Capitulo 18

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Capitulo 18.

Raimundo no lo saludó, solo se hizo a un lado para que Felipe pudiera entrar a la casa.

Hacía frio.

Vi el odio de Raimundo hacia Felipe y, en los ojos de Felipe vi que realmente deseaba a tener a su familia cerca, vi cuanto quería a Raimundo y vi sus ganas de hablar con él.

-Está al fondo-dijo Raimundo sin tono y muy serio.

Creo que era la segunda vez que veía a Felipe. Raimundo lo odia con todas sus fuerzas  así que, nunca hablaba de él ni siquiera lo mencionaba, tampoco aceptaba que Felipe pudiera tener un hermano así, como Felipe.

Fuimos uno tras el otro hacia donde estaba mi madre.

-Tiene poco pulso-dijo Felipe cuando le tocó el cuello justo debajo de la oreja, a mi madre.

Fue lo único que dijo. Después abrió un maletín negro con un cierre gris en la parte de adelante. De los bolsillos sacó una jeringa y un frasco pequeño con un líquido transparente.

-¿Tienen alcohol?-preguntó Felipe al aire.

Inmediatamente Raimundo se dio vuelta para salir de la habitación en busca del alcohol, cuando llegó con el alcohol en las manos lo tiró encima de la cama, justo a un lado de mi madre.

La mirada de Raimundo estaba atenta a cada movimiento que hacía Felipe, como tomaba el alcohol que él le había tirado, como mojaba el algodón con un poco de alcohol y limpiaba una parte del brazo de mi madre (que estaba inconsciente), como introducía el líquido del pequeño frasco en la jeringa y, como pinchaba el brazo de mi madre justo en el sector donde le había pasado el algodón con alcohol.

El líquido que contenía la jeringa desapareció para comenzar su nuevo camino en el interior del cuerpo de mi madre.

-Con esto se sentirá mejor, recuperará un pulso normal y despertara en un par de horas-pensó en qué mas decir-lo mejor sería que no se levante de la cama en un buen tiempo, no sé, alrededor de un o dos meses más. Su asma está muy avanzada y cualquier cosa la puede matar.

“Matar” esa fue la palabra que me hizo abrir los ojos de par en par y pensar ¿Qué pasaría con Amelia? ¿Qué pasaría conmigo?

Estaba mas que claro que mi madre estaba en pésimas condiciones, pésimas y, es por eso que no iba a dejar que mi madre se levantara en un largo tiempo.

-Ah...eh…si…-¿Qué tengo que decir?-gracias por venir-solté e inmediatamente la mirada aniquiladora de Raimundo se posó en mí.

-No fue nada-dijo Felipe en tomo muy amable.

Dos horas después Felipe ya se había ido, Amelia ya estaba dormida y su estómago trabajaba en digerir la manzana (o la media manzana) que había comida. Mamá aun no despertaba, pero supuse que despertará mañana.

Tomé mi pijama que estaba sobre la cama de Raimundo “Está asqueroso-pensé-no puedo usar esto”

Busqué entre mi ropa qué ponerme para dormir pero solo tenía tres polleras más, aparte de a que tenía puesta, dos jeans y un short.

La puerta se abrió.

-Lo siento, pensé que estabas lista-dijo Raimundo

-No, no lo estoy. Mi pijama está ultra sucio y estoy buscando algo para ponerme.

-Toma-dijo Raimundo lanzándome una gigantesca polera negra en donde yo estaba.

¿Él quería que me colocara su polera para dormir? Claro que quería, por eso me la había lanzado ¿no?

En un lugar muy lejano.Where stories live. Discover now