Capítulo único

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El saber y la rutina eran la base de mi seguridad. El conocimiento me aportaba la confianza necesaria ante cualquier ataque intelectual y a la rutina sabía cómo manejarla. Era verdaderamente fácil para un hombre con mis capacidades. Incluso, en los años en los que ejercía como espía para la orden, era mi trabajo resolver los problemas relacionados con hechos improvistos o desastres oscuros... Lo había realizado por tanto tiempo que se había convertido en mi rutina, y aunque no era feliz haciéndolo, era fácil ocultar mis lealtades tras una falsa máscara de frialdad. Era simple esconder mis verdaderos pensamientos tras el sutil arte del sarcasmo y era conveniente encubrir mis sentimientos.

Y sí, tengo sentimientos aunque sea de mi preferencia mantenerlos en el anonimato.

Pero retomando la cuestión, les narraré (en base a la rutina, niñato) cómo es que quedé loco, completo y profundamente enamorado del alborotador ser que ahora, como hace 19 años, ocupa su lugar en mi cama.

Todo había comenzado el año posterior a la derrota del Señor Oscuro: 1999. Muchos de los alumnos que habían batallado junto al bando de la luz tenían la posibilidad de seguir sus estudios sin terminar su 7mo año en Hogwarts, si así lo deseaban. Una resolución estúpida en mi opinión, casi ninguno sabía hacer correctamente una poción pimentónica.

Pero me estoy desviando. Cosas de la edad.

Así como ellos podían tener una vida privilegiada por su contribución en la batalla, los alumnos (en su mayoría Slytherins) que habían elegido seguir los pasos de sus progenitores y habían sido marcados, estaban obligados a terminar Hogwarts y seguir estudiando la carrera que el ministerio creía correcta para ellos. Era eso o tener que limpiarle las botas al ministerio y a Potter de por vida.

Y hablando de Potter... Él, de entre toda la gente, el máximo beneficiario, había ignorado su Orden de Merlín de Primera Clase y la estadía de primera categoría en la Escuela de Aurores que se le ofrecía, para volver a Hogwarts. Los rumores decían que su espíritu responsable lo impulsaba a terminar cada cosa que emprendía... Menuda estupidez; Si me habré reído cuando escuché aquella patraña. Potter había vuelto porque Granger (bendita sea) los había obligado a él y a Weasley a retomar, lo más normalmente posible, su vida.

Pero como todo, la noticia de que "El-niño-que-vivió" había vuelto al castillo, fue como pólvora para los hormonales cuerpos de cientos de chiquillas y chiquillos que, con alma Hufflepuf, suspiraban cuan veelas en cuanto veían al aclamado héroe pasar inseparable con la comadreja y la rata de biblioteca. Y eso era normal y rutinario, obvio. Pero lo que no cuadraba en la mente de nadie era ver a Malfoy y Potter juntos. Muy juntos.

La cosa, según había logrado escuchar, iba así: Potter había salvado el culo de Malfoy de un fuego maligno en la Sala de Menesteres; y Draco como buen Slytherin que era (nótese aquí mi sarcasmo) se lo había agradecido. Entonces, el niñato desgraciado, como él sí era buen Gryffindor, le había estrechado la mano (quizá algo más también) y de repente, Merlín resucite, se habían vuelto inseparables. Para ese entonces ya era normal para todos ver al Trío de Oro con Malfoy colgado del líder.

Pero en un intento de recuperar su pretérito prestigio, Rita Skeeter lanzó un titular que hizo a todos murmurar y a mí, involuntariamente, enfurecer.

"POTTER Y MALFOY: UN AMOR DE PELÍCULA"

Al principio la repercusión había sido sobre qué demonios era una película y así nos enteramos de las raíces muggles que tenía Skeeter. Luego, aclarado el inconveniente, la idea de un romance entre héroe y villano, se propagó como plaga entre las soñadoras jovencitas que creían, "era romántico".

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