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Cuando se marchó Freedonia, Vizak se vio arrastrado por el torbellino de sus pensamientos. Las palabras de la bruja tenían sentido. La situación en Dhees amenazaba con dar al traste con el equilibrio mundial. Pero aunque Freedonia había acusado al profeta de falta de perspectiva, ella ignoraba un dato esencial: el retorno de la antigua magia Walker, que se creía perdida para siempre.
El mana abundaba en el mundo desde el inicio de la historia, pero la gran purga de Scion provoco una inmensa oleada de esta fuente de energía. El mana, que solía tener muy poco poder por sí solo, quedo profundamente imbuido de magia.
El cambio era imperceptible a la vista, pero podía apreciarse claramente en las alteraciones que provocaba en la evolución humana. Las personas dotadas de afinidades mágicas latentes se convirtieron en poderosos magos en unos pocos años eh incluso, en algunos casos, en unos pocos días.
Por eso era tan peligrosa la magia antigua Walker, porque una vez desencadenada, nadie podría detenerla. No había forma de saber cuántos cientos o incluso miles de nuevos magos se habían creado, ni de que poderes estaban dotados. Además, era poco probable que todos estos nuevos magos tuviesen la sabiduría y la rectitud moral necesarias para contribuir con su magia al equilibrio del mundo. ¿Y si estos poderes se concedieran a acólitos de parmus? ¿O si alguien perdiese el juicio al despertar un día con poderes mágicos? ¿Qué ocurriría?
Los poderes que la magia Walker concedía no tenían nada que ver con el mérito personal o con la constancia en el adiestramiento. Ocurría simplemente que un recipiente humano se llenaba de capacidad mágica. Pero el resultado era la creación instantánea de un mago capaz de acabar con Freedonia, con Vizak o incluso con los dioses o con el propio Juno.
-y sabiendo eso, Freedonia ¿aun así irías?- pregunto Vizak en voz alta, poblando de ecos el vacío que le rodeaba
Su pregunta naturalmente no obtuvo respuesta. Pero Vizak era un profeta de renombre y oyó claramente en su cabeza la respuesta más probable de la bruja...sí.
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Freedonia estaba enfadada, enfadada porque se había abierto una brecha entre ella y Vizak, y más enfadada aun porque Vizak le ocultaba algo. Freedonia era bruja y por lo tanto era plenamente consciente de que la gran purga estaba teniendo influencia drástica sobre el flujo del mana en el mundo.
Aunque no sabía que nombre darle, había notado que la concentración de magia en la atmosfera estaba experimentando un incremento inusitado y no era difícil imaginar que le ocurría a la gente obligada a vivir cotidianamente en un entorno sobrecargado de magia. Pensaba que se encontraban en lo labores de una nueva era, en la que los magos serían más abundantes que nunca. Y tal estado de cosas solo se podía acabar de una forma: con la aparición del azote de los dioses.
Para Freedonia que tenía más de divina que de humana, era la primera situación verdaderamente peligrosa a la que se había enfrentado. Pero no podía dejar que el miedo turbase su entendimiento. Porque ella era nada más y nada menos que la gran y temible bruja ígnea, libre ante las esclavitudes humanas y la voluntad ajena. Siempre se había dado por satisfecha contemplando el mundo desde lejos, sirviéndose de la gente aquí y allá para mantener el equilibrio o incluso, en alguna ocasión, para satisfacción propia. Pero la larga historia del mundo le había enseñado siempre la misma lección: que cuando se enfrentaban a una situación desesperada, los frágiles humanos desafiaban invariablemente sus expectativas.
Por eso lo sabía...
Sabía que los humanos llevaban algo dentro que ni los dioses ni los allegados a ellos podrían cambiar nunca.
En ese caso, quizá una vez más...
Freedonia sopeso la situación. Vizak quizá desesperase de los humanos, pero la batalla aun no había terminado. Mientras quedase alguna persona que le importase el destino del imperio de Dhees, seguía habiendo esperanzas de que ocurriese un milagro.
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En un lugar desconocido incluso para los dioses se venían celebrando desde hacía meses deliberaciones secretas. El director de la academia de la sagrada oscuridad había tenido un sueño: ante él se erguía una extraña figura oscura tocada de una gran capucha. El director no vio rostro alguno, solo vio dos brillantes ojos azules, aun tiempo aterradores y más hermosos que una joya. La figura oscura le hablo:
"instruye por igual a todos los que ingresen en tu academia, y construye 5 casas para que todos aquellos que ingresen a tu academia vivan allí. El cambiador del destino se rige por su propio destino y pronto acudirá a ti"
Al despertar, el director, comprendió quien era el visitante de su sueño, el vidente Vizak en persona. El director dio la orden de construir las casas esa misma noche.
Aun no sabía cuándo llegarían los estudiantes que vivirían y estudiarían en ellas. Solo sabía que debían de estar listas. A medida que los edificios comenzaban a tomar forma, uno tras otro, ladrillo a ladrillo. Empezó a comprender que aquellas construcciones eran en realidad los cimientos de una rebelión.
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Entre tanto, la gran bruja de las llanuras sellaba la puerta de su casa. Una chispa fue el único índice mágico del sello que aplico la bruja. En los muchos años que llevaba viviendo ahí, Freedonia solo se había visto obligada de clausurar su morada en contadas ocasiones. Hoy, sin embargo, sabía que pasaría mucho tiempo antes de que volviera a ver aquellas llanuras y la puerta de su hogar.
La oscura melodía de un complicado conjuro fluyo de sus labios y sus rasgos comenzaron a desvanecerse y a ondular. Muy pronto únicamente su cabello rojo y sus ojos enfebrecidos permanecían intactos. Freedonia era una experta en magia antigua y olvidada y podía alterar su apariencia a voluntad. Probó con los rasgos de una joven pero estos no eran los aptos para la tarea que debía realizar así que opto por los de una señora...solo un poquito mayor...
Freedonia examino su reflejo en un estanque cercano.
-¿qué te parece?- pregunto al gato de color azabache acurrucado a sus pies- no está nada mal ¿no? Si parezco una bruja de verdad.
-bueno al menos mi aspecto es convincente-dijo para si Freedonia
Abrió el cierre de una enorme bolsa.
-¡adentro!
Freedonia observo como el gato entro de un salto en el bolso acompañando de un pequeño maullido. No era un gato cualquiera aquel minino era el mínimo familiar. Insustituible, adorado, de Freedonia. Recogió el bolso con cuidado.
- bien...supongo que es hora de irse...
Echándose al hombro su escaso equipaje, la bruja de incognito lanzo un breve conjuro. Iba de camino a la famosa escuela de la sagrada oscuridad, a la que acudían los más brillantes magos de todo el mundo. Su misión era sencilla: encontrar a jóvenes hechiceros capaces de salvar el pueblo de Dhees.