quieres?

Se echa a reír y me mira intrigado.

-¿Cómo que qué quiero? ¿no puedo saludar y ya?

-Pues si te presentaste conmigo y no con los demás, quiere decir que buscas algo.—  Y es verdad, ningún extraño se acerca a solo saludar y ya.

-Inteligente deducción, señorita—¿Me dijo señorita? Y éste se cree el más caballeroso ahora—. Me temo que tiene razón, quería decirle que no tengo nada contra usted, simplemente me divirtió la forma en que se ponía las veces que la sacaba del juego.

¡Es un idiota! "Simpliminti mi divirtií" debe ser que me vio cara de payaso.

-Eres un idiota.

-Y tú eres muy enojona.

-Ese no es tu problema.

Lo empujo para quitarlo de mi camino pero me toma del brazo y me hala, de modo que quedo de frente a él.

-Ya va, ya va, ya va, no te enojes. Quería hacer las paces contigo y te portas como si te hubiese declarado la guerra. Estas loquita ¿verdad?

Lo fulmino con la mirada y le muestro ni dedo medio. Me suelto de su agarre y camino hasta mi clase, dejando a mis amigos intrigados, en parte por lo que pasó y en parte por no haberme despedido de ellos.

***

Al salir de clases opto por jugar un rato más, mis amigos estaban almorzando así que decidí reclutar gente... Me falta un jugador y el único que anda sin hacer nada es el tal Sebastián ese, ni loca le digo a él.

No me di cuenta de que lo miraba fijamente, pero el sí. Se acerca y me mira divertido.

-Cuando quieras puedo regalarte una foto— me dice.

- Ay hijo, yo no conservo fotos de gente arrogante—lo miro de pies a cabeza con asco— que se cree lo mejor por vestir de marca—Tomo su camisa marca Apolo por el hombro con el dedo índice y el dedo gordo, otra muestra de asco— y por tener un buen físico—le espeto.

Frunce el ceño, parece... ¿Dolido? Por Dios, me dijo que estaba loca y no me puse con ese drama.

-¿Qué te pasa? ¿Te dolió lo que te dije?—Le digo con voz seductora.

Vuelve a mirarme, pero esta vez sus ojos se oscurecieron. No se que hay allí, no se si es rabia, impotencia o... ¿Lujuria?  Nah, eso no.

Se acerca más a mí y retrocedo instintivamente quedando acorralada entre una pared y Sebastián, apoya su mano derrecha en ésta a nivel de mis orejas y la otra en mis caderas, no está tan cerca pero igual invade mi espacio personal.
¡Que pena! Todos nos están viendo.

-Mira ve, a mi no me duele nada de lo que digas, niñita. Tu puedes decir lo que te de la gana. Solo yo se quien soy, de donde vengo y hacia donde voy. Por lo tanto, la próxima vez que te atrevas a juzgar a alguien solo por su facha, te recomiendo que pienses un poquito más allá y tomes una mejor decisión.— okay, definitivamente eso era impotencia.

Lo miro con los ojos muy abiertos, primero porque se ve enojado y segundo porque tiene su mano izquierda sobre mis  caderas manteniendome fija en mi sitio, su cuerpo esta pegado contra el mio. Me doy cuenta que estaba reteniendo el aire desde que me pegó contra la pared y lo expulso, pero el... El muy hijo de puta esboza una hermosa sonrisa de lado ¡Como me gustan esas sonrisas! Es un pendejo, tiene todo lo que me gusta de un hombre.

No soy suficienteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora