Scegli Me (Español)

*1*

La biblioteca. El mejor lugar para estudiar, hablar con un amigo, o simplemente llorar, como Maca lo hace. Todos los días, en vez de ir a almorzar en la cafetería, se dirige a la biblioteca y llora por los insultos que recibe en las clases anteriores a esa.

Es irónico cuando hay pancartas sobre el bullying en cualquier pared a la que miras, diciéndote qué hacer en cada ocasión en la que el acoso ocurre. ¿Pero qué saben ellos cuando nunca lo vivieron? Solo copian y pegan lo que ven por Internet, copian y pegan.

Pero eso no era Internet, porque si lo fuese, Maca no estaría sola, llorando, muriendo de hambre por no ser capaz de ir a la cafetería a elegir, aunque sea un sándwich sin que la gente la señale, la mire, o murmure cosas sobre ella.

Esta no era la primera ocasión en la que se ocultaba allí, entre el olor de los libros y pis de gato, aunque sea demasiado asqueroso como para siquiera querer descubrir el origen del aroma. Tampoco pensaba que sería la última, pero ¿qué podía hacer? Sus padres ya sabían sobre lo que le ocurría, y sin embargo, allí estaba, tragándose toda su amargura para sí misma, en las sombras que las estanterías emanaban.

Los profesores tampoco eran una buena opción; copiar y pegar, máquinas con los mismos discursos, misma sintonía y mismas ideas que ni siquiera son capaces de ponerse en los zapatos de los alumnos que reciben malos tratos por parte de sus compañeros.

Ella realmente intentaba engordar, no quería lucir anoréxica. Comía de más para poder lucir normal, pero no importaba cuánto lo intentara, siempre seguía igual. ¿Entonces cuál era el problema?

Bajando la mirada hacia sus piernas descubiertas, Maca pasó una mano por ellas, imaginando tener más que eso. Tragó saliva fuertemente e intentó colocarse de pie, a pesar de que en ese momento era la tarea más fuerte para ella.

Lo único que quería hacer era acostarse en el piso, llorar y dormir. Dormir hasta que la campana de salida sonase y que su madre no la regañara por las llamadas provenientes de la escuela, avisando que había faltado a clase.

"Jodidos maestros" pensó, cuando por fin estuvo de pie. Sus rodillas estaban ligeramente cubiertas de polvo por el suelo que recién estuvo en contacto con ellas. Con rapidez logró limpiarlas gracias a las palmas de sus manos, y luego interrumpió el camino cuesta abajo que las lágrimas estaban haciendo para obligarse a sí misma a dejar de llorar.

—Hola, gatita —sintió una voz grave a sus espaldas que hizo que su cuerpo se tensara rápidamente. Todos sus pensamientos se vieron nublados ante la posibilidad de que Jack estuviera allí, invadiendo su espacio personal.

Temblando, logró girarse hasta encontrarlo parado a tan solo un metro de donde ella se encontraba, jugando con su rubio cabello, observándola juguetonamente con sus ojos tan oscuros como el mismísimo carbón. Maca pudo advertir un brillo inusual en ellos, uno que nunca había visto en ninguna otra persona.

Ella solo tragó saliva y sintió como su cuerpo se encogió cuando la mano de Jack se colocó en su cintura, atrayéndola hacia él. Podía sentir el aliento a comida en su boca, lo cual casi la hace vomitar, aunque contuvo las ganas de hacerlo. Él soltó una carcajada antes de hacer que sus cuerpos choquen, ambos en más que un contacto de enemistad.

Jack, el chico que la atormentó desde hace tiempo estaba sosteniéndola de una forma asquerosamente escalofriante, y su mano izquierda viajaba desde su nuca hasta su trasero, mientras que la sonrisa posada en su rostro ni siquiera parecía flaquear.

— ¿Me extrañaste? —preguntó en un susurro. Nunca la había tratado así, él la golpeaba, la insultaba y se reía de ella cuando la hacía llorar, pero nunca así. Al no obtener respuesta, frunció el ceño y le pellizcó el trasero hasta que ella soltó un gemido de dolor. —Yo a ti también. ¿Sabes? Estuve siendo muy malo contigo estos días... quería recompensártelo, ¿qué dices?